Sali, arkadaş! Wie goots? Este es el saludo en el alemán hablando en Suiza. Espero que estés muy bien hoy. La vez pasada estuvimos hablando de la unión improbable de hinchas del Galatasaray, Fenerbahçe y Beşiktaş en las protestas de Gezi Park en 2013. Ahora ha llegado el momento de hablar de momentos memorables de la selección turca, comenzando hoy con uno no tan bueno.
Recomendación musical
Como una vez mencioné en mis textos, mi gusto por la música mundial se solidificó cuando conseguí la colección de la disquera Putumayo: desde música del Pacífico Sur hasta un acústico de cantautoras mundiales. Unop de los discos se llamaba Turkish Groove (2006), e incluía 11 canciones de lo mejor del türk pop. El primer sencillo fue el que más me gustó. Y cuando investigué más de la cantante, vi para mi buena suerte que es perfecta para esta parada de Zemljopis NK. Se trata de Bendeniz, turca nacida en Zúrich. Recopilada de su álbum del 2005 Aşk yok mu aşk, esta es la canción que me introdujo a la música turca (sin contar a Tarkan, por supuesto): Kırmızı biber (Pimiento rojo). Nota cómo el pop se mezcla con instrumentos tradicionales turcos-árabes, como el ud, la darbuka y el violín.
Vamos al tema de esta semana
Turquía, selección ya merito
Como hemos visto en nuestras dos últimas paradas, Turquía nunca ha sido caracterizada por su falta de pasión y agresividad en todo lo que emprende, incluyendo el futbol. Al ver a los ay-yıldızlar, podemos ver una garra que recuerda a los arrabales del futbol sudamericano, un juego físico que es incómodo para la élite europea y un ritmo parsimonioso. Si a eso le agregas un apoyo de la gente con las bengalas juntadas de los aficionados a los üç büyükler, Turquía es un rival complicadísimo de enfrentar sobre todo de visitante. Esto es gracias a la revolución que vino en los años 80-90 por dos hombres alemanes: el entrenador del Galatasaray Jupp Derwall, y un DT que hizo maravillas con la selección danesa, Sepp Piontek (ya hablé de él hace unos meses cuando escribí sobre el futbol en Silesia).
Son pocas participaciones turcas en mundiales (apenas dos), Copas Confederaciones (una) y en Eurocopas (cuatro), pero te dije la vez pasada que en Turquía las cosas se hacen a lo grande, o no se hacen. Siempre que califican dan de qué hablar en el torneo, con la horrorosa excepción de la Eurocopa del 2016 donde salieron por la puerta de atrás.
El principal reproche de los aficionados es precisamente no poder conseguir los resultados favorables con la frecuencia que ellos quisieran por una u otra razón. En más de una ocasión, los aficionados turcos han visto cómo su selección comienza con buenas sensaciones y se llenan de ilusiones, que se van marchitando con el paso de los partidos hasta que no logran acceder ni a Eurocopas ni a mundiales por infinidad de razones. No por nada Turquía es considerada como la selección «ya merito».
Esta vez te hablaré de una de las mayores frustraciones del futbol moderno turco, una campaña que acabó con una batalla infernal en Estambul y que contribuyó a la fama del aficionado turco violento. Quien frustró a Turquía fue la selección suiza. Esto me dará oportunidad de hablarte de otras cuestiones de las relaciones entre ambos países, pero por ahora vamos al futbol.
Introducción: Eliminatorias a Alemania 2006
Turquía tenía ganas de demostrarle al mundo que su tercer lugar con bota de oro incluida (cortesía de Hakan Şükür) no era flor de un día. Habían sufrido una eliminación inexplicable en la repesca para la Eurocopa 2004 a manos de Letonia. Tenía la oportunidad tremenda de redimirse, más cuando le tocó ser cabeza de grupo y así evitaba a las potencias europeas como Inglaterra, Italia, Francia, España y Alemania.
El sorteo le tocó el grupo 2 con una composición interesantísima. Todos sus rivales de alguna u otra forma estaban ligados a Turquía:
- Kazajistán, porque los kazajos étnicamente están emparentados con los turcos. Además, Kazajistán debutaba en Europa después de estar en Asia (algo de lo que hablé en su momento).
