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HISTORIAL

¿CÓMO CLASIFICÓ?

ANÁLISIS

Generalmente, se tiende a pensar que las selecciones asiáticas solo pueden competir a través de su disciplina físico-táctica, pero, en este Mundial, además de garantizar ese tópico, son varias las que sorprenderán con su propuesta vistosa con balón. Y la más notoria, probablemente, vaya a ser la Corea del Sur con Paulo Bento. Un combinado que no sufrió en ningún momento para clasificarse y que no tuvo problemas para imponerse desde el dominio territorial propio de quien fluye en sus posesiones y con su presión. Su plan se basa en asentarse en campo contrario, atacar durante la mayor parte del tiempo y defender lejos de su portería; algo que puede resultar un arma de doble filo. La parte buena es que, si se ve por detrás en el marcador, tendrá argumentos para abrir repliegues. La mala, que ante rivales de cierta entidad, puede verse obligada a matizar o cambiar su propuesta, algo a lo que no están acostumbrados.

Otra de sus particularidades, más allá del mencionado estilo, es la manera en que atacan, juntando a tres o cuatro futbolistas en tres cuartos de campo muy dinámicos para, junto al “9”, mezclar a pocos toques, tocar y moverse para abrir nuevas líneas de pase, con una libertad posicional bastante notoria; tanto para intercambiar demarcaciones de partida en distintas jugadas, como para, en el devenir de las mismas, ir permutando y convertirse en más imprevisible. Referenciarles individualmente es un suplicio físico y mental. Habitualmente, su líder Son Heung-min parte desde la izquierda o la mediapunta, Hwang Hee-Chan puede actuar en cualquier carril, Kwon Chang-Hoon desde la derecha –con tendencia interior—, y Lee Jae-Sung y/o Hwang In-Beom lo hacen desde la segunda altura del mediocampo, en carriles interiores. Pero más allá de cábalas, es necesario verlos sobre el césped para descifrar si es 4-1-4-1, 4-2-3-1 o, incluso, 4-4-2 en rombo. Lo que importa son los roles y sinergias, Paulo Bento no parece, ni mucho menos, un obseso del orden posicional ofensivo. En parte, consciente de que sus pupilos, por sus dotes técnicas y asociativas, no pierden muchos balones jugando expuestos. Y porque se activan con rapidez y determinación tras pérdida.

Todos los trequartistas mencionados comparten el hecho de ser livianos y ágiles no solo para dejar buenos desmarques, sino también giros recibiendo de espaldas mediante el control orientado o con paredes que les hagan progresar aprovechando que es un plantel que se reparte bien los espacios y se escalona con naturalidad. Por eso tienen la capacidad de acelerar ataques desde lo individual o desde lo colectivo. El del Tottenham y el del Wolverhampton, sus grandes armas de ataque, amenazan recibiendo tanto al pie como al espacio. Pero el que puede pasar más desapercibido es Lee Jae-Sung, un futbolista que brilla más con su país que en el Mainz, tal vez por una cuestión de estar rodeado de forma diferente, por estilo táctico o por mera confianza. Y lo cierto es que el “10”, tanto si desciende unos metros para conducir ataques, como si recibe por delante más enfocado en girar defensas con su presencia entre líneas, resulta muy útil para dar continuidad y claridad a los ataques con su visión y manejo de la pausa-aceleración. Mucha triangulación, acciones de tercer hombre, mezcla de desmarques de apoyo, descargas de primeras con sensibilidad y ruptura que compense… Hay una notable virtud socioafectiva en esta Corea del Sur.

La clave es llegar a campo rival para poder poner en práctica este tipo de ataques. En el clasificatorio asiático apenas se han medido a selecciones que les presionasen o que lo hagan bien, y una de las grandes incógnitas es cómo van a responder a esa cuestión. No hay motivos para creer que no lo puedan hacer, dado que sus centrales son más que aseados con balón, atrevidos desde el pase filtrado y, en el caso de Kim Min-jae, también con conducciones largas y agresivas para romper líneas. Y también porque su mediocentro más posicional, Jung Woo-Young, viene acostumbrado a manejar los hilos de un Al-Saad donde tuvo a Xavi como estratega y ahora cuenta con Juanma Lillo; quedando un jugador que no solo equilibra con su activación defensiva, lectura y capacidad de cobertura o robo, sino que también sirve como apoyo para salir con limpieza y dejar desplazamientos medios o largos de bastante nivel.

La clave será ver cómo responden ante situaciones de mayor estrés con balón de las que se han encontrado hasta ahora. Sus laterales, probablemente, sean el punto débil que convenga atacar, orientando las salidas para que estos reciban al pie y tengan que arriesgar sin ser especialistas con el esférico en campo propio. Son perfiles más para repetir esfuerzos, dar recorrido desde la amplitud y terminar pisando zonas de extremo en sus ataques, mientras los atacantes se retroalimentan en pasillos interiores.

