السلام عليكم! كيف حالك؟ (Assalamu 3alaykum! Kaifa haluka?) سلام! حال تو چطور است؟ (Salam! Hal-e tu chetur ast?) Saludamos en dos idiomas escritos en alifato. El primero es árabe, pero la versión estándar, mientras que el segundo es persa. No te confundas: no están emparentados entre sí. Espero que estés muy bien hoy. La vez pasada hablamos sobre Saeed al-Owairan, sin duda el jugador más talentoso en la historia del futbol de Arabia Saudita. Para acabar la estancia en este país, nos iremos hacia un tema de alcance regional. Y nos vamos con la mayor rivalidad en selecciones de Asia Occidental.
Recomendación musical 1
El algoritmo de YouTube puede hacer maravillas. Como te mencioné en nuestra anterior parada, llegué al metal de Arabia Saudita por recomendación. Y de pronto me salieron recomendaciones de música que no había escuchado. nasib es el seudónimo de un músico que no es muy constante en su creación. Navegando en su Instagram, podemos apreciar que es de Rusia. Creó esta pieza de metal con fuertes influencias del Medio Oriente. Se llama The Mawarannahr. Mawarannahr (ما وراء النهر) es el nombre árabe de una región conocida históricamente como Turán por los antiguos persas (así llamada en la épica Shahnamé) y Transoxiana por los romanos. Se decía que aquí nació Zoroastra. También esta región cayó a manos de los árabes en el siglo VIII, en plena expansión de sus califatos. Creo que este dato hace que vaya como recomendación musical para este texto.
Vamos al tema de hoy.
Las rivalidades entre selecciones
No es la primera vez que escribo al respecto de este tema, y es un claro síntoma sobre cómo lo disfruto. ¿Por qué será? Porque el campo de juego claramente es una manera de canalizar viejas rencillas de tal manera que no escale hacia una guerra. La historia juega un papel fundamental para explicar de dónde viene un partido encarnizado; sin embargo, cargarle toda la responsabilidad es muy simplista. Hay mucho que entra en juego: la política, la religión, las diferentes etnias… todo esto confluye para tener partidos cuyo morbo adereza la pasión del mundo FIFA.
Una de estas rivalidades desencadenó aparentemente una guerra, la cual aconteció en 1969 entre Honduras y El Salvador. Otra más tiene sus orígenes en la Guerra Fría y en una división que hasta la fecha está presente en el mundo. Hablo claramente del Corea del Norte vs. Corea del Sur. Al oeste del Mediterráneo el Imperio Otomano se resquebrajó, pero el rencor entre Grecia y Turquía nos regala partidos iluminados por bengalas. ¿Qué podemos decir del México vs. Estados Unidos? Una edición ya llegó a un mundial. Ahora, además de ver quién manda en Concacaf, hay una guerra sin cuartel para atraer a los mejores prospectos.
¿Y en Medio Oriente? Podemos mencionar tres rivalidades que acaparan todos los reflectores. Del lado de África, Marruecos y Argelia son vecinos, pero jamás se verán con cariño. Han arropado causas enemigas; por ejemplo, Argelia apoya al Sahara Occidental, mientras que Marruecos hace lo propio con los pueblos beréberes, como la Kabylia. Otra más fue Egipto vs. Argelia. Un desempate entre ambas naciones para Sudáfrica 2010 casi lleva a un conflicto diplomático. Te comparto el texto de ese tema, por si quieres leerlo. Ahora bien, en Asia hay una especie de guerra fría. Son países islámicos, pero no son del mismo pueblo. Irán y Arabia Saudita son las máximas potencias al oeste de Asia. Sus partidos dan siempre de qué hablar. Esta es la historia de la rivalidad.
Peleas dentro del islam
Estamos acostumbrados a ver a la religión musulmana como un ente uniforme, pero esto no es cierto. El cristianismo no es el único que sufrió un cisma dentro de su propia religión (cisma de Oriente en el siglo XI y cisma de Occidente en el siglo XVI para la Reforma). El islam tiene dos corrientes con interpretaciones distintas del Corán. La primera es llamada sunismo y la segunda es el chiísmo. En su momento hablé del islam dentro del futbol. Ahora iremos al cisma.
