Casualidades en el fútbol, o quizá no, la última vez que el AC Milan ganó en San Paolo fue un 25 de octubre de 2010. A bote pronto, nada llamativo más allá de una mala racha importante para la squadra rossoneri en territorio napolitano. O quizá sí. Los seguidores más fieles del Calcio habrán percibido un déjà vu porque, efectivamente, al asociar las etiquetas «Milan» y «2010», también nos remontamos hasta la última campaña en la que el equipo de Lombardía conquistó su último Scudetto, de la mano de Massimiliano Allegri. Y, para completar un paralelismo que roza lo paranormal, aquel 1-2 milanista en Napoli sirvió para cerrar una jornada 8 de Serie A, lo mismo que ha ocurrido este domingo con la victoria del combinado dirigido por Pioli ante el de un Gatusso que, aquel día, portaba el brazalete de capitán de Il Diavolo.
En esta ocasión, el resultado cambió y la victoria fue por 1-3. Sin embargo, lo que permanece inmutable es la voracidad goleadora de un Zlatan Ibrahimović que vio puerta en sendos encuentros. Concretamente, esta vez marcó otro hat-trick a sus 39 años, aunque el tercer tanto no subió al marcador por fuera de juego. A pesar de ello, «el Benjamin Button» sueco encabeza la tabla de goleadores en la máxima categoría del fútbol italiano con una decena de tantos en seis partidos, lo que se traduce en un aterrador promedio de un gol cada 52 minutos.
En cualquier otro equipo, esos números obligarían a hablar de Ibradependencia, pero lo cierto es que este plantel está demasiado trabajado como para hacerlo. Prácticamente nadie daba un duro por Stefano Pioli, quien venía de ser destituido en la Fiorentina seis meses antes de sustituir en octubre de 2019 a un Marco Giampaolo que tenía al Milan 10º, habiendo sumado tan solo nueve puntos en siete jornadas. Poco más de un año después, la película ha dado un giro de 180 grados. Pioli no solo tiene al equipo liderando la Serie A (20/24 puntos), sino que desde su llegada acumula un balance de 28V / 13E / 6D, se mantiene invicto en liga desde principios de marzo (1-2 Genoa) e incluso ha conseguido que el club deshiciese un preacuerdo con Ralf Rangnick para dar continuidad a este proyecto.
La gran receta de Stefano está siendo apostar por una columna vertebral bien definida desde el confinamiento, donde prácticamente el `XI´ se recita ya de memoria. Un 4-2-3-1 un tanto asimétrico donde el equipo se junta habitualmente por izquierda, con Hakan Çalhanoğlu partiendo desde la mediapunta, pero cayendo mucho a ese flanco mientras Ante Rebić –o en ocasiones un Rafael Leão que está yendo a más– amenaza al espacio con sus rupturas diagonales y Theo Hernández se muestra como un puñal incorporándose al ataque desde el lateral. Tres jugadores que cayeron en el lugar idóneo, en el momento más dubitativo de sus carreras. En un equipo capaz de mandar con la pelota –especialmente dominante si puede verticalizar–, que cuenta con Ibra como recurso en juego directo o para amenazar el área, y al que le gusta morder el campo contrario desde una presión alta donde predominan las vigilancias individuales.
Pioli ha encontrado la fórmula para potenciar a sus piezas más dotadas a nivel individual, ser un bloque unido difícil de maniatar aunque tenga un estilo y dibujo perfectamente definidos, pero que maneja diferentes registros de juego, aunque como más cómodos se sienten sus baluartes defensivos es replegando cerca del área de Donnarumma, pudiendo salir fugazmente al contragolpe. Pese al desembarco de Sandro Tonalli –considerada una de las mayores perlas del fútbol italiano–, Franck Kessié e Ismaël Bennacer se han consolidado como el probablemente doble pivote mejor compenetrado de la Serie A, en lo que ha sido una importante muestra de personalidad por parte del técnico, por lo criticado que llegaba el costamarfileño y la juventud del argelino (22). Y hablando de dudas, Kjær desembarcó en la ciudad de Il Duomo como uno de esos fichajes con muchos motivos para fracasar y pocos de triunfar. Pero nada más lejos de la realidad. Puede que tomar San Paolo en la jornada 8 sea una mera casualidad, el tiempo lo revelará; pero lo cierto es que el AC Milan, contra todo pronóstico, este 2020 ha dejado de ser un equipo anclado en tiempos pretéritos.
Periodista · 1997 · España | Kaká me enseñó desde San Siro que en el fútbol la magia importa, Gerrard se fue a Estambul a confirmarme que la mentalidad prevalece. También soy `Chiellinista´. Delante de un micrófono, como dijo Michael Robinson, "estoy muy ocupado, pero no siento que esté trabajando".