Cuando recordamos a aquella Selección de México que disputó la Copa del Mundo de Brasil 2014, es imposible pasar por alto a la pareja de interiores del 5-3-2 de Miguel Herrera. Andrés Guardado y Héctor Herrera. Más allá de las preponderantes actuaciones de Guillermo Ochoa y Rafael Márquez, fueron los dos mediocampistas quienes brindaron sentido a las intenciones del Tri en aquella justa mundialista. Lo curioso es que, rumbo a Qatar 2022, ambos se encaminan a ser -una vez más- los protagonistas del mediocampo, esta vez en el 4-3-3 de Gerardo Martino, tal como pasó en Rusia 2018, con el colombiano Juan Carlos Osorio al mando.
Pese a que los mediocampistas son capaces de añadir valor a su paleta de recursos con el paso de los años, las costuras tarde o temprano comienzan a hacerse notar. No son eternos. Tanto Andrés como Héctor llegarán a dominios árabes con 36 y 32 años respectivamente. Sin embargo, nunca es tarde para comenzar a pensar en nuevas opciones, sobre todo de cara al 2026.
La Liga MX ha presenciado la irrupción de distintos nombres en la última década, jóvenes con distintas aptitudes que cumplen diversas funciones. Encontramos interiores para recorrer metros con balón como Orbelín Pineda, para cargar el área y rematar a gol como Víctor Guzmán, e incluso capaces de brindar asociaciones como Erick Aguirre. Pese a ello, muchos han mutado a distintas posiciones con el paso de los años. Hoy en día, el primero se distingue por ser un extremo relacionado al juego entre líneas, mientras que el último ha encontrado en la lateral zurda una alternativa para influir notoriamente en el juego.
Sin ir más lejos, en Editorial Puskas, hablamos acerca de los actuales mediocampistas mexicanos con mayor proyección de cara a un necesario recambio generacional.
Carlos Rodríguez
Probablemente, el candidato con mayor madurez. El jugador de Monterrey ha llegado a tener exhibiciones potentísimas a partir de su lectura de juego y su amplio rango de pase. Carlos Rodríguez es un jugador que crea ventajas incluso antes de recibir el balón. No por cómo toma el primer pase, sino por cómo lo busca. Partiendo desde el interior derecho, en vez de descender de forma recta, realiza un movimiento en diagonal que le permite visualizar en todo momento quién está a su alrededor. Pocas veces le da la espalda a su marcador.
A partir de allí, todo es más fácil. El recibir bien perfilado le permite eludir marcas con mayor facilidad y, por consiguiente, comandar las transiciones de Rayados. Su relación con intermedios y lejanos le permite lanzar al espacio a un equipo que se siente muy cómodo corriendo. Asimismo, con su gran lectura de juego entiende cómo, cuándo y dónde intervenir de la mejor forma posible. Sin duda, aquel año en Toledo fue un parteaguas para su joven carrera.
Sebastián Córdova
Seguramente el jugador que más cerca está de dominar distintos registros, pero que aún no logra sobresalir en algún renglón específico. Sebastián Córdova no es diferencial conduciendo a campo abierto, ni en labores de presión, ni en su intento de cargar el área para rematar. Sin embargo, es muy bueno al momento de intentarlo. El centrocampista de 23 años es un comodín que brinda muchas ventajas por su adaptabilidad a distintos roles. Pese a que necesita metros libres a su alrededor, no deja de destacar.
Ya sea partiendo como interior o doble pivote (posición que le cuesta más), es capaz de condicionar partidos gracias a su comodidad para permutar perfiles y combinar alturas. Pese a ser poco sigiloso al moverse, logra aparecer en zonas vacías de forma sorpresiva. Además, su golpeo de media y larga distancia es una constante amenaza. Gerardo Martino y Miguel Herrera han logrado maquillar su falta de sensibilidad asociativa colocándolo como un «cazador de espacios», rol que lo encamina a un apartado que muy pocos mediocampistas logran añadir a su currículum: el gol.