Para entender el origen de este cisma hay que irnos hacia el siglo VII, más específicamente al año 632. El profeta Mahoma ha muerto. Se necesita un debate para conocer quién será el sucesor. Tenemos un consenso sobre quién es el Dios verdadero, que es Alá. También todos están de acuerdo en que Mahoma es su profeta. ¿Pero quién se queda a cargo de todo? Un grupo sostiene que debe ser alguien pío que siga las enseñanzas. Miraron hacia su mejor amigo Abu Bakr (أبو بكر), quien se convirtió en el primer califa. Mientras tanto, el otro grupo dice que el sucesor debe ser alguien de la familia, que es el primo y yerno de Mahoma, Ali ibn Abi Talib (علي بن أبي طالب).
En el exterior, todo ese poderío árabe crecería y se extendería por Asia, el norte de África y llegaría hasta la Península Ibérica. Tras bambalinas se cocinaban los debates. Ali se convertiría en el cuarto califa en el año 656, mucho para el deleite de sus partidarios, llamados chiíes. Esta es una palabra del árabe, shi’atu Ali (شيعة عليّ, “partidarios de Ali”). Duró cinco años en el poder hasta ser asesinado, como sucedió con sus tres califas anteriores. El poder pasó hacia el califato Omeya, con sede en Damasco, y luego a los Abasíes, en Bagdad. Esto ya eran victorias políticas para el otro grupo, los suníes. Esta también es una palabra árabe, ahl as-sunna (أهل السنة, “la gente de la tradición”).
Todo acabó en 680 cuando los soldados del segundo califa Omeya asesinaron al hijo de Ali, Husein (حسين), así como a muchos de sus compañeros de viaje. Para evitar represalias, mejor optaron por perseguir, capturar y proscribir al resto de chiíes. Tal vez los suníes seguían ganando políticamente, pero los chiíes no se quedaban atrás y seguían con su resistencia. Esta última facción ganó seguidores sorprendentemente de los conversos: judíos, cristianos y zoroastras preferían el chiísmo a modo de protesta, porque los suníes trataban como ciudadanos de segunda a los no árabes. Esta influencia le terminó dando un carácter distinto a este movimiento.
¿Cuál es la diferencia entre suníes y chiíes? Si bien ambos coinciden en las cuestiones básicas, como la lectura del Corán, hay varias diferencias.
- En cuanto a la religión, los suníes son guiados por la Sunna, una especie de dichos y hechos que hacía el profeta Mahoma. En cambio, los chiíes funcionan con una jerarquía bien establecida, y siguen las interpretaciones de los ayatolás, (آیتالله, “la señal de Dios” según su traducción al árabe), los cuales son considerados expertos en ciencias islámicas como la filosofía y la jurisprudencia.
- Una diferencia más es en una celebración llamada Ashura (عاشوراء): en el décimo día del mes Muharram (el primero del calendario islámico) los chiíes lamentan la muerte de Husein. Sectores más recalcitrantes incluso se llegan a autoflagelar. Esto trae las críticas de los suníes, para quienes este día carece de importancia. De acuerdo con algunas encuestas, en países como Marruecos, Egipto y Jordania, los suníes dicen que los chiíes no son musulmanes, sino herejes.
- Los suníes son mayoría en el mundo islámico, mientras que el número de chiíes apenas llega al 20% en conteos más benévolos.
- Derivado de este punto anterior, tenemos también dónde se practica. Los suníes son mayoría en casi todos los países, como Arabia Saudita. Por su parte, los chiíes se ubican más bien en Azerbaiyán, Bahréin, Irak, Líbano y, en especial, Irán.
Origen de toda la rivalidad entre Irán y Arabia Saudita
Volvamos a la muerte de Mahoma. Era el momento de expandir la nueva fe. Al norte se interponía el decadente imperio sasánida, que gobernaba Persia. Es que había quedado muy tocado por tantas guerras contra el Imperio Bizantino, y luego había pugnas internas entre sasánidas y partos para subir al trono, vacante por la muerte del emperador Khosro. Luego, tenemos las desigualdades, traducidas en impuestos impagables para los plebeyos.
