Inglaterra 1-2 Francia: memento mori

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Por historia, periodicidad, calendario, formato, nostalgia y un largo etcétera, la Copa del Mundo es el torneo más codiciado, goloso y especial entre sus participantes. Esto hace que genere tanta ilusión, magia y alegría en sus participantes como crueldad, ansiedad y tristeza. Y si ya de por sí el fútbol es un deporte donde los detalles y los momentos trascendentes significan mucho más que en otros juegos (todo debido a la forma de puntuar y conceder victorias), se podría dictaminar como el torneo donde más necesario es ser puntual. Pues ni el mejor profesional juega Mundiales cada temporada. Porque todos los esfuerzos del niño futbolista que crece, madura y se convierte en profesional soñando con ganar una Copa del Mundo mueren o siguen vivos en detalles que pasan en segundos. Por eso la Copa del Mundo tiene esa fuerza. Porque igual no tienes más opciones.

Porque ese remate de Maguire te hubiera puesto en ventaja, pero es el desvío de Maguire al remate de Giroud el que provoca el desempate francés. Es el penalti que provocas justo después, pero que, al contrario del primero, envía a las nubes el jugador que más goles lleva con la camiseta de la selección inglesa. Si el fútbol te obliga a ser puntual (no es llegar al balón antes o después; sino cuando toca), el Mundial define qué es el tiempo de manera más global y tajante. Mira a la cara al jugador y le dice que ahora está, pero que puede no estarlo. Y que el próximo segundo, puede dictaminar su suerte. Y por fortuna para los de Didier Deschamps, esta no cayó del lado inglés.

Ambas selecciones formaron con línea de cuatro defensas, aunque a la hora de atacar se convertía, en cierto modo, en una línea de tres. Los dos laterales izquierdos se posicionaban a más altura, siendo el lateral derecho quien, o bien centrase su posición (Walker se situaba más bien como central derecho) o bien se quedase en primera línea, pero igualmente abierto (Koundé). Las diferencias se encontraban en varios puntos. Por parte francesa, aparte de no menospreciar el juego directo, Mbappé se mostraba muy autosuficiente en cada recepción y Griezmann era difícil de detectar a espaldas de Bellingham (los ingleses presentaron un bloque medio más estable de 4-1-4-1). Por parte inglesa, los de Southgate estaban diseñados para centrar sus inicios de jugada en izquierda.

Más allá de que Shaw ganase altura e hiciese ver a Dembélé más atrás que el resto de atacantes a la hora de iniciar presión (nada que ver con Mbappé que fue más segundo delantero que extremo), solo Saka y no en pocas ocasiones Henderson (eludiendo así la vigilancia de Rabiot y dejando el carril central a Saka) esperaban en la derecha el cambio de orientación en largo directo o que el circuito de pases llegase hasta ellos desde la izquierda. Cuando eso ocurría, la libertad defensiva de Mbappé (descolgado) obligaba a Rabiot y Upamecano a estar muy pendientes de la ayuda a Théo para que no tuviese un 2vs1, aunque las mejores jugadas inglesas (y el primer penalti) llegaron por ese dúo entre el centrocampista del Liverpool y el extremo del Arsenal.

Esto se produjo, de todas maneras, más con los cambios de orientación en largo (Maguire, central izquierdo, en varias ocasiones) que con el juego en corto inglés. La idea de buscar a Bellingham o Foden a espaldas de medios o, al menos, encontrar a Stones en altura de mediocentro o a Declan Rice de cara (tapado a inicio de jugada por Griezmann, y luego Giroud) fue casi siempre bien cerrada por el marcaje zonal francés con persecuciones muy constantes y cambios de marca oportunos de los Griezmann, Rabiot, Giroud y compañía. Impedían así que los carriles centrales y el izquierdo fuesen el punto de progresión inglés (Kounde casi siempre muy encima de Foden), y se «obligase» a la zaga inglesa al balón directo hacia la banda derecha. Tampoco fueron muchas las veces, pero con un poco más de acierto en el gesto final (Kane tuvo varias) y, en gran parte, por las buenas intervenciones de Varane y, sobre todo, Lloris, la selección de Southgate hubiese tenido premio.