Fernando Beltrán
Intentar definir a Fernando Beltrán bajo un solo término es muy complicado. El mediocampista del Guadalajara ofrece más de una solución a partir de su técnica individual. Hablamos de un interior que encuentra en la base de la jugada un lugar para exhibir su mayor potencial, aunque no teme ganar altura. Podríamos decir que, a sus 22 años, es el complemento ideal para algún mediocentro organizador. Sus toques de primera intención y su constante movilidad permiten que la circulación del balón sea mucho más dinámica y fluida. Asimismo, suele intervenir en los costados del campo, brindando apoyos para crear triangulaciones y avanzar.
Pese a lo anterior, Fer cuenta con un rango de pase bastante corto. Pocas veces intenta cambiar la orientación de la jugada. Esto, en muchas ocasiones, impide, o al menos dificulta, la progresión de su equipo. Sin ir más lejos, hay una gran oportunidad de desarrollo para el joven de Chivas si logra mutar a la posición de mediocentro. Su dinamismo permitiría jugar a un ritmo muy alto en mediocampo. Un escenario que, en una liga como la mexicana, es totalmente diferencial.
Marcel Ruiz
El joven de esta lista con menor participación en el proceso de Gerardo Martino es, seguramente, quien más recursos ha añadido a su perfil de mediocampista en los últimos torneos. Desde su debut en el 2018 con Rafael Puente Del Río en el banquillo, el ex Querétaro ha dejado en claro que su precoz irrupción no fue casualidad. Marcel Ruiz comenzó su aventura en Liga MX como un interior con capacidad para jugar entre líneas o, incluso, en la mediapunta. Un perfil que no se encuentra todos los días en México, sobre todo a tan temprana edad. Con el paso de los meses, y con cambio de entrenador, Víctor Manuel Vucetich comenzó a dar indicios de lo que Marcel podía llegar a ser.
En su última etapa con Gallos, el chico probó el doble pivote, en el asimétrico 4-4-2 del Rey Midas. Pese a que el jovencísimo centrocampista no dejaba de sumar apoyos por detrás de la línea del balón, comenzaba a adquirir mayor protagonismo en el centro del campo. A sus 19 años, es capaz de ofrecer gestos sumamente finos con balón. Partiendo escorado en la izquierda, Ruiz se ofrece como receptor libre en el mediocampo de Xolos. Asimismo, realiza movimientos inteligentes para atraer marcas y liberar líneas de pase. Su complexión le permite girar con facilidad para conducir y activar a sus compañeros; representa un bálsamo para un equipo que ha batallado para plantarse en campo rival. Además, no deja de ganar presencia entre líneas, agitando el último cuarto del terreno de juego.
Luis Romo
Finalmente, uno de los proyectos más estimulantes de la Liga MX. No sólo de cara al futuro, sino para complementar las actuales intenciones de Gerardo Martino en el Tri. De irrumpir como defensor central a ofrecer soluciones en mediocampo, Luis Romo comienza a ser diferencial por detrás de la línea del balón, sumando una gran cantidad de pases acertados a partir de su gran golpeo. El centrocampista de 25 años empieza a exigir pista como mediocentro, posición donde puede influir de forma directa en fases con balón.
Su lectura de juego tampoco se queda atrás. En la posición de interior derecho, ha entendido a la perfección su función sin balón. Gana altura y fija arriba, permitiendo que el extremo de dicho sector obtenga tiempo y espacio para recibir con ventaja. Así, ya está ofreciendo valor alrededor del plan del Tata en selección, como un líbero, y ha sido fundamental para el planteamiento de Siboldi en Cruz Azul cumpliendo distintas funciones. Su influencia y adaptabilidad en dos equipos con fines completamente distintos lo colocan como el posible pilar de México rumbo a Qatar 2022.
Jugadores como Jeremy Márquez, Luis Chávez, Misael Domínguez, Óscar Macías, Alan Medina o Erick Sánchez, así como los ya mencionados Orbelín Pineda, Víctor Guzmán y Erick Aguirre, no dejan de ser opción. Complementar perfiles que logren sustentar ideas e intenciones de juego es esencial en la necesaria búsqueda de la pareja ideal para el futuro.