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En el FC Barcelona, el fútbol existe antes de jugarse. Incluso antes de pensarse. Y no uno cualquiera; el fútbol, en Barcelona, tiene un cuerpo y unas formas concretas y todo cuanto rodea a este deporte está delimitado por unas fronteras reconocibles que las conforman palabras como «ADN», «Estilo» o «Juego de Posición». Conceptos que dicen mucho y a la vez nada, pues han sido tan gastados que ya no señalan, sino que enredan. Y en ese fútbol pensante se dibuja una silueta escarpada; Xavi Hernández. En medio de un debate que amenaza con exterminar la terminología y sustituirla por un vacío aterrador, Hernández ha logrado conectar todas las caras del cubo en apenas 4 meses. El relato, la mística, el entorno y el juego, siendo esta última la cara que está vertebrando su proyecto.

Cuando Xavi aterrizó, escribí que «El club, tras años vagando por un desierto absoluto, llega tiritando a la Tierra Prometida. Ahora tocará descubrir que se esconde tras la promesa. Desenmascarar la Promesa como parto final, como (re)nacimiento o defunción.» La duda era proporcional a la ilusión. Xavi debía no solo recuperar una identidad colectiva, sino redescubrir a un equipo que no existía, que era un cúmulo de jugadores demasiado alejados los unos de los otros como para reconocerse. Hacer un equipo mientras la competición te ahoga es tarea complicada, porque el tiempo es solo una herramienta de tortura y los objetivos anulan cualquier prueba que no funcione. En un deporte de aciertos y errores, Xavi llegó con una parte del axioma invalidada; solo podía acertar. El club ya no podía permitirse fallar.

El Barça Post Messi es algo así como El Padrino sin Marlon Brando. Falta la estrella, esa voz que da sentido a todo y que con su brillantez deja todo el resto en un segundo plano. Ya sin Messi, el Barça de Xavi ha demostrado en poco tiempo que se puede seguir produciendo buen cine a pesar de no estar Brando y partiendo de la base que, la 1a parte, es inigualable. No se trata de buscar copiar lo vivido, sino generar nuevas formas de vida que aún siendo peores, te hagan feliz. Ha tocado redefinir roles, repensar la forma de jugar y reenseñar conceptos que se habían olvidado. Todo en 4 meses vertiginosos en los que el FC Barcelona ha lididado con derrotas, decepciones y, ahora, victorias. Y es que después de mucho tiempo, Xavi ha logrado transformar el dolor agudo de la derrota en una promesa de mejoría que finalmente se ha cumplido.

Comparativa entre el FC Barcelona de Koeman y el del Barça de los últimos dos meses a nivel ofensivo (Vía StatsBombEs)

A nivel ofensivo, los últimos dos meses del Barça de Xavi son potentísimos. En el absurdo debate generado entre fichajes/peso del entrenador, la única realidad es que quién ficha es también el técnico y que quién encaja al jugador y lo potencia es también él. Así pues, lo que al principio parecían refuerzos escuálidos han terminado por ser jugadores decisivos en cada una de sus posiciones y roles. El Barça de Xavi desde que le ganó 4-2 al Atlético está disparando más de 15 veces por partido, con 4,5 disparos claros (la cifra más alta en las 5 grandes Ligas) por 90 minutos y un XG generado de 2,19. Cifras que muestran que el equipo de Xavi genera mucho y, sobre todo, de calidad. ¿Cómo?

La mejor virtud de Xavi ha sido probablemente la de superar su propio relato. Todo lo que se ha dicho del Xavi entrenador incluso antes de que entrenase eran discursos supeditados a sus declaraciones, a su personaje, y no a su juego. Porque el juego no importaba, y así se construyó una figura agria, gigantesca, unidimensional. Y si algo ha demostrado Xavi es que es un técnico que quiere dominar todos los registros y recursos, abrazando al juego en su totalidad. Su Barça ha transitado con voracidad, ha presionado y ha sabido ser generoso en el repliegue. Que exista una intencionalidad primaria (tener la pelota y presionar) no implica que Xavi renuncie a todo lo otro, pues el juego es plural y Hernández es uno de quienes más lo ha disfrutado en su carrera. Su gran mérito es querer ser Xavi y no una copia de nada, ni tampoco un sucedáneo del relato establecido. Xavi ha roto moldes hasta el punto en el que alguna gente ha ridiculizado «el Estilo» porque el Barça marcaba en transición. ¿Ya nadie se acuerda del primer Barça de Pep?

Radar de los últimos dos meses del Barça de Xavi a nivel defensivo en comparación con la 1a parte de la temporada (Vía StatsBombEs)

¿Qué haremos con toda esta energía?», se interroga uno de los personajes de Ice de Robert Kramer. Aquel momento de agotamiento de formas cinematográficas en el cine norteamericano desprendía una pregunta crucial, y era la de la energía acumulada, que salió en forma de una violencia extrema en la pantalla. El Barça de Xavi se ha preguntado lo mismo. En su caso es une energía recobrada, una insuflada por los Gavi, Pedri, Eric, Araújo y compañía que ha logrado llegar a los veteranos, como en una cadena de mando invertida. Xavi como nexo conector, como generador y transmisor de una energía que es la que está moviento a este FC Barcelona. Y en eso se puede ver cada una de las fases de juego. Defensivamente, (radar de arriba), este Barça está en números espectaculares. Presiona muchísimo, es agresivo tras pérdida y concede menos opciones a sus adversarios. La energía no siempre es positivia, pues debes saber qué hacer con ella. Y es que la intensidad es precisión, es concentración, es energía encauzada. Este Barça es el más intenso en años.