Y, en la otra cara de la moneda, Corea del Sur ha sido una selección acostumbrada a mantener el bloque alto porque su presión funcionaba cuando el oponente inicia el juego, pero eso también se debe a la falta de calidad de sus adversarios en la salida de balón. Su intención, clara y efectiva en Asia, consiste en orientar al rival a salir por banda para emparejar ahí sin dejar hombres libres. Y lo que se han encontrado, si no ha sido el robo en campo contrario, era un balón largo en donde sus centrales o el mediocentro lucieron como ganadores de duelos aéreos y segunda jugada. Pero esto es algo que también puede verse alterado por el hecho de enfrentarse ahora a delanteros que atacan bien el espacio como Iñaki Williams o Darwin Núñez, al igual que otros que luzcan cuerpeando como Cristiano Ronaldo, Luis Suárez o Edinson Cavani. Tal vez por ello, maticen su conducta o la varíen hasta implementar un bloque medio más zonal cuando no tengan la pelota o no consigan recuperarla rápido. En definitiva, es una Corea del Sur acostumbrada a buscar que pasen muchas cosas en los partidos y que quiere el balón no solo para quitárselo al rival, sino para dañar con él. Esa es su naturaleza.

XI TIPO

FIGURA: SON HEUNG-MIN 

A estas alturas de la vida es imposible vislumbrar qué hubiera pasado si la estrella del Tottenham no hubiese ganado los Juegos Asiáticos de 2018. Una cita muy poco mediática que, en aquella edición, tuvo en vilo a mucha gente por una cuestión tan resultadista, como triste. Aunque con final feliz. Porque, pese a ser considerado por aquel entonces ya uno de los mejores futbolistas asiáticos de la historia –si no el mejor–, Son estaba condenado a dejar el fútbol durante 21 meses para realizar el servicio militar obligatorio para todos los ciudadanos de Corea del Sur, el cual solo podía evitar ganando un título con su país para ser considerado así, y solo así, “deportista de élite”. Y aquello sucedió, en un equipo comandado por él y por Hwang Ui-jo, actual “9” de la absoluta y máximo goleador (9 dianas en 5 partidos) de aquel torneo. Técnica y físicamente, Son es un superdotado, por encima de la media en su selección. Muy útil porque, además de casar bien con la idea colectiva de Paulo Bento, funciona como desatascador de partidos por lo autosuficiente que es desmarcándose al espacio en una selección de mucho balón al pie y por su gran disparo de media distancia en un combinado que no va especialmente sobrado de gol.

PROMESA: LEE KANG-IN

Pese a su prematuro debut hace ya cuatro campañas en el Valencia CF, cuando apenas tenía 18 años, y de empezar a contar para Bento desde 2019, se está consagrando en La Liga esta 22/23. A sus 20 años y con el estilo tan pragmático del RCD Mallorca, el trequartista surcoreano ha terminado de explotar actuando como segunda punta junto a un “9” de gran envergadura y lucha como es Muriqi. Zurdo, aunque con buen manejo de la diestra –habitual cambio de pie para regatear–, pelota pegada en conducción y agilidad diferencial para zafarse de marcajes o para girar si recibe entre líneas: todo ello, aderezado por un punto de agresividad en la toma de decisiones, no conformándose con jugar fácil.

Es escurridizo por físico, técnica, imaginación y por esconder sus intenciones antes de ejecutar la acción. Agradece cierta libertad posicional y, a cambio, tiene facilidad para producir cifras con su disparo o centro con efecto desde la frontal. La principal incógnita de su fútbol siempre ha estado en la inconsistencia mental, aunque si se siente importante y eso coincide con sus tramos lúcidos, como es el caso, es un mediapunta que cambia partidos. Otro punto de mejora reside en dar algún toque menos por intervención, aunque esto también puede ser útil si atrae muchas miradas que contribuyan a liberar a sus compañeros. A priori, suplente con Corea del Sur, aunque no es descartable que gane protagonismo dada su actual momento de forma.

ENTRENADOR: PAULO BENTO

El técnico portugués representa uno de esos perfiles que no lograron triunfar al salir de su país natal. Comenzó su andadura en los banquillos nada más retirarse del fútbol en 2004, tras compartir vestuario con un joven Cristiano Ronaldo cuando militaba en el Sporting CP de Fernando Santos, por aquel entonces. En la misma entidad lisboeta dio sus primeros pasos, haciéndose cargo ese mismo año del equipo sub-19 hasta que, 15 meses después, asumió las riendas del primer equipo tras la salida de otro ilustre como José Peseiro –actual técnico de Nigeria–.

Un ascenso meteórico que, lejos de salir mal por prematuro, fue seguramente su gran obra a nivel de clubes, ganando dos veces la Taça de Portugal, dos la Supertaça y siendo año tras año la alternativa del FC Porto en la carrera por la Primeira Liga. Eso le sirvió para relevar a Carlos Queiroz de la selección portuguesa en 2010, donde cumplió un ciclo agridulce: cayendo de pie en la Eurocopa 2012, por penaltis, frente a la gran España campeona del mundo; pero incapaz de superar la fase de grupos en Brasil 2014. Tras ese batacazo, se hizo cargo del Cruzeiro brasileño, Olympiacos griego y Chongqing Liangjiang Athletic chino, tres proyectos donde duró menos de un año hasta recalar en Corea del Sur tras el Mundial de 2018.

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Iñaki María Avial
Periodista · 1997 · España | Kaká me enseñó desde San Siro que en el fútbol la magia importa, Gerrard se fue a Estambul a confirmarme que la mentalidad prevalece. También soy `Chiellinista´. Delante de un micrófono, como dijo Michael Robinson, "estoy muy ocupado, pero no siento que esté trabajando".

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