- Albania, porque también fue un territorio otomano durante cinco siglos.
- Georgia, cuya etnia laz vive al noreste de Turquía, concretamente la ciudad de Rize.
- Ucrania, con turcos y tártaros en el sur, y que le aportó al Imperio Otomano una de las mujeres más influyentes en su historia: Hurrem Sultan (también conocida como Roksolana).
- Grecia, su mayor enemigo, que en junio de 2004 la haría grande en Portugal.
- Dinamarca, porque es el grupo inmigrante más grande de su sociedad.
El formato de competencia era simple: todos contra todos a visita recíproca. Turquía disputaría así 12 partidos con el fin de calificar al mundial de Alemania, algo que era gratamente esperado por los paisanos almancılar. Eso sucedería siempre y cuando terminara en el liderato del grupo. Si quedaba en segundo lugar había que esperar resultados: los calificados directos eran los dos mejores segundos lugares. El resto (seis) debían irse a un repechaje para sacar a los otros tres invitados. Para no dar ventajas, los resultados contra los séptimos lugares no contarían.
La eliminatoria comenzó con el pie izquierdo para Turquía. Septiembre de 2004. En Trebisonda, Turquía dejó escapar una victoria segura y empató a un tanto con Georgia. Luego tocó visitar el Pireo para el derbi del Egeo y se saldó con un empate sin goles con Grecia.
Fecha FIFA de octubre. En el Şükrü Saracoğlu (casa del Fenerbahçe), Turquía se ensañó con la debutante Kazajistán y le llenó la canasta con cuatro goles sin respuesta. Cuatro días después tocó partido en Copenhague, y Turquía se trajo un empate valioso a un gol.
Noviembre era un mes clave. Turquía debía ganarle a Ucrania para rebasarlos en el liderato, ¡y qué mejor que en Estambul! Pero ocurrió la tragedia eterna. Ucrania aprovechó los errores de la zaga turca y ganó 3-0 con un doblete de Shevchenko. ¡A Ucrania no le bastó con ganar el Eurovisión en Estambul, ahora se ponía a cinco puntos de distancia y mandaba a Turquía al tercer lugar! Además, en febrero Turquía descansaba, y vio impotente cómo Ucrania se despegaba con otra victoria, mientras Turquía caía al cuarto lugar rebasada por Grecia y Dinamarca. Tenía mucho trabajo para remontar.
En la fecha FIFA de marzo, Turquía debía aprovechar que Ucrania descansaba. Estaba obligada a ganar porque Grecia y Dinamarca tenían partidos a priori sencillos. En la casa del Beşiktaş ganó tranquilamente 2-0 sobre Albania. Cinco puntos ahora, pero griegos y daneses ganaron. ¡Uy! Cuatro días después debía ir a la siempre complicada Tiflis. Turquía aquí se destapó y ganó 5-2 a Georgia, y llegó a tercero por la derrota de Dinamarca ante Ucrania.
En junio venía la revancha contra los griegos, y ahora en casa. Ambos estaban obligados a ganar si aspiraban a calificar directo. El ansia de ambos los comió y terminaron empatados otra vez a cero, mesa puesta para que Ucrania ahora sí prácticamente sentenciara la eliminatoria con una victoria más. El siguiente partido era en Almaty y Turquía estaba obligada a ganar para no perder el paso. Aquí, Turquía salió con la guadaña descubierta y ganó 6-0. Al mismo tiempo, Grecia perdió en casa con Ucrania. Sí, Ucrania aún tenía sus siete puntos de ventaja, pero Turquía ya se había colocado en segundo al rebasar a los griegos.
Septiembre. Se acercaba la recta final de las eliminatorias. Turquía recibía en un partido bravísimo a Dinamarca. El cielo le había dado un milagro: Ucrania dejó escapar la victoria en los últimos minutos ante Georgia que estaba con estadio vacío. Era el minuto 92 y Turquía estaba haciendo su parte al ganar 2-1, pero en la última jugada, una desatención de la zaga tiró por la borda el esfuerzo y empató 2-2. Ucrania calificaba así a su primer mundial.
