Habemus semifinalistas. España y Francia por un lado del cuadro, dicen que el difícil; e Inglaterra y Países Bajos por el supuestamente fácil. Pero aquí nadie regala nada y los dos partidos del día se decidieron gracias a dos remontadas. La primera, en los penaltis, tras otra soporífera prórroga, para que Inglaterra terminara (1-1) con la participación de una de las selecciones más completas de la Eurocopa, la Suiza de Murat Yakin. Manuel Akanji, tremendo torneo el suyo, perdonó la única pena máxima de la tanda. Sigo en mis trece de que las tandas las carga el diablo, si no, no se entiende tanta crueldad. Y también me mantengo firme en la idea de que un penalti se debe tirar con determinación, de los que no le entran tanto por el ojo a Memo Navarro como los que tienen pausitas o saltos. Aunque, a decir verdad, si son como el de Bukayo Saka, tampoco me importa que tengan una carrera con cambios de ritmo. Mérito de Pickford también, con una chuleta en su botellín de agua como el del capitán Del Bosque en algún que otro examen que no pudo preparar por ver un Hamburgo – Werder Bremen cuando era (más) joven.
En el segundo turno, Países Bajos revirtió (2-1) la contienda antes del tiempo extra, para evitar que todas las rondas de cuartos de Eurocopa se marcharan al alargue. De Vrij y Müldür en propia meta fueron los artífices que guiaron a la Oranje a sus primeras semis de Eurocopa desde 2004. Turquía se va con la cabeza alta y probablemente también como la selección más divertida de ver para el espectador neutral. Incluso, más importante aún, con la sensación de que esta camada promete dar alegrías durante la próxima década. Dos grandes revelaciones se marchan hoy del torneo.
🥇🏴 BUKAYO SAKA
Ver a Inglaterra sigue sin resultar una actividad recomendable, más allá de la épica. Así fue ante Eslovaquia y no podía ser menos frente a Suiza. En octavos, con Bellingham como héroe. Y, en cuartos, con el canterano del Arsenal a los mandos. Lo coral será asignatura pendiente por los siglos de los siglos, pero de chispazos individuales viven los Three Lions. Y aunque aparezcan de uno en uno, con eso les ha bastado para plantarse en semifinales. Seguro que nuestro Adrián Crispín, un tipo que facilita mucho las cosas a los mandos de la parte audiovisual, se alegró por ver como su pupilo volvía a dar una vida extra a los de Southgate. Y así fue también el partido que completó Bukayo, solidario y con ganas de sumar en varias facetas. Desde la recepción al pie, abierto en banda derecha. Como le gusta a Mikel Arteta, su principal valedor. El seleccionador acertó con su posición de partida, las cosas como son, y eso que lo lógico era que en su viraje del 4-2-3-1 al 3-4-2-1, Trippier pasase a jugar por la derecha y Saka a la izquierda. A pierna natural. Pero Gareth quería a sus carrileros a pierna cambiada. En gran parte, porque visualizó un escenario de ataques más posicionales que de transiciones. Así fue, ante una Suiza menos presionante que contra Alemania e Italia.
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Bukayo se vació, haciendo suyo todo el carril derecho. Atacaba a la última línea de Suiza, pero replegaba en la de cinco defensores de Inglaterra en muchos momentos. Y, aun así, le quedaron energías para condicionar a la rica pizarra de Murat. Una que, con balón, también fue bastante menos fluida que en partidos anteriores. Tal vez por una ligera falta de osadía de Akanji, Xhaka y compañía, o quizá porque los ingleses sí minimizaron a su rival. Una mezcla, seguramente. El caso es que Aebischer, ese futbolista polivalente que es lateral/carrilero en fase defensiva, y centrocampista que pisa pasillos interiores cuando su selección tiene el balón, tuvo una amenaza constante con Saka. Bien a su espalda o, sobre todo, después de que el del Bologna llegase al repliegue, con el cambio de ritmo de Bukayo como arma. Saliendo mucho por su perfil menos dominante, el diestro, para resultar menos previsible y ganar la línea de fondo. La que no dudó en jugarse con la diagonal hacia dentro fue la del gol que forzaba la prórroga, con determinación y un zurdazo inapelable a la cepa del poste que neutralizaba el 0-1 de Embolo a cuarto de hora para el final. Todavía recuerdo cuando otro amigo gunner me advirtió de que había un pelotero con alma de líder en las inferiores del club londinense. Yo no le creí demasiado, pensé que sería la típica alegoría de la Premier con su producto, pero cada vez estoy más convencido de que Saka no solo es un jugador de rol. Que también puede llevar la voz cantante de un ataque, aunque lo veamos mucho más como gregario. Hoy, de hecho, hizo las dos cosas.
