Producir más y mejores jugadores. Esa fue la meta que se fijó el fútbol inglés al reestructurar su modelo formativo en 2012 con el Elite Player Performance Plan. Diez años después, tal y como se previó, la producción de futbolistas se ha disparado. Hoy, Inglaterra tiene prospectos para repartir y, al mismo tiempo, asegurar el futuro e impactar el presente.
Un proyecto de este calibre no necesita resultados a nivel de selecciones juveniles para ganar validez. Vamos, las generaciones hablan por sí solas. Sin embargo, cuando el trabajo es continuo, y cuando hay más y mejores en las Academias, los títulos llegan como un efecto colateral a confirmar lo que se ha hecho. No es ninguna casualidad que, en los últimos seis años, Inglaterra haya ganado un Mundial U17, otro U20 (ambos en 2017), tres torneos de Toulon (2016, 2017 y 2018), y dos Eurocopas U19; la primera de ellas también en ese mítico 2017, y la segunda, que es la que nos tiene aquí, conseguida a pulso este verano en Eslovaquia.
A pesar de dejar fuera nombres importantes como Charlie Patiño, Shola Shoretire, CJ Egan-Riley, Luke Mbete o Kaide Gordon, Ian Foster conformó un gran grupo que supo anteponerse a todos los retos que la competencia le fue presentando. El equipo se hizo fuerte, entre otras cosas, gracias a la acertada dirección de campo del joven entrenador en momentos de tensión, y a la manera de gestionar la plantilla, pues no hubo un solo jugador de campo que se fuera sin disputar, al menos, 30 minutos de juego.
El cuadro inglés encontró balance a partir de su inamovible 3-4-2-1. La agrupación fue casi siempre correcta al momento de defender (solo dos goles recibidos), mientras que la ocupación de espacios en fase ofensiva permitió tener distintos caminos para atacar. La paciencia fue vital para saber cuándo buscar las grietas en las bandas, cuándo conectar con los mediapuntas entre líneas, y cuándo era mejor romper a través de conducciones. Y en los instantes en los que ningún mecanismo parecía funcionar, las acciones a balón parado fueron la solución.
Nada de esto hubiera sido posible sin la calidad individual de varios de estos chicos, que simplemente llegaron a este certamen a reafirmar el potencial tan alto que tienen. Repasamos a los más destacados:
El mediocampo del Aston Villa
Aston Villa ha demostrado ser uno de los clubes con más estabilidad en cada una de sus áreas. Carney Chukwuemeka, Aaron Ramsey y Tim Iroegbunam representaron a su Academia comandando el mediocampo de los Tres Leones. Y además, lo hicieron exhibiendo dos modelos diferentes de captación. Mientras Chukwuemeka (#8) y Ramsey (#10) han escalado dentro de la institución durante años (Campeones de la FA Youth Cup en 2021), Iroegbunam (#4) fue reclutado del West Bromwich Albion la temporada pasada. Los tres ya con debut en el primer equipo.
Pero fue Chukwuemeka quien se robó el show. El MVP indiscutible de esta Euro. Centrocampista de cualidades técnicas extraordinarias, capaz de regatear en corto, eludir rivales en conducción y asociarse cerca de la frontal; todo con el balón cocido al pie. Tan poderoso físicamente como elegante. Destinado a convertirse en figura.
Harvey Vale (Chelsea)
Se trata, posiblemente, del mediapunta más estético y productivo de Inglaterra en este grupo de edad. Zurdo, espigado y fino. Sin embargo, contrario a todo pronóstico, Ian Foster lo utilizó de carrilero por izquierda para darle equilibrio al sistema. Como buen capitán, respondió. Su creatividad quedó casi anulada, pero nunca dejó de sacrificarse hasta el punto de defender en su propia área. Y en los únicos 30 minutos donde se le necesitó en su posición nominal, se sacó de la manga la mejor asistencia del torneo para destrabar la final y alzar el título.
En un Chelsea plagado de opciones en la mediapunta, esta versión podría abrirle alguna puerta.
Jarell Quansah (Liverpool)
Otro finalista de aquella final de FA Youth Cup 2021. Central que se siente muy cómodo con balón y que no tiene ningún temor a la hora de ganar metros en conducción. No es el más veloz, ni tampoco el más dominante en duelos, pero es lo suficientemente ágil para llegar bien parado a todas las jugadas. Un central bastante completo.
Brooke Norton-Cuffy (Arsenal)
En lo que respecta a capacidades físicas, es un auténtico tren. Superdotado. Se puede generar ventajas con el puro arranque, o llegar con vuelo para atropellar a cualquiera y colarse a la línea de fondo. No obstante, presenta algunas deficiencias a nivel coordinativo, de disciplina táctica y a veces hasta de concentración (inaudito el penal que comete en la semifinal contra Italia). Para ilustrarlo mejor, compararía sus carencias con las de Aaron Wan-Bissaka.
No hay duda de que su físico lo acercará a la Premier League, pero está a tiempo de corregir dichos problemas y convertirse en un lateral útil a mediano plazo, sobre todo considerando lo que demanda el equipo de Mikel Arteta.
Dane Scarlett (Tottenham) y Liam Delap (Man City)
Dos delanteros que figuran en varios portales especializados como grandes promesas del fútbol europeo. Diferentes entre sí, pero ambos pudieron aportar a la consecución del título en determinados contextos. Dane Scarlett es un delantero más móvil, de diagonales hacia los costados, pequeños desmarques y con una buena combinación de velocidad y técnica.
Liam Delap, en cambio, es un ‘9’ referencia. Por su corpulencia puede entrar en disputas con los centrales, jugar de espaldas y poner de frente a sus compañeros. Eso, fuera del área. Dentro de ella, es un fantástico rematador, no por nada es el segundo máximo goleador en la historia de la Premier League 2 (U21/23).
Otros destacados: Alfie Devine (Tottenham), Alex Scott (Bristol City) y Jamie Bynoe-Gittens (Borussia Dortmund)
Twitter: @MemoNavarro_
