En tiempos de la Copa Internacional de Europa Central, el primer prototipo de Eurocopa de naciones disputado en el continente, Suiza siempre fue la más débil. Enfrentada a las danubianas (Checoslovaquia, Hungría y Austria), más Italia, la Nati fue siempre la Cenicienta. Solo la llegada de Karl Rappan y su Verrou (que incluía al primer líbero en defensa de cuatro de la historia) pudo mejorar su competitividad (cuartos en el Mundial del 38 eliminando a la Alemania Nazi en el desempate y en el 54 pasando la fase de grupos por delante de Italia). Ese fue el techo para la federación suiza que viviría en el ostracismo durante la segunda mitad de siglo.
La tardanza en la profesionalización del fútbol, la falta de talento propio y estar en medio de tantas potencias, le llevó a no aparecer en los torneos. Esto fue así hasta que la federaci´ón modernizó sus métodos y se combinó con la aparición apellidos latinos, balcánicos o africanos empezaron a aparecer en las convocatoria. Desde entonces, Suiza compite mucho mejor. Y ensu estreno en su quinto Mundial consecutivo, Breel Embolo, nacido en Yaoundé, capital de Camerún, pero afincado en Basilea desde los 6 años, anotó el tanto de la victoria ante la selección del país que le vio nacer.
El único gol del encuentro, anotado casi a placer por el delantero del AS Monaco, culminando una rápida acción de Suiza en la que el balón viajó de izquierda a derecha con varios jugadores jugando rápido Vargas (1 toque), Xhaka (2), Freuler (2), Shaqiri (1, con la derecha para poner el pase atrás) fue tan puntual como un reloj. Suizo, claro. Puntual porque fue nada más arrancar el segundo tiempo. Pero sobre todo, porque al llegar al descanso, la sensación ya no era tan positiva para la selección dirigida por Murat Yakin. En el entretiempo, Camerún estaba más satisfecha.
Y eso a pesar de que los europeos habían arrancado mejor el encuentro. Alzando a Xhaka a la posición de interior izquierdo, internándose Shaqiri a menudo para dar vuelo al lateral y con Sow generando espacios y atrayendo miradas de Hongla y un Oum Gouet que en ese 1-4-1-4-1 muy zonal que planteó Song, siempre estaba en desventaja numérica. El cuadrado de Suiza en el medio le permitía, al menos, aparecer a Shaqiri o Embolo por dentro, casi siempre aprovechando la falta de lectura de Hongla. Aunque ese tramo no se tradujo en ocasiones ante Onana, la sensación de dominio suizo era total pues se asentaba en campo rival y la presión tras pérdida era más efectiva.
La cuestión es que los medios cameruneses empezaron a emparejarse de forma más individual (Hongla con Freuler, Anguissa con Xhaka y Oum con Sow), permitiendo a los defensas saltar sobre los puntas que bajaban a recibir. Y entre que ningún atacante estaba especialmente inspirado para la acción individual y desapareció tal ventaja posicional, Suiza se cortocircuitó en el ecuador de la primera parte. Camerún, por lo tanto, empezó a crecer. Primero con destellos de su extremo derecho, el zurdo Mbeumo y con una buena jugada desde salida de balón (Hongla, interior donde lateral, para sacar de posición a Freuler y enviar un profundo y largo balón a los atacantes) concluido con un disparo mal ejecutado por Toko Ekambi. Pero después, sin estar tan hundido, empezó a robar antes y a juntar más pases con Zambo Anguissa muy participativo en zonas más bajas, ganando duelos en el juego directo y permitiendo a los laterales tener protagonismo en cancha rival.
Aunque el balón parado pudo castigar a Camerún antes del descanso, sería su falta de sincronización entre medios y defensas cuando salía a presionar en campo rival lo que le ocasionaría verse por detrás en el marcador al poco de arrancar la segunda parte. Hongla, interiorm, iniciaba presiones ante central que sus propios centrales y el mediocentro Oum no iban a seguir después, generando como en la primera parte situaciones desfavorables para los intereses de los Leones Indomables. El gol del partido se entiende por esos desajustes: mientras Suiza lleva de izquierda a derecha de forma rápida y sencilla, el central derecho se ha quedado a medio camino de la presión a Xhaka muy lejos del área, lo que repercute en que no llegue a tapar después a Embolo y, previamente, que el lateral izquierdo se junte con el central izquierdo, dando más espacio para la entrada de Shaqiri.
Sin embargo, la falta de reacción de los cameruneses se entiende por varios factores. El primero es que Suiza, con 1-0, escondió la pelota y cuando no la tuvo se plantó en un bloque medio-bajo (1-4-4-2) bastante compacto. Y segundo porque ni los ingresados Aboubakar, Ngamaleu, Nkoudou y Oundoua, ni la salida de Choupo Moting, que le estaba dando la tarde a Elvedi) implicaron nada positivo a los africanos. Camerún perdió la fe antes de llegar al 90′ y, si alguien pudo marcar otra vez fueron Xhaka o Seferovic. Aunque Embolo no celebrase el gol ante su país de nacimiento, su tanto permite a Suiza dar un paso de gigante hacia la clasificación.