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Lejos de que la opinión pública pueda condicionar la velocidad de cada proyecto o el rendimiento del equipo, podemos decir que el Villarreal 2021-22, por momentos, y no pocos, está decepcionando. Esta conclusión habla bien, paradójicamente, de la altura que ha alcanzado un club de una impecable imagen pública, un buen hacer y equilibrio ejemplar por el uso de sus recursos y la transparencia y sutilidad de su dirección deportiva, así como las buenas ideas y mejor desarrollo de todas ellas. Pero pensar por momentos en la decepción es una opción francamente razonable a tenor de la inversión realizada y la nómina de futbolistas de los que se ha rodeado tras ganar la Europa League. Y ello no alterará el rumbo ni obligará a tomar decisiones drásticas pero sí puede darnos alguna pista de que el club busca aclimatarse a una exigencia donde antes todo eran premios. Una exigencia marcada por la calidad de la plantilla y el nivel de detalle de Unai Emery para situarla por encima de su nivel diario. Y es lo que está pasando esta temporada.

Y esa sensación la marcan los resultados pero, sobre todo, la plantilla. Y aquí no hablamos de generalidades, aquello de “es una gran plantilla”, sino algo mucho mayor. El Villarreal ha logrado confeccionar un listado de jugadores con el que poder llegar a todo sin pagar costes: es una plantilla profunda en cantidad pero también en versatilidad; es también equilibrada porque no está descompensada observando la calidad atesorada en cada línea o zona del campo y lo es también por el nivel de talento, muy alto pero en ningún momento dependiente de uno solo ni con problemas potenciales de gestión si se prefieren las rotaciones o en un día importante un gran nombre se queda en el banquillo. A esto ayuda lo explicado en las primeras líneas sobre su eco mediático, pero en cualquier caso la plantilla del conjunto castellonense da para imaginarla en muchas direcciones.

Trasladando ese potencial a la práctica, pasando de plantilla a equipo, no hay que obviar que viene de levantar un título europeo, cuestión que le ha dotado de un estatus y una autoconfianza en días importantes mucho mayor que si no lo hubiera hecho, lo que quizás haya podido despistarle en tareas ligueras más mundanas. Su problema ha venido en el día a día, donde su principal virtud, ser un equipo tanto de los centrocampistas como de los delanteros o los laterales, sin dependencias, y sí de buenas interacciones y sociedades, le ha impedido rendir como se esperaba. Y quizás eso tenga que ver con cómo Emery es capaz de llevar una plantilla en contextos de relajación, si podemos llamarlo así, en el día a día, gestionando el favoritismo de saberse mejor que muchos equipos de Primera, con contextos de concentración, un factor infravalorado y cuyo logro depende de más factores de los que se presume, donde el técnico vasco puede marcar la diferencia.

Lejos de la Champions para la temporada que viene después de unos resultados muy negativos con calendario favorable, la plantilla parece preparada para olvidarse de ello y crecer en el día importante. Y puede hacerlo porque la ductilidad de su ataque permite a Emery forzar determinados planteamientos y hacer daño desde la individualidad y no tanto desde lo colectivo. Dejando a deber en el día a día, Emery parece capaz de competir junto a sus jugadores cuando el reto es más grande que el que incluso puede afrontar por nivel real. Sólo así se entiende que Pau Torres, muy irregular, con fases muy bajas de rendimiento, pueda hacer el partido que hace en Turín.

Y esta reflexión termina con otra. Llegados a este punto, puede que incluso sea la mejor opción que Emery sea el dueño de lo que pasa y sacrifique definitivamente algunos procesos que no han salido bien. A partir de aquí, el Villarreal europeo no va a tener ni tiempo ni necesidad de estar a la altura de las exigencias, porque vuelve al terreno donde lo que puede conseguir son premios y no colmar expectativas: ceñirse a la pizarra para sentirse libre. Las eternas y maravillosas contradicciones del fútbol.

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Alejandro Arroyo
Analista táctico, scout profesional y periodista. Mano que escribe en Revista Panenka

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