Los árabes primero conquistaron Mesopotamia, y tras un rechazo de las huestes persas, se quedaron con todo el territorio en cuestión de 11 años. Hubo resistencia, claramente, pero al final los árabes soportaron. Terminaron por imponer la religión musulmana y la lengua árabe, persiguiendo a creyentes de otras religiones como el zoroastrismo. La represión fue tan brutal que no hubo producción escrita en dos siglos, periodo que es conocido en Persia como “la era del silencio”.
¿Irán se resignó a perder su cultura? Todo lo contrario, salió fortalecida. Obras como el Shahnameh (شاهنامه) de Ferdousi depuraron las palabras de origen árabe lo más que se pudiera. Los esfuerzos de arabización aquí toparon con pared. Claramente en el habla coloquial el árabe se coló sin remedio, pero terminó nutriendo al idioma persa, que solamente adoptó el alifato. Durante los siglos X y XI Persia se convirtió en epicentro de la Era de Oro Islámica, con contribuciones a las matemáticas, jurisprudencia, medicina, astronomía y literatura. Es que poetas persas como Omar al-Khayyam (عمار الخيام), Rumi (رومی) y Hafez (حافظ) escribían bellos versos en árabe. La invasión de los mongoles fue tal que suníes y chiíes se tuvieron que unir.
Persia originalmente practicaba el islam suní, pero adoptaría el islam chií con el Imperio Safavida en 1501. El emperador Ismail I (اسماعیل یکم) de Ardabil establecería su capital en Tabriz e impondría a todo su pueblo este nuevo islam en sus territorios en el Cáucaso para convertirla en la religión de estado. Claro que pelearon con el Imperio Otomano para obtener la supremacía en la región, pero esto era meramente político. En el papel, los otomanos eran suníes, pero su definición era hanefi, que es la más cercana al chiísmo. El Imperio Otomano se quedó con el título del califato hasta su fin con la II Guerra Mundial.
Con el reacomodo geopolítico con los diversos tratados de Versalles, de los antiguos territorios otomanos surgió un nuevo reino, Arabia Saudita. La dinastía Saud forjó una monarquía absoluta conservadora y sigue fielmente el islam en su vertiente suní, mientras que Irán se transformó en una monarquía constitucional en torno al shah (rey en persa) con el islam chií como religión. Si bien las relaciones entre ambos no eran cálidas, había cierta tolerancia. Ambos eran aliados incondicionales de Estados Unidos (Irán más, sobre todo cuando los aliados se pasaron por Teherán en 1942), ambos estaban en el cinturón que contenía a la Unión Soviética.
Cuando los británicos salieron del Golfo en 1960, hubo un vacío de poder. ¿Quién se quedaría con la hegemonía de los hidrocarburos? ¿Quién velaría por la paz y la seguridad en el Levante? Arabia Saudita e Irán se empezaron a disputar todo, aunque no al punto de confrontaciones violentas. Ambos países discrepaban en cuanto a la manera de conducir sus sociedades: Arabia Saudita mantenía una visión absolutista de la religión, mientras que el shah de Irán mantenía un secularismo. Irán reconocía al estado de Israel y Arabia Saudita no.
Todo acabaría en 1979, cuando el shah de Irán fue quitado con la Revolución Islámica y el supremo líder sería el ayatolá Khomeini.
Irán-Arabia Saudita tras la Revolución Islámica: escalación del conflicto hacia el exterior
Con la llegada del ayatolá, Irán empezó a subir el tono de las declaraciones hacia la monarquía suní. Khomeini (خمینی) se nombró a sí mismo como el verdadero guardián de la religión. Ellos debían implementar el islam como Alá mandaba, a través de los imanes chiíes. Así se atravesaba una barrera entre el poder religioso y el poder civil, algo que incluso para los suníes era inconcebible. Que esto no se entienda como una contradicción de lo anterior. Poder suní hay en países musulmanes, como Argelia, Indonesia, Turquía, Malasia, entre otros, pero saben respetar las distinciones.
En el papel, los chiíes predicaban la unión musulmana, pero en la práctica financiaban grupos con agendas claramente chiíes en países como Líbano, Irak, Afganistán, Pakistán y Bahréin. Para responder a esta actitud, Arabia Saudita financió la rama puritana del wahabismo, la cual ha estado asociada con ataques terroristas en occidente (ya hablé de eso en su momento). Curiosamente, hay una minoría ruidosa de chiíes en Arabia Saudita, mientras que en Irán también hay presencia suní, aunque bastante pequeña.
