Antonio Conte en un Napoli sin verdad

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Decía Leonardo Sciascia, como bien recoge Enric González en su imprescindible Historias de Roma, que «Italia es un país sin verdad». Solo así se puede definir una tierra que convive diariamente con la tragicomedia, los excesos y, por encima de todo, con una contradicción eterna: un país que escapa a su agonía tratando de agarrarse a la majestuosidad heredada. El calcio no es una excepción. La deriva de la Serie A actual contrasta con el esplendor de los años 90 y un fútbol repleto de las mayores estrellas mundiales. Sin grandes referentes sobre el césped, salvo honrosas excepciones, Italia dirige sus miradas a los banquillos con la esperanza de regresar a donde cree merecer. Y en ese puesto cargado de escrutinio y críticas, pocos se manejan mejor y tienen la reputación de Antonio Conte, genio y mordaz, que ha regresado a la liga que ya conquistó con dos equipos diferentes.

Napoli, o el sur de Italia más concretamente, representan mejor que nada esa tierra de pasiones intensas y prohibidas, traiciones y una manera de vivir de la que quieres escapar pero que se queda grabada a fuego en tu forma de ser, como tan bien refleja el cine de Paolo Sorrentino. Y, dirigiéndolo todo desde las alturas, Aurelio de Laurentiis, uno de esos dirigentes que conecta directamente con el esplendor, pero también con los vicios adquiridos. Que Conte, un entrenador conocido por su carácter incendiario y sus complicadas relaciones con gerencia y jugadores, que le hacen durar poco en sus clubes, aterrizara precisamente aquí convierte su estancia en el conjunto partenopeo en una de solo dos vías de salida: puerta grande o enfermería. Conte en Napoli no tendrá puntos intermedios.

La terrible temporada anterior del equipo, con hasta tres entrenadores (Rudi García, Walter Mazzarri y Francesco Calzona), justo después de salir campeones en 2023, es un arma de doble filo: las expectativas se han rebajado y además no disputan competición europea, lo que aligera el calendario, pero no se pueden permitir más pasos en falso una plantilla que, pese a haber perdido a Victor Osimhen en el mercado estival, mantiene en nómina a un genio que compite por ser el mayor talento de la liga: Khvicha Kvratskhelia.

Tras algo más de tres meses de temporada, completado casi un tercio de la misma, el Napoli marcha líder en solitario de la liga italiana, con 26 puntos sobre 36 posibles, aunque realmente su diferencia con el sexto clasificado es de apenas dos unidades. Son el conjunto menos goleado del campeonato, habiendo recibido apenas 9 tantos en esos 12 encuentros. Por el lado contrario, de los seis equipos que están arriba son el menos goleador, con 19 goles, 12 menos que el segundo clasificado, la Atalanta.

Centrándonos ya en lo que ocurre sobre el césped, y relacionándolo con esas contradicciones con las que convive tan diariamente la sociedad italiana, Antonio Conte, un técnico caracterizado durante toda su carrera por una preferencia casi que obsesiva con esquemas de tres centrales, está apostando por un 4-3-3 en esta aventura napolitana… aunque con importantes matices. Cabe recalcar que los equipos del técnico natural de Lecce optan tanto por el movimiento de sus jugadores que, aunque partan desde una línea de cinco jugadores atrás, en fase ofensiva se convierten en líneas de cuatro. Por ejemplo, su Inter de Milán (¿su mejor obra?), aunque ha pasado a la historia como un equipo que se colocaba en 5-3-2, en muchas ocasiones, y como el propio Conte comentó, en ataque se convertía en un 4-2-4 debido a la altura que ganaba uno de sus centrales, Alessandro Bastoni.

En el Napoli sí parte claramente desde una línea de cuatro atrás en fase ofensiva. Opta por construir en reinicios con los dos laterales, Di Lorenzo y Olivera (clara mejora del uruguayo con su nuevo entrenador, sacando mucho jugo a su golpeo), que hunden muchísimo su posición, incluso más que los propios centrales, con la intención de atraer al bloque rival y filtrar por dentro, donde se da un importante juego de alturas. El delantero, Romelu Lukaku, desciende su posición y se ofrece como destinatario de los envíos, bajando para aguantar de espaldas y participar en apoyo. Los dos interiores, dos perfiles de muchísimo despliegue como Zambo Anguissa y Scott McTominay, se pasan todo el encuentro tirando desmarques largos y ofreciendo mucha profundidad interior, compensando a Lukaku y llegando hasta el área contraria.