Mismo mes. Turquía ahora tenía las cosas complicadas incluso para quedarse con el pase a la repesca. Grecia se enfrentaba a Kazajistán de visita, y Turquía visitaba Kiev. De nuevo Turquía estaba obligada a ganar. Los griegos ganaron 2-1, poniéndoles la presión a los turcos. Aquí por fin Turquía no desentonó y ganó por la mínima. El sueño del mundial aún estaba al alcance.
Octubre. Último mes. Turquía descansaba, y Grecia debía jugar en Copenhague contra Dinamarca que estaba ya eliminada. Turquía rezó a Alá: les convenía más que Dinamarca no perdiera, porque así mantenían la segunda plaza. Y se cumplió porque Dinamarca venció 1-0, y todo se definía en el último partido. Turquía ganó 1-0 en Albania. Ya no importaba el resto de encuentros: Turquía amarró boleto a repechaje. En uno de los grupos más irregulares. En uno de los grupos más impredecibles.
Suiza, partido enrarecido
En el repechaje, los seis equipos se dividían en dos bombos de acuerdo con su ránking FIFA. Turquía sonrió: aún tenía recientes su tercer lugar en el mundial y su tercer lugar en la Copa Confederaciones y estaba con los sembrados gracias a su lugar 12. En el sorteo les tocó Suiza, lugar 38 en ese entonces. La selección helvética llevaba dos mundiales ausente, pero sí habían llegado a la Eurocopa anterior. También el sorteo les deparó recibir la vuelta, una ventaja nada despreciable.
Las relaciones diplomáticas entre ambos países estaban bastante tensas. En junio de ese año un político turco llamado Doğu Perinçek estaba en un mitin ante la diáspora turca en Lausana. Justo en esa ciudad se firmó en 1923 un tratado donde se dibujaron las fronteras de la Turquía moderna cuando públicamente dijo que el genocidio armenio era una mentira imperialista. Eso contravenía las leyes suizas en contra del racismo (negar o minimizar un genocidio) y la libertad de expresión, y Perinçek ahora tenía dos investigaciones a cuestas. Eso causó mucha ira en Ankara, y hasta el embajador suizo tuvo que rendir cuentas.
Por si fuera poco, el 5 de noviembre se publicó la lista de los países candidatos para albergar la Eurocopa de 2012 y Turquía no pasó el corte inicial. Para el presidente de la Federación Turca de Futbol, Levent Bıçakcı, eso era un complot de Europa para que Turquía no llegara a la Unión Europea, no contentos con la política.
Todo eso estaba en el aire cuando Suiza recibió a Turquía en el partido de ida el 12 de noviembre. El escenario era el recién inaugurado Wankdorf en Berna. Los suizos son bastante respetuosos, y a todo mundo extrañó cuando un sector de los aficionados abucheó el himno de Turquía. El partido fue uno típico de repechaje, con dos equipos en tensa relación, pero al final Suiza se impuso 2-0 con goles de Philippe Senderos y Valon Behrami. El DT turco, Fatih Terim, quiso dar su conferencia de prensa para decir que el árbitro eslovaco Ľuboš Micheľ solamente aprendió unas palabras en turco para burlarse de ellos, pero miembros de seguridad no lo dejaron. Se marchó ofendido. Ellos mismos se burlaron de los jugadores turcos por haber perdido.
Aún faltaba la vuelta, pero desde el silbatazo final había comenzado el partido. Su DT humillado, sus jugadores provocados, su himno abucheado, complot de la UEFA para no albergar la Euro del 2012, autoridades suizas metiches con los políticos… de todo eso tomaba nota Turquía, y se lo cobrarían con sangre en Estambul. La orden de Terim para la logística en Estambul era clara: los suizos debían pasarla mal en Turquía.