Esto dio paso a una intervención de Arabia Saudita e Irán en otros conflictos del Medio Oriente. Riad apoyó a Irak en la guerra contra Irán (más información aquí). También financió a milicias que habían peleado en Afganistán y Pakistán contra la Unión Soviética, lo que causaría la formación del régimen talibán y del grupo al-Qaeda (más información aquí). Mientras tanto, Irán mostró su influencia con el régimen de Bashar al-Asad en Siria (más información aquí), el partido político Hezbollah en Líbano (aquí puedes leer más) y el grupo terrorista Hamas en Palestina (aquí).
En el poder sucede una cosa curiosa: en países donde hay mayoría suní, políticos de la minoría chií han ascendido al poder. Esa es una razón detrás de la llamada Primavera Árabe y las sucesivas revoluciones de la Hermandad Musulmana en Egipto, la caída de Saddam Hussein (suní) en Irak.
¿Y entre ellos? Más que ataques hacia un país, ha habido escaramuzas que han agriado las relaciones. En 1987 hubo desmanes en la Meca entre peregrinos de origen iraní y las fuerzas de seguridad de Arabia Saudita, el cual cobró la vida de 400 personas. El otro incidente ocurrió en enero de 2016 cuando fue ejecutado el clérigo chií saudí Jeque Nimr Baqir al-Nimr (نمر باقر النمر) en Riad, lo cual causó un ataque a la embajada saudiárabe en Teherán. Desde entonces, ambos países no tienen relaciones diplomáticas. El nombre del Golfo es también motivo de conflicto: o es el Golfo Árabe, o es el Golfo Pérsico.
Ahora bien, ¿qué sucede en el futbol?
Enfrentamientos en selecciones
Irán y Arabia Saudita se enfrentaron por primera vez en las eliminatorias para los Juegos Olímpicos Montreal 1976. Por aquellos tiempos, Arabia Saudita daba sus primeros pasos en el futbol, mientras que Irán ya era un país consolidado. Primero, Irán ganó 3-0 para dar un paso fundamental hacia esa justa olímpica. Luego, para el mundial de Argentina 1978, los saudiárabes no fueron rival para los iraníes, que ganaron 3-0 en Riad y 2-0 en Teherán para clasificar a su primer mundial (más información aquí).
La cosa cambió en los años 80, cuando Irán tuvo una salida forzada por la Revolución Islámica y el conflicto con Irak. Arabia Saudita se cobró esa eliminación en las semifinales de la Copa Asiática Singapur 1984 cuando los eliminaron en penales. Cuatro años después, y en la misma etapa (Qatar 1988), los saudiárabes vencieron 1-0.
En los años 90 siguieron las humillaciones y derrotas inexplicables. Para certificar el pase a su primer mundial (Estados Unidos 1994), Arabia Saudita venció 4-3 a Irán que llegaba con escasas posibilidades en ese hexagonal en Doha con drama para Japón incluído (más información aquí). Para la Copa Asiática Emiratos Árabes Unidos 1996, Irán se regodeó de lo lindo para humillar 3-0 a Arabia Saudita para acabar en primer lugar. Como era un torneo de 12 selecciones, era muy probable que se encontraran de nuevo en semifinales, cosa que sucedió. El desenlace: otra vez los árabes eliminaron a los persas en penales. Para Francia 1998, Arabia Saudita venció en el global 2-1 a Irán, y este resultado, entre otros, mandó a los iraníes a una repesca ante Australia.
Parecía que habría otro giro para el mundial Corea-Japón 2002, cuando Irán por fin tuvo un récord ganador ante Arabia Saudita. Llegaba así la fecha final: Irán tenía 15 puntos, uno más que Arabia Saudita. Irán se metía a Manamá a jugar contra Bahréin eliminada, mientras que Arabia Saudita recibía a Tailandia. Contra todos los pronósticos, Bahréin terminó dando la campanada y le arrebató el boleto, el cual cayó en manos de Arabia Saudita. Para más sal a la herida, los jugadores bahreiníes ondearon la bandera saudiárabe tras el partido. Lo que pocos imaginan es que el régimen iraní no quería una clasificación por miedo a que pasara lo que sucedió contra Estados Unidos en el mundial de Francia, así que se valió de artimañas, como darles alimentos en mal estado a los jugadores en la embajada iraní en Bahréin. ¡Qué casualidad que para ese partido el equipo salió desmotivado! Haya sido como haya sido, Irán terminó eliminado.