No es casualidad que todos los encuentros que el Napoli no ha ganado esta temporada sean aquellos en los que Lukaku no ha podido sumar. Ya sea por no estar todavía (el 3-0 de la primera jornada en Verona), o por ser claramente dominado por su par (0-0 en Turín, 0-3 ante la Atalanta o 1-1 en San Siro ante el Inter, donde fue superado por Bremer, Hien y Acerbi respectivamente). Si el belga no está o no puede comparecer, al equipo se le complica sobremanera su mecanismo principal para salir y superar la presión rival.

Una vez instalan el ataque posicional en campo rival, la clave deja de ser el delantero y pasa a serlo un Khvicha Kvratskhelia que está viviendo una diferencia clave respecto a su temporada de esplendor con Luciano Spalletti. Si en ese año donde el equipo ganó el Scudetto el georgiano tenía libertad total para ir acercándose a sus compañeros, cruzando el campo en busca del balón, este año con Conte parece que es al revés: son sus compañeros quienes se acercan a él. Kvaratskhelia busca recibir abierto en la banda izquierda y, desde ahí, tirar la diagonal, ya sea en conducción, progresando mediante esas paredes tan características de su juego, o buscando lanzar y conectar por dentro con interiores y delantero. Los laterales, más concretamente Olivera que es quien comparte sector con él, buscan facilitarle la vida y aclararle esas recepciones, ya sea fijando abajo y atrayendo como se comentaba antes, o sumándose al ataque, pero por carriles interiores, dejándole siempre la vía exterior al georgiano.

En esos casos donde los laterales se suman al ataque por dentro, el equipo suele compensar descendiendo a Billy Gilmour entre los centrales. El escocés, que le ha quitado el puesto a Lobotka en el último mes tras la lesión del eslovaco, está brillando gracias a su golpeo y capacidad para conectar en largo, aunque quizás le esté faltando algo de poso y calma en situaciones donde el equipo busca protegerse con el balón.

Entrando ya en lo que hace el equipo sin balón, donde cabe recalcar que son el conjunto menos goleado del campeonato, viniendo de donde venían (48 goles encajados la temporada pasada, desangrados todo el año tras la marcha de Kim a Múnich), quizás lo mejor de todo es que aún les queda un amplio margen de mejora.

Suelen intercambiar posturas más presionantes, saltando a los reinicios del rival, con tramos de esperar en un bloque medio. Cuando se lanzan a la presión tienen dos estructuras dependiendo de si el rival construye con dos o con tres centrales: si es con 2, es Zambo Anguissa quien salta a primera línea junto a Lukaku para igualar frente a ellos; en cambio, si el rival opta por 3 centrales (algo muy común en la Serie A), son los extremos más el delantero quienes se emparejan con ellos, mientras que en el mediocampo invierten el triángulo. Es decir, Gilmour, el mediocentro, es quien más salta de los tres, yendo a por el mediocentro rival, mientras interiores quedan con sus homónimos contrarios. A nivel individual hay que resaltar el gran nivel de Alessandro Buongiorno en el centro de la zaga, estando especialmente lúcido en estos tramos de presión cuando tienen que saltar lejos, imponiéndose casi siempre en los duelos.

En defensa posicional es donde más se ve al Conte más clásico, pues en esa instancia el equipo sí cierra con una clara línea de cinco atrás, con Giovanni di Lorenzo cerrándose y Politano descendiendo como un carrilero, con Anguissa compensándole cerrando por delante. Ese 5-4-1 es sólido y por lo general tapa bien por dentro, además que llena de efectivos el área, pero también tiene puntos débiles que los rivales están explotando. El doble pivote conformado por escoceses aún no está del todo aceitado y, o se separan y permiten recepciones por dentro, o se hunden de más regalándole la frontal al contrario. No es casualidad la cantidad de goles desde fuera del área que está encajando el Napoli (tres en los últimos dos partidos). Los centrocampistas permiten esos disparos por su posicionamiento, y el guardameta, Alex Meret, de geniales reflejos, todavía tiene margen de mejora en la colocación, lo que causa que se vea sorprendido ante esos zapatazos desde lejos.

Siendo Napoli la ciudad que es, y estando el club en manos de quien está, no sería extraño que estas líneas cayeran en saco roto en cuestión de unas pocas semanas. O, por el contrario, que fuese apenas el inicio de una exitosísima etapa. Italia, un país de contrastes y extravagancias en busca de la verdad. Su verdad.

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Hugo Marugan
Fútbol. Para disfrutarlo, para aprender y para contarlo.

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