El infierno turco
Cuando los turcos odian, van en serio. Y eso es gracias a diarios sensacionalistas como Hürriyet y Sabah, que comenzaron a calentar el partido del miércoles desde el domingo. Sacaron una nota donde recordaban la vez que el Galatasaray remontó un 3-0 de Suiza para eliminar al Xamax con cinco goles durante una eliminatoria de la Copa de Campeones de 1988.
El infierno turco comenzó desde el lunes, cuando la delegación helvética aterrizó en Estambul y se bajó de su avión. Ahí los 23 jugadores más el DT Kobi Kühn fueron requisados extensivamente por las autoridades aduanales. Los mandaron a una fila con aficionados, viajeros, turistas y periodistas. Una revisión de rutina que normalmente dura 10 minutos, se extendió más de dos horas. Incluso entraron en escena los perros entrenados para detectar drogas. Los mismos agentes se tardaron deliberadamente con los pasaportes, en especial con el defensa Alexander Frei… ¡21 minutos! ¡Eso solamente se hace con personas con países desconocidos! Los jugadores suizos tuvieron que esperar sentados en el piso frío.
Cuando por fin les dieron el visto bueno para ingresar en territorio turco, llegaron a la banda de reclamo de equipaje. Siguieron las anomalías. El equipaje tardó mucho más de lo esperado. Ahí fueron recibidos por fanáticos enardecidos que les dieron la bienvenida. La razón era que los mismos empleados del aeropuerto les dijeron amablemente dónde estaban. Ellos mismos cantaban con odio y sacaban pancartas. «Welcome to Hell 5-0», «Hurren Son Frei», o el bello «Ich ficke ihre Mutter» (Me follo a su madre).
Después de la probada de las hostilidades turcas, la selección suiza se dirigió a su autobús. Siguió ahí el comportamiento ejemplar de la afición turca: les llovieron huevazos, tomatazos y piedras. Los periodistas suizos que seguían la primicia también recibieron pedradas en su automóvil. Lo interesante es que los suizos en ningún momento respondieron a las provocaciones, haciendo gala de un estoicismo y una flema patentadas por Suiza.
Al llegar al hotel de los suizos, Kobi Kühn tomó una decisión. Debido a los retrasos en el aeropuerto, se cancelaba la sesión de entrenamiento en las instalaciones del Fenerbahçe hasta el siguiente día, aunque sí entrenarían ligeramente ahí en unas salas para no perder condición.
El martes volaban las entradas para el partido que nadie quería perderse. El escenario era el Şükru Saracoğlu, casa del Fenerbahçe. Extrañamente las entradas se agotaron mucho antes de lo esperado. Después se supo que se destinaron 15.000 entradas para un grupo bien establecido en Turquía: los lobos grises (Bozkurt). Los Lobos Grises es una organización paramilitar en el inframundo turco que aboga por una Turquestán desde China hasta España, odian a los kurdos y a los judíos, eliminan a opositores y están bastante metidos en política y el deporte. Sus nexos llegaban hasta el portavoz de la Federación Turca de Futbol, Davut Disli, y por ende Terim quedaba ligado. Todo explotaría el miércoles. Los turcos iban por la victoria, pero conscientes de que un gol encajado era peligroso.
Miércoles 16 de noviembre. 8 de la noche. Estadio Şükru Saracoğlu. Todo se definía. Llegó la hora de los himnos nacionales. Primero se entonó el de Suiza… o parece que se entonó, porque todos los turcos lo abuchearon tanto que no se esuchó. A continuación, el de Turquía. ¡Impresionante cómo se cantó! Y ahí tenemos la lección de civismo. ¿No me crees? No me deja compartir el video, así que debes hacer clic en este enlace.
Empezó el partido. Primera jugada y Suiza tenía el balón. El público abucheaba. De poco sirvió porque Alpay Özalan cometió mano en el área. Penal para Suiza, que cobró certero Alexander Frei. Dos minutos, y Suiza ya había anotado. Ahora Turquía debía meter cuatro goles para calificar a Alemania.
De inmediato, Turquía se transformó en un vendaval. Y un Tuncay Şanlı inspirado logró con dos dianas poner las cosas 2-1 al descanso. Al regresar del medio tiempo, Turquía siguió presionando para el empate, y en una jugada Marco Streller se barrió y derribó en el área a Serhat Akın. Penal. El encargado de cobrar era Necati Ateş. También cobró bien. 3-1.
