HISTORIAL
¿CÓMO CLASIFICÓ?
ANÁLISIS
Después de un buen Mundial en 2018, Serbia fue una de las grandes ausentes en la Eurocopa 2020, con una generación de futbolistas no solo con el talento suficiente para estar en cada gran cita, sino que también prometía un encaje de lo más natural entre sí. Era difícil que jugadores con un idioma futbolístico tan parecido no funcionaran juntos. Y, ahora, Dragan Stojković ha conseguido plasmar esa teoría sobre el césped, hasta el punto de haber liderado su grupo y obligado a Portugal a disputar la repesca. Todo ello, inspirado clarísimamente por el estilo de la clase media-alta de la Serie A, no solo por la forma en que juega y, más concretamente, por cómo defiende (presiona); sino porque también son hasta ocho futbolistas de su columna vertebral los que lucen el parche del Calcio a nivel de clubes: Torino, Hellas Verona, Fiorentina, Lazio y Juventus, los grandes protagonistas.
Los tres primeros equipos mencionados, que es donde se han curtido Darko Lazović, Ivan Ilić, Vanja Milinković-Savić, Sasa Lukić o Nikola Milenković, comparten el rasgo distintivo de construir proyectos con base en su capacidad para destruir rivales desde una presión de la escuela de Gian Piero Gasperini: agresiva, con persecuciones individuales por todo el campo y sostenible gracias a su capacidad física para repetir esfuerzos durante muchos minutos a gran intensidad. Esta Serbia, ante todo, es una selección enjundiosa, que asfixia adversarios sin trazar un plan en función de quién tenga en frente. Osadía defensiva, que es el contexto ideal para centrales específicos e impetuosos como Strahinja Pavlović o el propio Nikola Milenković, los cuales están acostumbrados a lucir sus virtudes siendo pegajosos y ganando disputas defendiendo hacia delante.
Pero no solo es cosa de los centrales. Es un plantel que desde los primeros pases del oponente ya se dedica a ensuciar sus salidas. Por su forma de defender tan peculiar, puede sufrir especialmente ante equipos que combinen a pocos toques bajo presión en su propio campo, contra atacantes veloces para aprovechar que Serbia tira la línea del fuera de juego bastante adelantada, enfrentando talentos escurridizos para zafarse de esos marcajes uno contra uno, o ante delanteros que puedan pivotear y permitir a los suyos salir en largo. Esta Serbia rara vez ha sido sometida recientemente como para tener que defender en bloques medio-bajos, pero ese sería otro contexto donde se podrían evidenciar sus costuras defensivas. Y no es descartable que, ante rivales de entidad como Brasil, tuviese que matizar su plan, pese a que fue así como dominó y le ganó a Portugal.
Una de las máximas del fútbol reside en que se ataca como se defiende y se defiende como se ataca. Y, en este sentido, Stojković ha conseguido un plan de lo más coherente con sus virtudes y limitaciones, cuyo 3-4-1-2 o 3-5-2, además, sitúa a prácticamente cada jugador en su demarcación predilecta. Complementariedad absoluta. En primer lugar, porque consigue defender lejos de su portería, consciente de que la defensa es su línea claramente más débil. En segunda instancia, porque sin centrales diferenciales en salida de balón –aunque sí atrevidos en conducción– y sin excesivos perfiles creativos por dentro más allá de Dušan Tadić –libre en la mediapunta– o Saša Lukić para acelerar ataques desde la sala de máquinas mediante su conducción o pase filtrado, traduce en ocasiones muchos de sus robos cerca de la meta rival, con este mal estructurado. Y, en tercera, porque a través de esta idea de asentarse en campo rival, potencia su mayor foco de peligro, que no es otro que su amenaza centradora, sea a balón parado –centrales poderosos en área rival– o mediante los envíos desde ambos flancos. Esta Serbia es, probablemente, la selección que más intimida de todo Qatar 2022 desde su juego exterior.
Con extremos como Filip Kostić o Andrija Zivković reconvertidos a carrileros, o con la alternativa de un Lazović acostumbradísimo a jugar en ambos carriles, asegura energía para subir y bajar la banda, cambio de ritmo, potencia al espacio y un golpeo de muchísimos quilates. Especialmente, desde la izquierda, con el ex del Eintracht Frankfurt. Y esto, aderezado por dos gigantes asesinos como Dušan Vlahović o Aleksandar Mitrović a la hora de cargar el área y rematar de cabeza o pie al primer toque, desemboca en un equipo muy difícil de contener desde el repliegue. Estos perfiles exigen máxima concentración y contundencia en el área, con el añadido de que no te puedes olvidar de tapar bien la frontal, porque los balcánicos también son altamente peligrosos por el disparo de media distancia. Ahí, son definitorios todos los carrileros o delanteros mencionados, además de Tadić, Lukić, Ilić o el polivalente Gudelj (mediocentro o central). Si encuentran tiempo y espacio desde la media luna, es más que probable que también castiguen como pocas selecciones a nivel mundial. Por pegada, resultará una selección peligrosísima; aunque por la agresividad de su propuesta, puede brindar partidos demasiado abiertos, incluso, para sus propios intereses. Identidad muy marcada.