¿Quieres saber la última humillación? Eliminatorias a Sudáfrica 2010. Irán recibía a Arabia Saudita en el estadio Azadi, lleno con 100.000 aficionados. En un escenario tan hostil como éste, los saudiárabes lograron una sensacional victoria 2-1. Como una manera de desquitarse, esta selección terminó haciendo el baile de las espadas para provocar a una afición enardecida. Tiempo después, Irán sería eliminado, mientras que Arabia Saudita arañaría la antesala para el repechaje contra Nueva Zelanda.
La rivalidad se extiende también a desear que el rival eterno pierda. Si es por goleada, qué mejor. Echemos un vistazo a la inauguración de Rusia 2018. El local abre el torneo contra Arabia Saudita. Mejor no pudo salir la noche blanca para la selección rusa que venció 5-0. Quienes más disfrutaron esta exhibición fueron los iraníes. El mismo comentarista en la emisión persa recalcaba “sifr” (صفر, cero en este idioma) con singular alegría y sorna. ¿Geopolítica? Por supuesto. Durante el conflicto en Siria, Rusia ha sido aliado militar y comercial del presidente Bashar al-Assad, que también tiene apoyo iraní. Así pues, era una manera de desquitarse.
En total, Irán y Arabia Saudita tienen un historial parejo en sus 15 enfrentamientos: cinco victorias iraníes, cuatro árabes y seis empates. La balanza de goles claramente favorece a los persas (22-13), pero este es un hecho circunstancial. Fíjate bien que Arabia Saudita tiene las eliminatorias que han dolido. Y otro dato que no es menor: estos países jamás han jugado partidos amistosos, solamente se han visto en eliminatorias, como si fuera un mensaje que dijeran que ellos tendrán la comunicación necesaria. Cuando están en la afición, no son raras las ocasiones donde los aficionados se enfrascan en batallas donde se profieren insultos que tienen que ver con la religión.
Todo este contexto ha llevado a que medios como Bleach Report y Goal lo cataloguen dentro de las 10 rivalidades más feroces del universo de selecciones.
Enfrentamientos entre clubes
En clubes también tenemos un historial parejo: en 76 ocasiones, los clubes iraníes han ganado 33 partidos, por 30 de clubes de la liga saudiárabe. La rivalidad también ha escalado a este nivel, más allá del deseo de ganar a los representantes de este pérfido país.
Era el año 2010 y el club Zob Ahan (ذوب آهن) se enfrentaba a al-Hilal (الهلال) en las semifinales de Champions League asiática. Desde Isfahan se habían llevado un 1-0 que parecía insuficiente para contrarrestar el poderío de uno de los gigantes del continente. Pues Zob Ahan se llevó la eliminatoria con 1-0, y recordaron la afrenta del baile de espadas el año anterior en el Azadi. Les tocó devolver el favor burlándose de ese baile.
Al año siguiente, Persepolis (پرسپلیس) tuvo que viajar de nuevo a Arabia Saudita para jugar contra al-Ittihad (الإتحاد) en fase de grupos. De manera inexplicable, las autoridades migratorias quisieron forzar a todos los jugadores y cuerpo técnico a pasar por un escaneo de iris y de dactilografía. Persepolis se negó y las autoridades los retuvieron por ocho horas en el aeropuerto. Esto claramente influyó para un pésimo rendimiento. Perdieron 3-1. En 2016, los clubes saudíes en Champions Asiática se negaron a compartir grupos con clubes iraníes para no viajar a Teherán, en plena crisis por el asesinato del clérico chií saudí.
A diferencia de lo que ocurre en selecciones, las rivalidades internas son más fuertes. Cuando un club juega contra alguien de Arabia Saudita, los aficionados de sus rivales tradicionales prefieren que pase un club saudí. ¿Traición a la patria? Esto es mucho más profundo de lo que parece.