Turquía sabía que estaba a un gol de repetir en los invitados del mundial y defender su tercer lugar. El partido ya estaba partido, y ambos equipos perdonaron. Por los turcos fallaron increíblemente Hakan Şükür y Ergüun Penbe. Ambos equipos estaban a la expectativa del error… y eso pasaría en el minuto 84.
Suiza despejó el balón para un latigazo, el cual fue interceptado por Tolga Seyhan, pero con tan pésima suerte que su volea, en lugar de ir hacia afuera, cayó en el campo justamente en Ricardo Cabanas. Era un contragolpe. Wicky pasó a Marco Streller que burló de manera infantil al guardameta Volkan Demirel y anotó el 3-2 que silenció a todo el mundo en el Şükru Saracoğlu.
Turquía ahora debía meter dos goles en seis minutos. Consiguió uno más Şanlı al 88. Pero su mejor noche con la casaca turca fue insuficiente. El árbitro belga Franck de Bleeckere pitó el final. Suiza regresaba a una Copa del Mundo con una buena generación, y los turcos de Alemania se quedaban sin ver a su selección.
No hubo oportunidad para que los suizos festejaran en el campo. Todo mundo se fue corriendo a los vestidores porque todos los turcos, frustrados, buscaban golpear a cuanto suizo se encontraran. Huían también de proyectiles lanzados por el público. No eran solamente los jugadores, eran también las fuerzas de seguridad del estadio. Pocos jugadores, como Johann Vogel, lograron resguardarse a tiempo en el vestidor. En el túnel del estadio empezó la pelea. Un jugador suizo que daba una entrevista tuvo que cortarla por la pelea. Todo quedó registrado en las cámaras suizas.
Un supervisor hizo tropezar a Valon Behrami, Alpay atacó por la espalda a Marco Streller. Emre agarró a un suizo por el cuello. Quien ocasionó todo fue el asistente de Terim, Mehmet Özdilek. Camarógrafos, miembros del staff, jugadores, el propio Kühn… sálvese quien pueda. Uno de los más maltratados fue Stéphane Grichting. Recibió una patada en le abdomen. De pronto sintió ganas de orinar… y al hacerlo, orinó sangre. Terminó en el hospital 10 días por un traumatismo renal. Los televidentes suizos estaban presenciando «die Schande von Istanbul» (la vergüenza de Estambul).
Los suizos lograron festejar hasta dos horas después, ya sanos y salvos en el hotel. Stéphane Grichting celebró también, con todo y catéter. El único cuya indignación superó su alegría fue Alexander Frei que se preguntaba… cómo demonios era esto posible en el futbol europeo.
Consecuencias de la vergüenza de Estambul
En todo el mundo retumbaron las escenas bochornosas que se vivieron en Estambul… ¡y así querían los turcos entrar a la Unión Europea! Joseph Blatter anunció su indignación ante la violencia sufrida por los suizos. Él mismo era suizo, pero eso no importaba cuando el futbol quedaba mancillado. Blatter anunció una investigación del Comité Disciplinario.
En febrero de 2006, el Comité Disciplinario anunció las sanciones:
- La Federación Turca tuvo que pagar una multa de 200 mil francos suizos. Además, Turquía tendría que jugar sus próximos tres partidos como local a puerta cerrada y en sede neutra.
- Emre Belözoğlu y Alpay Özalan (Turquía) y Benjamin Huggel (Suiza) recibieron una suspensión de seis juegos, más 15.000 euros de multa.
- Serkan Balcı recibió una suspensión de dos juegos y una multa de 15.000 euros.
- Stephan Meyer, fisioterapeuta suizo, recibió dos juegos y 6.500 euros de multa.
- El asistente Mehmet Özdemir fue expulsado de toda actividad relacionada con el futbol durante un año, más una multa de 15.000 euros.