🥈🇳🇱 MEMPHIS
El partido de este jugador, sin equipo tras terminar contrato con el Atlético de Madrid, pero con galones como para sentirse el alma de la Oranje, fue muy parecido al que vimos ante Austria, que le llevó a entrar en el podio del último partido de la fase de grupos. En aquella ocasión, su combinado nacional cayó derrotado (3-2), pero él dio el paso adelante que se le presupone por jerarquía. Esta vez, más de lo mismo, frente a una Turquía que se adelantó y no regaló nada, pese a que los de Montella no hayan sido el rival más fiable atrás en su camino a los cuartos de final. Le tocó a los de Koeman llevar la iniciativa, un escenario similar al choque inaugural para ellos frente a Polonia. Eso sí, a sabiendas de que los turcos tienen bastante más amenaza al espacio. Tuvieron que madurar el encuentro y en eso no hubo ninguno que interpretase tan bien como él la manera de llegar al área rival. Primero, como ‘9’, sin salir permanentemente de zona, pero sí atinado con varios toques de espaldas que activaron a los trequartistas en un día en el que Schouten y Reijnders no tuvieron la misma clarividencia (ni las mismas facilidades, dicho sea de paso) que frente a Rumanía. Xavi Simons, que esperaba entre líneas, fue uno de los que más se benefició, aunque Gakpo, con mucha confianza al servicio de Países Bajos nuevamente, también encontró un socio con quien combinar en el sector interior izquierdo.
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Hasta el descanso, su papel estaba siendo muy positivo para activar el juego interior y no crear tanta dependencia de los cambios de orientación hacia Dumfries y el propio Gakpo, quienes volvieron a dar la amplitud a la hora de atacar. Asimétricos, porque el primero partía como lateral diestro y el segundo lo hacía desde el extremo. Tras el descanso vinieron las prisas, ingresó un punta más referencia como Weghorst, y eso hizo que Memphis pasase a la mediapunta. A Koeman, el entrenador que seguramente más rendimiento le haya sacado en su carrera (tanto en la selección como en el Barça post Leo Messi), ni se le ocurrió en sacarle del terreno de juego. Juntos hasta la última de las consecuencias. Memphis para Ronald es un jugador-sistema. En los minutos finales era él quien debía recibir de cara y seguir mejorando los ataques, tal y como lo hizo, con buena visión de juego. Y por si fuera poco, también tiró del carro a balón parado, asistencia incluida en el empate de Stefan de Vrij. Figura clave en otra remontada que vale unas semifinales. El gol, a veces, no es necesario para brillar con luz propia como ahora os trataré de convencer.
🥉🇹🇷 BARIŞ ALPER YILMAZ
Hace años, un servidor tenía una memoria tremenda para contar goles y asistencias, o para acordarse de ellos semanas después. De un tiempo a esta parte, sin embargo, retengo más los planes de partido y algunos detalles tácticos, que la autoría de quienes celebran los tantos. Incluso al final de los mismos, tengo que mirar de vez en cuando quién marcó. Gajes del oficio, no sé si seré el único. Lo que está claro es que me entran por los ojos los futbolistas altruistas, que mejoran a los demás sin necesidad de acaparar tantos focos. De ahí que mi elección como MVP de Turquía en su despedida de la Eurocopa sea el delantero del Galatasaray y no un Arda Güler que fue igual de importante y que, de nuevo, sacó la zurda a pasear para asistir a otro central goleador como Samet Akaydin. La perla del Real Madrid, cocinada en el Fenerbahçe, es como ese personaje de los videojuegos de fútbol a los que controlas tú, mientras que el resto se mueven orquestados por la CPU. Se acerca mucho al balón, cuando quiere, tanto si parte como falso ‘9’ como desde la banda derecha, lo que vimos hoy. Es el centro neurálgico de una cuartofinalista y ha pesado en el resultado de varios partidos. Poca broma su verano, cada vez en Madrid se habla menos de su salida en condición de cedido por motivos evidentes.
Şehzade Arda Güler
En todo caso, ha contado a las órdenes de Montella con un socio perfecto para sus condiciones. El que ocupaba la derecha o la punta en función de cuál fuese la posición de partida del ‘8’. Arda quiere la pelota al pie, y Barış Yılmaz va a todas al espacio. No le teme a nada ni a nadie. No hay más que ver que hoy se midió a Virgil van Dijk en un cruce titánico y, pese a la diferencia de envergadura, hasta le sacó una amarilla a la leyenda del Liverpool en una carrera a campo abierto en el segundo tiempo. Su cometido es claro: estirar al equipo, amenazar en profundidad, conducir muchos metros y, si no gana el duelo para quedársela y oxigenar a los suyos o tirar apoyos, al menos contagiar de fe a sus compañeros. Y, de paso, hace que al contrario le tiemble el pulso. Un competidor nato, que te acerca al gol por mucho que su selección esté lejos de la meta rival. Barış, todos dábamos por hecho que tu país no sacaría a otro Yılmaz de tal dimensión, pero a tus 24 años conviene no ser tan tajantes. Pese a tener margen de mejora de cara a puerta, te vas como uno de los grandes nombres de la Eurocopa. Polivalente y siempre al servicio de tus paisanos. Un jugador de equipo, con todas las letras, de esos que caben en cualquier plantilla.