Desde siempre se ha manoseado el concepto intensidad para explicar derrotas y justificar victorias. Como una máxima sencilla que englobe la complejidad del juego. Cuando se dice que un equipo es intenso nunca se habla de la precisión, de la concentración en cada movimiento. No es correr más, sino mejor. Xavi ha logrado reordenar una energía necesaria pero peligrosa en un mensaje troncal; correr muy bien para parecer que se corra más. Así el aficionado entiende este cambio de una forma distinta a la que se ha sucedido, y es que el gran qué de Xavi es la forma en la que ha logrado juntar los esfuerzos.

Relación entre goles esperados (verde) y Pases por Acción Defensiva (morado) desde la 19/20 hasta la fecha (Vía StatsBombEs)

El gráfico de arriba muestra una relación directa entre los goles esperados y los Pases por Acción Defensiva. Cuanto menos pases, más agresividad. ¿Qué nos muestra? Un equipo que, actualmente, genera mucho y es el más agresivo en casi 3 años. Ofensivamente no está con los números de Messi, pero sí ha logrado establecer un equilibrio entre lo generado y su agresividad, permitiendo que el Barça defienda menos tiempo, más lejos y con mayor seguridad. Reduciendo las posibilidades de encajar y dependiendo menos de la inspiración individual, este Barça encuentra más rutas para llegar al gol, caminos que antes desconocía porque no los necesitaba.

«Nos está costando mucho. Más de lo que esperaba. Hay conceptos que no se saben y que son imprescindibles para nuestro modelo de juego, pero vamos por el buen camino»

Xavi Hernández

Durante tiempo, el Barça se había preocupado como institución de vivir en un fragilísimo equilibrio entre el corto plazo y el presente inmediato. El futuro era desechado en pro de una lectura asfixiante del día a día. Con Messi envejeciendo cada verano, uno no podía pensar con frialdad, pero debía hacerlo. El Barça fue perdiendo estructura y sentido colectivo para exprimir el talento eterno de Leo. Como una bolsa de petróleo que crees infinita. Pero se acabó. Y sin un plan B, le fue encomendada a Xavi la tarea de buscar nuevas fuentes de energía mientras lidiaba con sus vecinos enfurecidos. Xavi fue presentado como una Idea, como una promesa. «Este es un día histórico», decía Laporta. En cada palabra, un gramo más de presión para un técnico que llegaba con su nombre como escudo y su recuerdo como aval. Los que querían que fallase no tardaron ni dos días en empezar a hacerse notar. Pero Xavi no dijo nada. Y con eso lo dijo todo.

Dejó que su fútbol y unos cambios al principio pequeños pero importantes hablasen por él. Instalado en una autoexigencia salvaje («nos va la vida en ello», dijo más de una vez), Hernández empezó a dotar de un equilibrio mucho más sano al equipo. Lo primero no era jugar bien, sino ser un equipo sano. Desde ese punto crucial se podía crecer. Una vez asentado ahí, el Barça empezó a competir contra su propio recuerdo. El de un equipo incapaz de llevar a cabo su plan los 90 minutos, demasiado débil como para toserle a nadie. Xavi revertió esto rompiendo de lleno con el pasado reciente de este colectivo, empoderando a unos jugadores que volvieron a creer en sus posibilidades. Con confianza y fe en lo que se hace, este Barça es un equipo que, por fin, hace notar más sus certezas que sus dudas.

¿Y ahora qué? Esta es la pregunta. Con un equipo que tendrá en chino competir por La Liga y con la Europa League de fondo, el objetivo de este Barça debe ser el de preparar el terreno para la próxima temporada. Que cada victoria ahora sirva para trazar el recorrido en pretemporada y afianzar costumbres. Este Barça tiene el mejor grupo de sub 21 del mundo. Pedri, Ansu, Gavi, Eric, Dest, Araújo, Nico. Jugadores que o ya son realidades contrastadas, o niños prodigio o promesas que apuntan alto. No hay otro colectivo que junte tanto talento joven y tan distinto en tantas zonas como este. Una vez lo tienes, lo que toca es hacerlo crecer, entendiendo que cada jugador es distinto y sus ritmos no se parecen. Pero con Xavi parece que cada futbolista crece como debe, como si de repente todo tuviese sentido. El FC Barcelona debe entender los meses venideros como una oportunidad definitiva para regresar, para lanzar un mensaje que no se sustente en nombres, sino en ideas. Que la idea no sea solo eso, sino algo casi palpable.

Xavi ha logrado resolver el Cubo de Rubik en tiempo récord. Un cubo deforme con caras que no casan, que se repelen y se odian. Juntándolas siendo él mismo y no una copia de nadie, ejerciendo su poder con inteligencia, siendo consciente que el crédito que tiene debe ser usado de forma precisa, implacable. Los que dudaban ya no lo hacen, y los que creen, ya no dejarán de hacerlo. El Barça ya existe, y aunque desconozcamos sus horizontes, sí podemos ver sus fundamentos. ¿Qué haremos con toda esta energía? Ya tenemos la respuesta.

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Albert Blaya
Periodista. Escribo sobre fútbol y leo mucho.

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