Estas sanciones no fueron bien recibidas por nadie. Los suizos las calificaron como muy laxas, y los turcos dijeron que eran «anti-turcas». Llegaron a un punto en el que un diario turco publicó el número de teléfono y de fax para que los aficionados escribieran su reclamos.
No fue la única ni la última escena entre suizos y turcos. Te traigo una donde la religión intervino, y otra que la misma embajada turca ejerció en Suiza.
Iniciativa turca en Suiza: construcción masiva de mezquitas
Mismo año en el que Suiza sobrevivió al infierno, 2005. Nuestro destino es un distrito suizo llamado Wangen bei Otten. Ahí se encuentra la Asociación Cultural Turca, y tiene la idea de erigir un minarete de seis metros de alto para que el muecín invite a la oración de los musulmanes del lugar. Como dicta el protocolo, esa asociación se postuló para un permiso de construcción. Eso no les gustó a los vecinos del lugar y se opusieron fuertemente, presionando hasta que las autoridad empezaron a hacer los trámites cansinos; no iban a dejar que la fe cristiana.
Ahora los turcos estaban molestos; la burocracia suiza es ejemplo de trámites prontos y expeditos y ahora parecía que estaban de vuelta en Turquía y sus colas interminables. Finalmente, los funcionarios rechazaron ese permiso. ¡Esto no se quedó así! Acudieron al Departamento de Justicia y Construcción, y revirtieron la decisión. Ahora los vecinos acudieron a la corte administrativa de Solothurn, una instancia más arriba, y también los rechazaron. Los turcos ya podían erigir su ansiado minarete.
Todo esto llegó a oídos del binomio que gobernaba la cámara baja, el Partido Popular y la Unión Democrática Federal, ambos de derecha. Empezaron a ver con horror cómo el islam empezaba a comerse la sociedad suiza y de 2006 a 2008 hicieron cabildeo para promover que no se construyeran minaretes en las diferentes regiones suizas llamadas cantones. Ninguna prosperó.
Faltaba la revancha. En Suiza todo se arregla con referéndums, siempre y cuando logres juntar 100 mil firmas en 18 meses. Puede haber iniciativas cantonales y federales, así que ves a los suizos en las urnas varias veces al año. Así, un comité de políticos de ambos partidos de un cantón llamado Egerkinger lanzó una iniciativa popular para reformar el artículo 72 de la constitución de Suiza en donde se ilegalizara la construcción de minaretes. A favor estaba ese comité, más el grupo de feministas radicales y la sociedad sacerdotal de San Pío; en contra estaba el gobierno, el parlamento, ONGs, y, aunque no lo creas, representantes de todas las organizaciones religiosas.
En Suiza el islam es la tercera religión más practicada y por lo general son los migrantes de países balcánicos como Kosovo y Bosnia y Herzegovina, pero uno de cada cinco musulmanes es turco según datos del censo de 2009. Tal era el estado de las cosas cuando el 25 de noviembre de 2009 ocurrió el referéndum. Además, solamente había cuatro mezquitas con minaretes en Suiza: Zúrich, Ginebra y Winterthur, además de la ya mencionada Wangen bei Otten. Ninguna llama la atención para no molestar a los vecinos. Esa iniciativa parece más pretexto para frenar las aspiraciones políticas y religiosas del islam.
Salieron los resultados. Ganó el sí con el 57,51% de los votos. El no solamente triunfó en los cantones de la parte francesa como Vaud, Neuchâtel y Ginebra, además de Basilea, donde está la mayor concentración de musulmanes. Gobiernos de todo el mundo protestaron porque violaba la libertad de culto; los países musulmanes pusieron el grito en el cielo; los partidos de derecha en países como Austria, Bélgica, Francia y Países Bajos festejaron a lo grande. Y obviamente el gobierno de Abdullah Gül otra vez tropezó con una piedra suiza.
Ahora bien, a diez años después ¿se puede saber si sirvió de algo esa prohibición? Pues siguen aumentando las mezquitas, naturalmente sin minaretes. El islam sigue penetrando en la sociedad suiza, pero aún no es una religión oficial. La situación se ha calmado, pero Suiza se lanzó a las calles por una iniciativa a causa de una chispa turca.
