France Football: cuando la historia conviene

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Algo curioso pasa con la historia del deporte: en el día a día, suele ser bastante despreciada por muchos, en especial en las redacciones periodísticas, donde la inmediatez en la que vivimos no nos facilita viajar en el tiempo. Pero, cuando la caja de Pandora del Covid-19 se abrió y esparció sus males por el mundo, y toda competencia deportiva se vio en un punto muerto, la gran mayoría de los medios se sirvieron gustosamente de sus encantos para salvar sus clicks. Viejos partidos que marcaron la historia del futbol volvieron a transmitirse, muchos buenos artículos de figuras pasadas fueron escritos y grandes series documentales volvieron a pasarse por la televisión. Incluso, en pleno encierro, la muerte de Michael Robinson provocó que los míticos capítulos de Informe Robinson se volvieran a ver con singular gusto.

No fue del todo malo, ¿verdad?, excepto por los medios que abusaron de la nota rosa, aquellos que se servían con cuchara grande de las redes sociales de las celebridades futbolísticas actuales para comunicar, obsesivamente, qué hacían o dejaban hacer Mbappé, Neymar, Messi o Cristiano Ronaldo. Sin embargo, dentro de toda la histeria que ha provocado la pandemia en las redacciones, ha habido un caso que llama poderosamente la atención. Este es el de la muy afamada revista France Football.

La publicación, sin que nadie se lo demandara, decidió cancelar el evento que la mantiene a flote: la entrega del Balón de Oro. Una pena, porque era muy probable que el monótono vaivén del galardón entre Lionel Messi y Cristiano Ronaldo fuera quebrado por Robert Lewandowski, quien, sobra decirlo, tuvo un año fantástico, quizás el mejor de su carrera. Los encargados de la publicación francesa justificaron su decisión por los dos meses de inactividad que padeció el mundo de futbol, creyendo que la entrega del premio en este año siempre tendría un asterisco. “Siempre preferiremos un esguince pequeño (a nuestra historia) a una cicatriz grande.”, escribieron en un comunicado en su sitio. Más allá de si se está de acuerdo con su decisión o no, lo que ha sorprendido es el siguiente paso dado por los encargados de la revista.

France Football, en los primeros días de octubre, anunció que conformaría un Dream Team con las mejores figuras de la historia del balompié. Si el simple debate de quién ha sido el mejor jugador de esta época, el eterno Cristiano vs Messi, se ha llevado horas de vida de todos los aficionados recalcitrantes al futbol en los últimos años, era de esperarse que la decisión del medio francés iba a terminar por levantar ámpula, por indignar a propios y extraños. Y no es para menos. Con respecto a la conformación de su XI histórico, la revista francesa ha cometido numerosos tropiezos que podrían hacer que aquel “esguince pequeño”, el de no entregar el Balón de Oro, se convierta en la “cicatriz grande” que querían evitar.

Empezando por la formación, que es un 3-4-3, la cosa empieza a descarrilarse. En primer lugar, cualquier parado se puede ejecutar de maneras distintas, incluso contrarias, pero la elección de éste en específico nos da un atisbo de la primera trampa en la que está cayendo el equipo editorial de France Football: juzgar el pasado únicamente desde la perspectiva del presente. En este tenor, cabe mencionar la ausencia de jugadores de los años 20 y 30 del siglo pasado. Como si, por ser antiguas, aquellas figuras no tuvieran valor alguno. Nombres como Giuseppe Meazza, que va más allá de ser el nombre de un estadio de Milán cuando juega el Inter, o José Nasazzi, el zaguero y líder indiscutible de la generación uruguaya que lo conquistó todo entre 1923 y 1935, brillan por su ausencia.

Aquí es donde está la segunda trampa: el tremendo eurocentrismo con la que se conformó la lista de 110 jugadores. Además de Nasazzi, la ausencia de Obdulio Varela, el gran protagonista del Maracanazo, llama poderosamente la atención. Se omiten otros nombres como el de José Manuel “el charro” Moreno, quien fuera alabado por Di Stéfano y fuese considerado mejor jugador argentino de todos los tiempos previo a la aparición de Maradona y Messi. Elías Figueroa, Héctor Scarone, José Leandro Andrade u Omar Sívori son otros grandes excluidos. Pareciera que, al menos, el brillo de Juan Alberto Schiaffino en Europa lo salvó del olvido de la publicación gala.

Aunado a lo anterior, quizás la más grave de todas las trampas en las que ha caído este experimento ha sido la de sacar completamente de contexto las posiciones de los jugadores. Atropellos como no diferenciar entre líberos y defensas centrales, encasillar a un jugador tan versátil como Cruyff como centro delantero, o a Samuel Eto’o como extremo derecho, son detalles de una larga lista de improperios. Para rematar, no podían faltar la omisión de ciertos nombres cuya sola evocación nos remonta a muchos a la infancia o a la adolescencia: Raúl González, Alessandro Del Piero, Fernando Hierro, Carles Puyol, Gennaro Ivan Gattuso, Claude Makélélé o no ver a Dani Alves (¡increíble!) son nombres que caen por su peso y que ponen en tela de juicio la seriedad del proyecto.

Al final de cuentas, France Football logró su objetivo: llamar la atención y obtener los tan ansiados clicks. Hugo Sánchez se quejó de su ausencia en los medios mexicanos, Gerardo Pelusso hizo lo propio con la indignación de los chilenos y uruguayos y el madridismo se lamentó amargamente por la ausencia de uno de los jugadores más laureados de la historia del futbol europeo: el mítico Paco Gento.

Como bien me comentó Roberto González en el transcurso de esto días, todo el asunto parece más una pasarela que una votación por un XI histórico. Y tiene razón: lo de France Football se ha asemejado más al periodismo rosa, al de espectáculos, que al de un ejercicio histórico serio. Cualquier historiador deportivo sabe que mezclar contextos es una tarea imposible, que conformar un Dream Team de la historia del futbol es una paradoja irresoluble, una aporía; pero, si se hace bien, puede resultar una tarea enriquecedora para el lector. En el caso de la publicación francesa, pareciera que sus editores se han olvidado de lo que la ha llevado tener la fama que ostenta: el prestigio que conlleva hacer periodismo de calidad.

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Ricardo Mercado
Historiador y periodista deportivo. La memoria nos construye. También al futbol.

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