Pensando en caliente, probablemente no haya mejor paralelismo que el Boxing Day para describir la etapa de Mikel Arteta como entrenador Gunner. De los ocho encuentros que vivió el donostiarra como jugador un 26 de diciembre, día más representativo del año para el fútbol inglés, tan solo perdió dos. Pero, casualmente, fueron el primero y el último de su carrera deportiva antes de colgar las botas en junio de 2016. Dos únicas derrotas en la fecha donde todo fiel aficionado a este deporte mira hacia la Premier League en busca de espectáculo en vivo, pero ambas fueron durísimas. La primera en 2005, recién llegado a Merseyside para defender la elástica del Everton y donde su verdugo fue el Aston Villa de David O´Leary, que le endosó un contundente 4-0 en Birmingham, doblete de Milan Baroš incluido. Y la última, con idéntico resultado, aunque ya sin Arteta sobre el césped del Emirates Stadium por lesión, llegó a manos del Southampton de Ronald Koeman, que contaba en sus filas con ilustres como Sadio Mané, Ward-Prowse o Van Dijk.
Desde aquel día, exactamente tardó cuatro años en volver a competir un 26 de diciembre. Y lo hizo en su debut como primer técnico de la mano de su Arsenal, donde empató (1-1) en Bournemouth mostrando mejores sensaciones que resultado, algo perfectamente extrapolable a lo que es hoy en día el equipo que sigue dirigiendo. Tras 15 años ligado a la Premier League –una década como futbolista y más de 200 encuentros en el staff de Pep Guardiola–, él fue el elegido para suceder a Unai Emery –con seis partidos de Fredrik Ljungberg como interino de por medio– en el banquillo del norte de Londres. Un puesto donde, por el momento, nadie ha podido hacer olvidar a Arsène Wenger. Si atendemos a los números a estas alturas de temporada, Mikel tomó las riendas del equipo siendo 11º y ahora lo tiene 15º, promediando tan solo un punto por encuentro en estas 14 primeras fechas ligueras. Y, si atendemos a las sensaciones, parece que el técnico llega a este Boxing Day más tocado que nunca. Pero lo de Arteta, acentuado además en una fecha tan marcada como esta, nunca fueron los principios ni los finales. Fue el camino recorrido para llegar hasta aquí.
Viendo cómo cogió al equipo en Navidad y su dura eliminación en la prórroga de dieciseisavos de final de la Europa League en casa frente a Olympiacos –probablemente su peor momento de 2020–, nadie confiaba en salvar la temporada. Pero el Arsenal volvió más fuerte del parón provocado por la pandemia y lo hizo, vaya si lo hizo. Arteta y los suyos se agarraron a la FA Cup y, tras tres años de sequía en la competición más antigua del mundo, su Arsenal volvió a tener un motivo para salir a festejar un título que, además, supuso un billete para competiciones europeas que los Gunners no lograron vía Premier League, donde fueron octavos.
El Arsenal se reafirmó como rey de copas (ningún club tiene más); pero lo más gratificante fue ver cómo un gol de Ceballos en el descuento de los cuartos de final (1-2) ante el Sheffield United les condujo hasta semifinales, cómo Mikel superó al Manchester City (2-0) de su gran maestro haciendo un partido casi perfecto defensivamente (71% de posesión / un tiro a puerta de su rival) para plantarse en la final, y la manera en la que conquistó su 14º título ante el Chelsea (2-1), su segundo máximo rival histórico de Londres tras el Tottenham. Y, por si fuera poco, la guinda del pastel la puso venciendo (*1-1) en la Community Shield 2020 (Supercopa inglesa) al Liverpool de Klopp en la tanda de penaltis.
Desde entonces el equipo ha ido de mal en peor, aunque bien es cierto que sigue vivo en las tres competiciones más prestigiosas en las que competirá esta 20/21. Arteta ha mantenido su idea futbolística, con numerosos sistemas flexibles y matices en función del rival o de los jugadores que conformen su XI, pero tratando habitualmente de mandar a partir de la tenencia de la pelota, sin problemas para no caer en el estilo único y dominar también al contragolpe. Su juego carece de seguridad defensiva y de desequilibrio colectivo a nivel ofensivo, pero los números en liga se pueden explicar por una mayor carga de partidos respecto a la mayoría de equipos Premier League y un calendario doméstico exigente entre sus compromisos de Europa League.
"Tenemos que ir alternando el dibujo un poco. Queremos implementar un 4-3-3, que es lo que más domino y lo que creo que mejor sé transmitir, pero para eso necesitas mucha especificidad en cada posición y ahora en cinco o seis de ellas todavía no la tenemos". 2/3
— Iñaki María Avial ⚽ (@mariaavial) November 30, 2020
Arteta comenzó su etapa como entrenador desde un 4-2-3-1, no demasiado flexible, aunque sí con ajustes como el tercer central en salida de balón o la incidencia en el carril interno del lateral derecho, que en fase ofensiva pasaba a ser un interior más. Para sorpresa de muchos, a Mikel no le tembló el pulso y en estos 367 días ha dejado patentes varias muestras de su personalidad. Aunque ahora haya vuelto al ostracismo y no sea noticia por sus actuaciones deportivas, sino por pagar de su sueldo la ficha de Gunnersaurus (mascota del club a la que despidieron), Mesut Özil fue el jugador más beneficiado por su llegada, uno de sus pilares durante sus primeros encuentros.
Y, de la misma forma, su mayor comodín táctico ha sido Bukayo Saka, el gran ejemplo de que la confianza del técnico nada tiene que ver con la fecha de nacimiento de los jugadores. El canterano Gunner, llamado por la absoluta de Southgate en los dos últimos parones internacionales, ha jugado en prácticamente todas las demarcaciones. Y durante la mayoría de sus partidos, ha sido el protagonista para que el Arsenal defendiese con línea de cinco (él como carrilero zurdo) y atacase partiendo desde el interior izquierdo del ansiado 4-3-3 que persigue el técnico en ataque posicional.
No obstante, el mal momento de forma del club choca con la inversión realizada este verano desde el Emirates Stadium. El Arsenal gastó 79 millones de libras (5º mayor desembolso de la Premier League), destacando los 50 de un Thomas Partey que llegó para ser el mediocentro sobre el que se sustentara el 4-3-3; pero que, golpeado por varias lesiones, solo ha disputado seis encuentros (tres completos). Y como otro de los grandes “peros” que se le ponen al entrenador se encuentra el caso de William Saliba, quien ha pasado de ser uno de los centrales más prometedores del planeta a no disputar ni un solo minuto desde su incorporación a la entidad Gunner. Sin lugar a dudas, el Arsenal, para lo bueno y para lo malo, no ha dejado indiferente a nadie a lo largo de este rocambolesco 2020. Un año en el que Arteta puede redimirse en la fecha más especial de la Premier League y frente a un Chelsea que viene con sed de venganza, o que podría cerrar el año con una destitución exactamente un año después de su regreso a London Colney.