Espionaje de la propia embajada
Vayamos ahora a 2017. En la Universidad de Zúrich hubo un seminario donde se hablaba del genocidio armenio. Aquí, dos personas sospechosas empiezan a fotografiar a todos los asistentes, la mayoría de la comunidad turca. Las autoridades suizas comienzan a investigar y se dan cuenta que esos mismos hombres han fotografiado más eventos de esa universidad, en particular en todos los que hubiera alguien turco. En un mes han descubierto que esos sospechosos pertenecen a la embajada de Turquía.
¿Ahora qué hacer? Suiza no quiere una confrontación directa como hicieron Alemania y Países Bajos. Le da una pereza vetar a políticos turcos, así que tiene que ir a tientas. Finalmente en marzo el Procurador General advierte sus sospechas de que el largo brazo de Ankara está espiando a su diáspora a través de su embajada con el fin de identificar opositores al gobierno de Erdoğan. No solamente fue a través de fotografías. Se cree que también la embajada estuvo involucrada en un intento de drogar y secuestrar a un empresario suizo-turco con nexos con el movimiento Gülen, grupo terrorista para Erdoğan después del golpe de estado fallido en 2016. El embajador İlhan Saygılı lo negó.
Nada de lo anterior fue en balde. Todo ese trabajo de investigación provocó una investigación más exhaustiva en Ankara y se confirmó lo sospechoso: la embajada de Ankara era un tentáculo más de Erdoğan. El gobierno suizo tuvo que quitarles la inmunidad diplomática al agregado de prensa Hacı Mehmet Gani, y al segundo secretario de la embajada Hakan Kamil Yerge, advirtiéndoles que serían arrestados en caso de poner pie en territorio suizo. Esto apenas era la punta del iceberg; había infiltrados en campos de refugiados en Grecia. A veces parece que Turquía tiene inmunidad para actuar a sus anchas.
Turquía siempre se ha topado con pared cuando se escucha la palabra «Suiza». En el futbol, en la religión, en el espionaje… Suiza lo ha derrotado una y otra vez. Maquiavelo ya lo había advertido una y otra vez en su obra magna El príncipe. Todos los imperios tienen un punto inaccesible; para el Imperio Otomano 2.0 es la Confederación Helvética.
Fuentes
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El significado de Suiza no ha sido siempre malo para el futbol turco. Hubo un episodio que me salté a propósito en este recuento porque merece un capítulo aparte. La Eurocopa del 2008 se celebró en la altura de los Alpes, pues Suiza y Austria compartieron la sede. Además de Rusia, Turquía fue la selección que se terminó ganando los corazones de los aficionados. Los turcos lo hicieron a base de una garra y una resiliencia pocas veces vista en Europa, como volteretas y partidos con pocos sustitutos por lesiones o suspensiones. Pocos saben que esta epopeya empezó desde la misma fase de clasificación. Esta historia épica turca te la traigo la siguiente semana.
Recapitulemos
Tras una montaña rusa de emociones, Turquía terminó en segundo lugar de su grupo y se metió al repechaje para acceder al mundial de Alemania. Su rival fue Suiza. Para el partido de ida en Berna, el ambiente político estaba enrarecido. Suiza ganó 2-0. En la vuelta, la selección suiza sufrió la hostilidad del pueblo turco y su himno fue abucheado. Perdió en Estambul 4-2, pero calificó por los goles de visitante. Esa frustración desembocó en una batalla en el túnel para los vestidores del estadio Şükru Saracoğlu. Eso representó consecuencias drásticas para el futbol de Turquía (veto de tres partidos como local) y para futbolistas y cuerpo técnico de ambos países. Los incidentes entre suizos y turcos no terminan ahí: a causa de la construcción de un minarete en una asociación turca, hubo un referéndum en 2009 para evitar la construcción de alminares donde ganó el sí. En 2017, hubo otro incidente porque la embajada de Turquía en Berna fue sorprendida espiando a sus propios ciudadanos.
Nos vemos la siguiente. Gorüşürüz!