La vigente campeona del Mundo pasó sin apuros el primer examen mundialista. Francia no necesitó mostrar su mejor versión para imponerse a Australia (4-1), dejando claro que por una simple cuestión de nivel individual es una de las candidatas al título. No importa que no llegasen por lesión Varane, Pogba o Kanté, tres titulares en Rusia 2018, o que perdiesen a Karim Benzema y Christopher Nkunku a una semana del debut, la selección francesa aúna calidad para aburrir.
Francia encontró el gol antes que el juego. Australia se adelantó en la primera vez que llegó a la portería de Lloris y a partir del 0-1 pasó por encima de los franceses. Con balón, la propuesta de los australianos se basó en orientar todos los ataques hacia la banda derecha, aprovechando el desplazamiento en largo de Harry Souttar y Aaron Mooy. A la mínima que recibían con tiempo y espacio, buscaban abierto a Leckie (extremo) para que ganase su duelo y pudiesen atacar en el último tercio. Así llego el gol. Leckie le ganó la partida a Lucas Hernandez, puso un buen balón al segundo palo, y Goodwin marcó completamente solo porque Pavard no le siguió. Por si fuese poco, Lucas Hernandez se lesionó en la misma acción y el asunto revestía gravedad.
El gol en contra y la lesión de Lucas (sustituido por su hermano Theo) supusieron un ‘shock’ para Francia. Se notó en el lenguaje no verbal de los jugadores y también en el juego. Los nervios se apoderaron de ellos y jugaron ese tramo con ansiedad, acumulando pérdidas y precipitándose en ataque. Sin balón, el bloque de Australia pretendía orientar toda la circulación francesa hacia fuera, dejando poco espacio entre líneas (4-1-4-1) y no importándoles hundirse en su área. Francia solo llegaba por fuera y sin ventaja, y cualquier centro era controlado por los australianos, que estuvieron muy bien compactándose y defendiendo el pase atrás (Mooy clave ahí). En Francia, lo dicho: no hubo hoja de ruta en ataque. Todo se redujo a la inspiración de Mbappé, el mano a mano de Dembélé y a la creatividad de Griezmann apareciendo en cualquier zona del campo. El resto, muy poquito.
Pero como siempre en este juego, el gol lo cambió todo. En una acción a balón parado muy mal defendida por los oceánicos, Adrien Rabiot anotó el 1-1; y 5 minutos después, con Francia oliendo la sangre, Olivier Giroud le dio la vuelta al marcador tras una recuperación alta del mismo Rabiot. A partir de ahí, sin el estrés de ir por detrás en el marcador, Francia fluyó de otra manera y jugó a placer el resto del tiempo.
Colectivamente, los franceses atacaron mejor gracias a la movilidad de Antoine Griezmann. Sin un jugador tan móvil como Benzema y con Giroud fijándole a los centrales, el jugador del Atlético de Madrid tuvo el contexto que más le beneficia con la selección francesa, siendo el capitán general (bajando a la base, cayendo a banda, atacando costados de pivote, etc.) y dando orden al ataque francés. En este nuevo contexto de partido, también gestionaron mucho mejor la pérdida. Dándole un escenario más controlado a Tchouaméni para imponerse en la contrapresión y con la pareja Konaté – Upamecano (ambos a muy buen nivel) muy bien posicionada para cortar todo intento de salida en largo de Australia, que se quedó muy corta en el aspecto ofensivo.
Otra de las claves del encuentro fue curiosamente el cambio de Lucas por Theo en el lateral. Con el del Milan, de perfil mucho más ofensivo que su hermano, los franceses ganaron un hombre extra para atacar por izquierda y que Mbappé pudiese moverse con más libertad por dentro (y un socio por fuera). Más allá de que Mbappé dio una exhibición de cómo moverse sin balón y generar peligro jugando por dentro, cabe destacar lo bien que mezclaron ambos. Con el del PSG sacando de zona a Nathaniel Atkinson (lateral) y Theo proyectándose con el carril limpio. Por otra parte, el encaje de la banda derecha también fue muy coherente. Pavard equlibraba la estructura, quedando bajo en línea con centrales, mientras que Osumane Dembélé se mantenía abierto en banda, más fijo y enfocado al 1v1. El extremo del FC Barcelona respondió a la exigencia y entendió muy bien cuándo y dónde jugársela, mostrándose muy superior a Behih en su duelo.
En el segundo tiempo, ya con el partido sentenciado tras los tantos de Mbappé (3-1) y Giroud (4-1), Didier Deschamps aprovechó para dar descanso a titulares y meter en dinámica a otros jugadores. Coman y Fofana primero, y Kounde y Thuram después, entraron desde el banquillo para sumar minutos y sentirse también importantes. Cuantos más jugadores tenga Francia activados, mejor para un torneo como un Mundial.