XI TIPO
FIGURA: DUŠAN TADIĆ
Elegir un jugador insignia en Serbia es muy complicado, porque además de ser muy coral, tiene hasta cuatro grandes aspirantes al trono: Tadić, Kostić, Vlahović y Mitrović. El tercero de ellos está llamado a serlo más pronto que tarde por un tema de carácter y edad. El último, seguramente sea el que llega en mejor estado de forma, promediando un gol por partido en un equipo como el Fulham, recién ascendido a la Premier League. Pero, en términos de creatividad, el más listo de la clase es Dušan Tadić. Al 100%, goles aparte, es el futbolista que más puede elevar el techo de su selección. Interpretación del juego y capacidad para hacer jugar al resto por encima de la media, además del ya mencionado golpeo tan fabuloso que gasta. Una navaja suiza, además, porque aunque aquí está claro que partirá por detrás de la doble punta (3-4-1-2) o como interior (3-5-2), tiene experiencia actuando en la mediapunta, en ambos extremos y llegó a hacerlo como «falso 9» en aquel gran Ajax de Erik ten Hag. Un jugador que ha mejorado clarísimamente con los años, porque la técnica depurada la tuvo desde bastante antes, pero la consistencia no llegó hasta recalar en ese inolvidable equipo de Ámsterdam durante la disputa del Mundial de Rusia 2018, donde ya dejó un gran sabor de boca con la elástica serbia.
PROMESA: STRAHINJA PAVLOVIĆ
El del RB Salzburg es un central muy específico, aunque con capacidad para cuajar grandes partidos en sus días lúcidos si el sistema y los comportamientos le potencian, como es el caso. Por la idiosincrasia del equipo austriaco y de su selección, defiende prácticamente siempre al límite, saliendo de posición lejos a perseguir a su par, no rehuyendo casi ningún duelo cuerpo a cuerpo o balones divididos –por arriba no calcula especialmente bien–, yendo al suelo… Por ello, es un defensa que vive cerca del error. La línea entre el acierto y el fallo es muy fina, de hecho. Y comete bastantes faltas, algunas innecesarias por su exceso de ímpetu, algo que, por dichas cualidades y por la repercusión que puedan tener sus malas acciones, le convierten en mejor central fuera que dentro del área. Con balón puede sumar en conducción vertical –valiente en ese sentido–, deja algún buen envío largo para cambiar la orientación o algunas buenas acciones filtrando por dentro, pero que también le pueden jugar malas pasadas si no interpreta bien el cuándo y el dónde. En definitiva, un zaguero de luces y sombras, que por el modus operandi de Stojković es un fijo en el sector izquierdo de esa zaga de tres.
ENTRENADOR: DRAGAN STOJKOVIĆ
Tras la decepción de caer en la repesca para la Eurocopa pasada, la Federación Serbia de Fútbol decidió recurrir a un hombre de la casa para terminar de exprimir esta gran generación. Y fue alguien que, es tan de la casa, que hasta presidió entre 2002 y 2005 la Asociación de Fútbol de Yugoslavia, que más tarde pasó a centralizarse en Serbia-Montenegro tras la disolución de la primera. Un hombre muy ligado al balompié serbio, dado que sus inicios fueron como futbolista internacional absoluto. En total, sumó 43 partidos con la selección yugoslava, entre los cuales destaca la disputa de la Eurocopa de 1984, el Mundial de 1990 –donde un doblete suyo frente a España les metió en cuartos de final–, así como el Mundial de 1998 y la Euro del 2000, capitaneando a su país en estas dos últimas citas. De ahí pasó a la mencionada presidencia de la FSS y a la del Estrella Roja de Belgrado posteriormente, hasta dejar en 2007 los despachos para probarse en los banquillos del Nagoya Grampus japonés –con quien levantó la única liga del equipo en su historia– y del Guangzhou City chino. Tras semejante trayectoria peculiar, cogió las riendas de esta selección hace año y medio.