Finalmente, la paella y la sangría se impusieron al pescado rebozado y a las judías blancas para desayunar. La España de Luis De La Fuente logró un hito sin precedentes: ganar los siete partidos de la Eurocopa. Contra el alma de Modrić y sus paisanos. Contra la Italia vigente campeona. Contra la soñadora Albania de Silvinho. Contra Kvaratskhelia, Mikautadze y el imperio georgiano. Contra la anfitriona de Don Toni Kroos. Contra esa Francia que parecía impenetrable. Y contra la que muchos catalogaron como la mejor camada de Inglaterra. Junto a Suiza, se comportó en todo momento como la selección más coral del torneo. El equipo por encima de cualquier nombre, por mucho que Rodri recibiese el premio a MVP del certamen pese a marcharse lesionado en el descanso de la final. Los hispanos se lo creyeron e hicieron olvidar las filias y las fobias de un país mucho más empático con el fútbol de clubes que con el de selecciones. Tocó salir a festejarlo, volver a casa con los mofletes pintados de los colores de España y escuchar algo que parecía impensable hace un mes. A los culés aplaudir las faltas de Dani Carvajal. A los colchoneros, el descaro de Lamine Yamal. Y a los madridistas, el pundonor de Álvaro Morata.
🥇🇪🇸 DANI OLMO
El ’10’ viajó lesionado y se marcha de Alemania como una de las mayores individualidades del campeonato. No es que llegase a tiempo como indica su reloj, es que directamente marcó la diferencia una vez que Pedri cayó lesionado en el inicio del duelo de cuartos frente a Alemania. En la final no anotó el tanto de la victoria, pero, más importante aún, sacó bajo palos el remate de Guehi que habría mandado el partido a la prórroga. Jugada de valor gol, al fin y al cabo, después de asistir de forma indirecta a Nico Williams en el 1-0. Su desmarque de arrastre le limpió la zona al extremo del Athletic Club. Todo ello, además de ser diferencial un día más con su presencia y lectura entre líneas, sus pases en profundidad y algún que otro giro con fintas marca de la casa para oxigenar al equipo y mejorar la jugada. Incluso, lo hizo con la pareja de baile menos conveniente, dado que Southgate propuso una guerra de guerrillas en la que Inglaterra no fue a morder muy arriba, pero sí lo hizo con vigilancias individuales. Declan Rice terminó desesperado, también por cómo presionaba Dani Olmo desde el otro lado de la moneda, o por los retrocesos defensivos que garantiza el trabajador y mágico mediapunta del Leipzig. Torneo consagratorio.
🥈🏴 JUDE BELLINGHAM
Del lado inglés, fueron Jordan Pickford y Jude Bellingham quienes más tiraron del carro. El primero, con sus paradas; y el segundo, acercando a los suyos al área rival. Los Three Lions pudieron correr y amenazar al espacio gracias a que el ’10’ se inventó varias salidas reteniendo la pelota en situaciones poco ventajosas. La conducción viendo la meta rival de cara la traía de serie, pero al recibir de espaldas también encontró soluciones con giros para lanzar la transición ofensiva o, en la misma jugada del gol, para habilitar al recién ingresado Cole Palmer para que el ángel del Chelsea empatara momentáneamente la contienda. Los especialistas en días grandes no defraudaron. Y, por momentos, Jude hizo que su amigo Dani Carvajal sufriera en ese duelo individual, llegando a robarle algún que otro balón. Foden tiró la puerta abajo en las semifinales y eso hizo que el sacrificado en ocupar la banda izquierda en la final fuese el de Birmingham. Al menos, esa era su demarcación de partida. Ningún problema para echarse a sus compatriotas a la espalda como ya sucediera ante Eslovaquia.
🥉🇪🇸 MIKEL OYARZABAL
El fútbol le debía varias a Mikel Oyarzabal Ugarte y hoy se pudo cobrar una al menos. Un futbolista que renunció a ofertas suculentas para quedarse en el equipo de su vida, la Real Sociedad, que es el que más jugadores ha aportado a la selección campeona de Europa, por cierto. Uno que quedó muy tocado de su grave lesión de rodilla y que tuvo que readaptar su fútbol de acuerdo a sus virtudes. De extremo, a delantero centro. Hacer menos cosas, o menos vistosas, en son de ser más decisivo. Y lo logró por tramos esta campaña, en la que pudo paliar el déficit goleador en Anoeta, pero eso quedó empañado por el penalti que no transformó en la tanda de semifinales de la Copa del Rey. El destino le guardaba un momento muy especial que siempre será recordado en el fútbol español, por mucho que su participación en esta Eurocopa estuviese dejando dudas. De La Fuente confío plenamente en él desde que coincidieron en categorías inferiores y Mikel cambió el final de esta historia. Media hora en la que no se guardó nada, trabajó sin balón como siempre acostumbra, dio continuidad a las posesiones de España con sus apoyos y trazó movimientos profundos como si supiese que el premio estaba ahí. En la primera, muy forzado, avisó. Y en la segunda, asistido en el minuto 86 por Cucurella, no perdonó. Tenía una misión que cumplir en una noche inolvidable.