Recientemente, Persepolis ha dominado la liga iraní y esto ha mosqueado a los aficionados del Esteghlal (استغلال), su más grande rival. En la caótica edición del 2020 con covid en el ambiente, Persepolis eliminó a Pakhtakor en cuartos de final para medirse a al-Nassr (النصر) de Arabia Saudita en semis. A escasas horas de este encuentro, la Comisión Disciplinaria anunció que su delantero Issa Alekasir fue suspendido seis meses por un gesto racista.
De inmediato se supo quién estaba detrás de todo esto: los aficionados de Esteghlal comenzaron a inundar Twitter con mensajes copiados en inglés donde mencionaban el gesto y por qué estaba mal. En realidad, no era racismo: era una celebración dedicada a su sobrino, que tenía los ojos pequeños, y además antes no había habido problema. En realidad, eran ganas de sabotear el éxito rival.
A pesar de esto, Persepolis ganó. ¿Qué crees que pasó? De nuevo todo el Esteghlalverso de Twitter volvió a quejarse bajo pretexto de que estaban alineando indebidamente jugadores, algo que ya les había causado una suspensión. Con todo y que al-Nassr lanzó una queja formalmente, esto no procedió.
¿Que si pasa al contrario? No es descabellado pensar que esto sea así. Los aficionados de al-Hilal fueron los primeros en festejar la victoria roja y restregarle en la cara a al-Ittihad que ellos no irían a la final. Estos últimos también agradecieron la información del Esteghlal para sacar ventaja en la mesa. Insisto, ¿traición a la patria? Júzgalo tú mismo. Después de todo, el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Ley de signos que aprendemos en la secundaria.
¿Hacia dónde van las relaciones?
Según reportes oficiales de Teherán, las relaciones entre Irán y Arabia Saudita están yendo lentamente en una dirección positiva, más desde que el presidente Ebrahimi Raisi (ابراهیم رئیسی) está en el poder. Esto va en línea con las aproximaciones de Emiratos Árabes Unidos y Kuwait con respecto a las pláticas sobre el armamento nuclear, que ya alabó Biden en Viena. Ya antes Irak y Omán habían celebrado acercamientos cada vez más tibios. Pakistán es otro país que puede fungir como mediador, cuando su presidente, el ex cricketer Imran Khan (عمران خان) visitó las embajadas de ambos países en Islamabad, en unas acciones estratégicas para su campaña. Después de todo, Pakistán es un país musulmán y su población es mayor que la de Irán y Arabia Saudita combinadas. Este acercamiento con Estados Unidos bajo Biden tiene otra cara: que Israel y Arabia Saudita comiencen a colaborar. Para nada es un secreto que Irán odia a todo lo que huela a israelí, y esta amistad-cooperación ya causó berrinches iraníes.
Lo que puede complicar las cosas en el corto plazo es la fiereza de las protestas en Irán por la muerte de la jóven kurda iraní Mahsa Amini (مهسا امینی) y la rebelión de las mujeres a usar el hijab, obligatorio por la ley sharia del régimen teocrático. Esto ha herido de muerte al statu quo que conocíamos desde 1979, y por lógica las declaraciones del ayatolá se han radicalizado. No ha faltado que le echen la culpa a Estados Unidos y a Arabia Saudita de estar detrás de esta desestabilización.
Por si fuera poco, tampoco hay que olvidar tampoco la carrera en el sector energético. Arabia Saudita e Irán ocupan los primeros lugares en reservas petroleras, pero las estrategias económicas han variado. Riad entiende que no solamente de exploración pueden vivir y han apostado por una diversificación de su economía para no depender de este combustible en el largo plazo. Teherán no puede hacer esto debido a la alta carga de sanciones de Washington y Bruselas, por lo que tienen un pequeño margen cada que los precios del petróleo están altos.
Caiga el régimen o no, Irán y Arabia Saudita siguen en su guerra fría. No sabemos qué nos depare el destino, más cuando experimentamos turbulencia en estos últimos meses. El futbol sigue siendo la única manera donde pueden dirimir hostilidades y recuperar el orgullo de alguna manera. Se deben conformar con escuetas eliminatorias en Champions Asiática. Por la naturaleza de esta rivalidad, no hay muchas posibilidades de enfrentarse en selecciones. Irán deberá seguir esperando la oportunidad de sacudirse la jetatura: han pasado 20 años desde la última victoria iraní. ¿Se encontrarán en la Copa Asiática para presenciar un capítulo más en esta rivalidad? Solamente el tiempo lo dirá.