Ambos se ensuciaban la fase de creación más que el inicio de jugada desde muy atrás, con bloques medios más que altos. Además, ambas selecciones dejaban una red de seguridad de cuatro o cinco jugadores para, en caso de pérdida, tener las espaldas cubiertas. Por eso, marcar antes tenía que ser un gran paso adelante. Y quien lo consiguió, y de manera temprana, fue Francia. Aunque todo empezó con uno de esos ataques ingleses por la derecha en el que Saka, haciendo un 2vs2 junto a Henderson contra Theo y Upamecano, pide falta en el robo del central. Sin ser pitada, Upamecano y Mbappé iniciaron una galopada por la banda izquierda donde, a pesar de atraer a tres ingleses, el delantero del PSG pudo salir para llevar la pelota hacia la derecha, con intervención intermedia del central del Bayern, para llegar a Dembélé en el pico derecho del área. Y tras temporizar, Dembélé y Griezmann hicieron llegar la pelota a Tchouaméni, quien estaba solo en la frontal. Con Rice siendo atraído por Mbappé, con Henderson como central pues Giroud andaba suelto en línea de centrales y con Bellingham tapando punto de penalti y saliendo tarde a por el madridista, Tchouaméni controló con interior y armó la pierna tan rápido como bien golpeó cruzado.

El paso por vestuarios sentó bien a Inglaterra. Tras dos avisos (otra gran parada de Lloris al disparo de Bellingham), llegaría otra acción en la que Henderson y Saka recibían en la derecha. Una corta frenada por la zaga inglesa vio a Stones conducir y abrir cual mediocentro a la derecha. Allí, Henderson, en el carril exterior, provocó el salto de Théo y, con un gran pase, filtró a la espalda del lateral donde se había desmarcado Saka. Pared del gunner con Bellingham dentro del área y recorte para que Tchouaméni meta la pierna y compre todos los boletos del penalti. Le tocó, claro, pero el premio fue para Harry Kane que igualó con el 1-1 a Rooney como máximo goleador de Inglaterra.

Era el minuto 54 y quedaban muchas cosas por ver. El partido se abrió, subió de emoción, el juego directo empezó a ser la vía de inicio para ambos, temerosos de pérdidas imprudentes, empezaron a verse ocasiones en ambas porterías: Rabiot, nada ma´s sacar Francia de centro; Dembélé, sin aprovechar un balón suelto; Maguire, de cabeza; Saka con un disparo suave tras girar y conducir por el carril central y otra atacando el segundo palo pero rematando mal por la intromisión de Théo… La más clara, eso sí, fue para Giroud, que hizo lucirse a Pickford para salvar una volea con el interior de su pie izquierdo después de un centro pasado de Rabiot y la colocación de cabeza de Dembélé. Pero de ese córner, llegaría la jugada del 1-2 francés. Giroud, ahora sí (78′), cabeceando, entre centrales y en el primer palo, un centro perfecto del mejor socio de todos: Antoine Griezmann.

Dijimos que el Mundial es cruel, pero también da oportunidades. Nada más encajar el gol, se producen los cambios ya preparados (entrando Coman por Dembélé y cambiando Southgate su prolífica banda derecha para introducir a Sterling y Mount). Y sería entonces, segundos después del reinicio cuando Théo arrollaría a Mount para que el VAR indicase penalti. Un penalti que esta vez Kane no acertaría a introducir entre los tres palos y que condenaría, a la postre, a Inglaterra. De poco importarían que Grealish entrase por Stones en el descuento o que Rashford (por Foden tras el penalti) lanzase en el 101′ una falta por encima de la barrera, y del larguero. Los ingleses volvían a casa, de nuevo, sin la copa bajo el brazo. Los vigentes campeones celebran. Por ahora. Memento mori…

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Rafa Medel
Entrenador y periodista

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