«Puta madre, ¿y ahora qué hago?», fue lo que pensó Andrés Fassi (Córdoba, 1962) cuando Jesús Murillo Karam, gobernador del Estado de Hidalgo en aquel lejano año del 94, lo invitó a trabajar al Pachuca de la Segunda División. Lo que ninguno de los dos sabía en ese momento, era que aquel sería el inicio de uno de los proyectos más ambiciosos de la historia del futbol mexicano.
Fassi ya había comenzado a labrar cierto nombre un tiempo atrás gracias a unos vídeos que realizó para entrenadores de escuelas de futbol. La idea, que surgió mucho desde su pasión por el futbol formativo, fue compartida con un amigo (muy importante en la historia, pero su identidad será revelada después) que vio en el proyecto un gran potencial. Apenas dos semanas más tarde de su plática, los vídeos ya tenían patrocinadores y estaban listos para comercializarse.
Se hicieron dos partes en VHS y se vendieron de manera exclusiva en las extintas Tiendas Gigante, que para ese momento contaban con cerca de 300 sucursales en todo México. El proyecto fue catalogado un éxito e impulsado por aquel amigo, lograron vender cerca de 80,000 copias.
Así, el nombre Andrés Fassi comenzó a hacer eco en los medios y por ello fue invitado a un famosos programa de deportes para hablar sobre ese proyecto. Abordó varios temas, haciendo énfasis en la importancia de las Fuerzas Básicas; decía que si estaban bien trabajadas, el futbol del país comenzaría a mejorar por inercia. Tras esa entrevista, desde la capital hidalguense ya lo habían señalado para invitarlo a trabajar con ellos.
Fassi era preparador físico, y contaba también con título de entrenador; había llegado a México para ser parte del cuerpo técnico del ‘Chamaco’ Rodríguez en Cobras de Ciudad Juárez y tuvo también una etapa con el Necaxa de Saporiti. El Pachuca, por su parte, no estaba en Primera División, tenía unas terribles instalaciones y mal manejo directivo, por lo que tomar las riendas del club no era del todo atractivo para el argentino… pero lo hizo.
En junio de 1994, Pachuca tuvo una especie de refundación. De la mano de Mario Zanabria como director técnico, los blanquiazules fueron superlíderes con varios puntos de ventaja, aunque el ascenso se les negó tras perder la final contra Celaya.
El día después de la final, Murillo Karam, quien había llevado a Andrés a los Tuzos, le informó que el proyecto había llegado a su fin. No obstante, fiel a su carácter, el cordobés se puso terco; después de tanto esfuerzo no iba a dejar que las cosas se quedaran en la nada. Así, Fassi fue al Palacio de Gobierno en varias ocasiones para convencer al gobernador de reactivar su proyecto, aunque solo recibió negativas.
Una tarde se logró colar en la oficina de Murillo, quien tajantemente le dijo que no había más que hablar, todo había terminado. «Le propongo algo», dijo Andrés, llamando la atención del ‘gober’. «Separemos el fútbol profesional del resto. Usted siga ayudándome con las escuelas de fútbol y la parte social y yo busco a una persona que ponga el recurso económico para comprar el equipo mayor», remató. Murillo accedió, con la condición de dar el visto bueno al inversionista que compraría el equipo.
Aquí es cuando entra en escena aquel amigo ya mencionado que le ayudó a hacer sus vídeos un éxito comercial. Era nada más y nada menos que Jesús Martínez Patiño. Ellos se habían conocido cuando Andrés fue preparador físico del Necaxa; Chucho era un seguidor más del equipo, aunque eso sí, con un gran sentido de los negocios; por ello aceptó a comprar el equipo junto a uno de sus socios y la siguiente temporada, en 1996, lograron el ascenso a Primera División.
Y por increíble que parezca…
Tres años le bastó al Club Pachuca para coronarse por primera vez en el futbol mexicano. Lo hicieron en tiempos extras contra el Cruz Azul. Tras haber jugado repechaje. Con un gol bastante extravagante de Alejandro Glaria; lo metió con la pelvis, por no decir que con los huevos. Fassi y Martínez estaban festejando atónitos en un palco del Estadio Azul, al igual que Francisco Javier González, cuya narración seguro está grabada en la cabeza de miles de aficionados tuzos, pues al anotar ese mítico gol de oro, dejó la épica frase: «Y por increíble que parezca, el Pachuca, en el Azul, es campeón del fútbol mexicano».
Desde ese entonces, el Pachuca ha conseguido siete títulos de Liga MX, seis títulos de la CONCACAF Champions League y sigue siendo, hasta ahora, el único equipo mexicano que ha ganado un título en la CONMEBOL con la Copa Sudamericana de 2006. Recientemente hizo crecer sus vitrinas con otros dos trofeos avalados por la FIFA, el Derby de las Américas, donde goleó al Botafogo, reciente campeón de la Copa Libertadores y la Challenger Cup, donde venció en penales a un mítico del futbol africano como el Al Ahly.
Esos dos trofeos, parte del nuevo formato de la Copa Intercontinental, le valieron jugarse dicho título contra el equipo con más mística de la historia de la Champions League: el Real Madrid.
Los Tuzos están a un partido de tocar la gloria absoluta, se enfrentan a la cita de su vida; una con la que sueñan todos los aficionados a este deporte. Hace 30 años, Fassi llegó a Pachuca y se encontró con una oficinita que contaba con un escritorio, un par de sillas y un teléfono apoyado en un cajón de manzanas. Lejos quedaron esas épocas y todo el buen trabajo que se realizó en estas tres décadas se resume a esta final inédita. Este equipo, oriundo de una ciudad con menos de 300 mil habitantes, aunque cuna del futbol en nuestro país, está acostumbrado a la epicidad y buscará completar la hazaña porque su historia le ha marcado que pueden logarar lo que nadie pensaba.
Andrés Fassi y Jesús Martínez conjuntaron un equipo exitoso en lo depotivo y más aún con el modelo de negocio que crearon. Hoy el argentino no está más con el club al que hizo soñar, pero sin duda estar en este gran escenario contra el (debatible) equipo más grande de la historia del futbol , no se podría entender sin él. Resulta cuando menos curioso reflexionar qué habría pasado si el «Puta madre, ¿y ahora qué hago?» que pensó cuando lo invitaron a la Bella Airosa hubiera sido negativo.
Texto escrito por Miguel Balderas