“La altura, el peso y demás condiciones físicas no son determinantes a la hora de ser talentoso. El talento tiene mil formas y no hay ninguna que exima al jugador de sobresalir en unas u otras habilidades o capacidades.” Esto no es solo una de las mantras de La Masía y otras excelentes escuelas de todo el mundo; es también una realidad consumada. No existe una única forma de practicar el balompié: cada futbolista se entiende a sí mismo de un modo distinto, y nadie puede asegurar que la forma de jugar de uno es mejor que la del otro. Sí se puede sobresalir por niveles. Lo mismo ocurre con el físico: igual que un jugador grande y fuerte como Paul Pogba puede ser ágil y muy talentoso, otro menudo y esbelto como N’Golo Kanté puede ser uno de los mejores recuperadores de balones de todo el siglo XXI. Es, tan solo, cuestión de talento.
Nico González (2002 | España) es otro de tantos futbolistas cuyo físico engaña a fieles y detractores. Un futbolista de 1,88 m moldeado para sobresalir en el centro del campo. Con unas piernas largas y una estatura bastante alta, a primera vista destaca sobre todo su excelente coordinación de piernas en espacios reducidos y su habilidad para salir de presión con magníficos primeros controles orientados (generalmente casi siempre con la pierna más alejada, algo tendente al cambio de lado). De esta forma, en la base, llega a imponerse con cierta regularidad gracias a la limpieza y claridad técnico-táctica de su primer control, siendo más tarde un filtrador que encuentra facilidad superando líneas también desde la relación con cercanos o por su propio pie.
No obstante, al menos desde su primer paso por el fútbol profesional del FC Barcelona, Nico González ha pisado más bien poco el rol de pivote posicional. Casi siempre ha actuado como interior, erigiéndose como uno que somete a rivales más por su posición: por el dónde, en el cuándo y el para qué. En este sentido, su lectura para interpretar espacios a la hora de atraer marcas o liberarse de ellas, o de ocupar X espacios para generar Y ventajas, es espléndida. Propia de un niño criado en Can Barça. Con todo esto, su relación con cercanos es más que notable pero, sobre todo, cabe destacar su capacidad para emplear ciertos recursos dependiendo del contexto cercano que lo acompaña. Son estos primeros controles lo que le convierten en oro pareciendo plata.
A nivel defensivo, además, es un prodigio defendiendo hacia delante (algo mejor que hacia atrás). En el cuerpo a cuerpo, Nico es un futbolista fuerte y con gran presencia para impedir giros y hacerse grande en cuestión de recuperaciones. A nivel espacial, su zancada es imperial y le permite recorrer muchísimos metros en poco tiempo, tanto para corregir espacios como para lanzar presiones. Pero, sobre todo, relacionado con todo lo anterior, Nico es un futbolista que se activa veloz y eficazmente tras pérdida y que se encuentra con rapidez en la zona con balón para impedir o trabar posibles avances rivales.
La cantera del FC Barcelona es prolífica a la hora de hacer emerger talentos en el fútbol profesional. Altos, bajos, corpulentos o esbeltos. El talento no tiene una única forma. En el caso de Nico González, sorprende -sobre todo- su facilidad para aclimatarse a muchos contextos distintos: como distribuidor en la base, como filtrador, como girador… Y esto, sin duda alguna, es un punto a favor para la cantera culé: la exigencia en cuanto a variabilidad durante su etapa base es el método más efectivo a seguir para formar talentos de este tipo. Ahora, Nico González tan solo necesita minutos en la élite. Lo demás lo trae de serie.