Fuentes
Jafari, Saeid. Iranian teams’ football rivalry reveals ugly side to the beautiful game. Middle East Eye. 15 de octubre de 2020
Council on Foreign Relations. The Sunni-Shia Divide. 2021
Tasch, Barbara. The differences between Shia and Sunni Muslims. Business Insider. 4 de octubre de 2015
AcademiaLab. Conquista musulmana de Persia. Fecha desconocida
Live and Invest Overseas. The Top 10 Biggest World Cup Rivalries In International Football. 18 de septiembre de 2019
Ilishev, Ildus G. The Iran-Saudi Arabia Conflict and its Impact on the Organization of Islamic Cooperation. Wilson Center. Junio de 2016
Castiglioni, Claudia. The Relations between Iran and Saudi Arabia in the 1970s. Confluences Mediterranées. 2016/2. pp. 143-153
Hashemi, Mohammad. Can “Soccer Diplomacy” Mend Fences Between Iran and Saudi Arabia? Gulf International Forum. 2 de julio de 2021
Yeranian, Edward. Iran Resumes Diplomatic Relations with UAE and Kuwait, Talks Continue with Saudi Arabia. Voice of America. 23 de agosto de 2022
Después de estar cuatro textos por Arabia Saudita, es momento de movernos hacia el país más pobre de todo el Medio Oriente, Yemen. Precisamente el conflicto entre potencias de la región tiene una de sus consecuencias aquí, con una guerra fría cruenta que no parece tener fin. No es la primera vez que este país estuvo partido; de hecho, durante la Guerra Fría, estuvo escindida entre dos, dependiendo de qué corriente seguían. Esta división no es muy conocida fuera de la Liga Árabe, y mucho menos se conoce que había dos selecciones yemeníes. Esta historia la veremos en nuestra siguiente parada.
Recomendación musical 2
Los cantantes saudíes no son muy afectos a realizar colaboraciones con otros países que no sean árabes. Esto era hasta que llegó Jawad al-Ali (جواد العلي). Nacido en Arabia Saudita, fue el primer artista saudiárabe en grabar canciones cantando en turco, y luego dio un paso más hacia interpretar en persa. Aquí hace mancuerna con el iraní Saman (سامان) para cantar Yegilak youm (يجيلك يوم, Un día te arrepentirás). Fue el primer artista árabe en cantar en el idioma de Irán. En realidad no es canción árabe ni iraní, realmente es un éxito del türkpop, Akıllı ol que canta Ebru Gündeş.
Recapitulemos
Irán y Arabia Saudita mantienen una rivalidad en política y religión. La diferencia comenzó por qué vertiente del islam siguen: los primeros son suníes, los segundos son chiíes. Luego, en historia, los árabes conquistaron Persia en el siglo VII, imponiendo la fe musulmana y casi desapareciendo el idioma persa, pero únicamente se fortaleció su cultura. En 1501, la dinastía safavida adoptó el islam chií como religión de estado. Las cosas siguieron así hasta la Revolución Islámica de 1979, e Irán se convirtió en un régimen teocrático. Arabia Saudita, monarquía suní, se opuso a su crecimiento. Ahora ellos intervienen en conflictos de la región. En futbol vemos también esta cara de la rivalidad. Aunque Irán domina ligeramente el historial (jamás han disputado amistosos), Arabia Saudita los ha eliminado tres veces en semifinales de la Copa Asiática, sin contar partidos puntuales que podrían calificarse como humillaciones. En clubes también ha habido episodios de crisis hasta migratoria, pero ahí sucede que clubes rivales en liga apoyan al club saudí cuando se ven las caras, con tal de que terminen jodiendo. Ahora hay indicios de restablecimiento de relaciones diplomáticas, en pausa desde 2016, pero el acercamiento con Israel por parte de Arabia Saudita y las protestas por la muerte de Mahsa Amiri podrían complicar las cosas.
Nos vemos la siguiente. مع سلامة! (Ma’ salama!) به سلامت! (Be salamat!)