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El fútbol es un deporte que está constantemente poniendo a prueba nuestra capacidad imaginativa. Testando hasta dónde podemos llegar a la hora de imaginar un fútbol que no existe. Esta premisa se da sobre todo cuando hay un fichaje nuevo. De inmediato, el aficionado traslada al jugador en cuestión a su equipo, incorporando todo aquello que hacia previamente como si el traslado fuera sencillo, quizás como imaginarse una nevera o un horno en una mudanza. Electrodomésticos que tienen un rendimiento estable, independientemente del entorno. Por suerte (por desgracia para algunos) el fútbol responde a estímulos y contextos, por lo que cada jugador rinde de una forma determinada dependiendo de muchos factores. Frenkie De Jong ha tardado un año y medio en encontrar su sitio. Ahora se nos presenta como un futbolista distinto al que imaginamos y toca redibujarlo. Su despertar nos ha pillado dormidos.

Podemos sentenciar que De Jong ha sido muchos jugadores sin terminar de ser ninguno en su etapa en el FC Barcelona. Hasta hace poco más de un mes. Para entender qué De Jong estamos viendo es preciso mirar hacia atrás y atender al Frenkie que aterrizó en Barcelona en verano de 2019. El neerlandés venía de ser un todocampista que iniciaba siempre desde la base y tenía la libertad para progresar con el balón por todo el verde. Sin ataduras, como lo vimos contra el Athletic en 4-2-3-1. En el Ajax no había más jerarquías que las que se iban generando con la pelota, y Frenkie gozaba de un status altísimo en el entramado ajacied. Pero rápidamente aprendió que el Barça era el equipo de Sergio Busquets en el centro del campo y de Leo Messi en toda su expresión. Su fútbol no podía responder de la misma forma, sino que debía adaptarse a las necesidades del Barça, que eran muchas y diversas.

Mapa de calor de De Jong en su primer partido en el Camp Nou (SofaScore)

Ernesto Valverde era consciente de la naturaleza incompleta del Barça y le dio a De Jong muchísimos roles distintos. Sería el relevo de Busquets cuando este faltase, el interior adelantado que esperara a que el balón le llegara y también el que trazara movimientos agresivos si la jugada lo requería. Fue muchos futbolistas a la vez porque el Barça no podía esperarle, sino que él debía responder a las necesidades de un equipo que con Suárez y Messi arriba, era lento y previsible. De Jong cayó en el FC Barcelona más extraño posible, un conjunto en el que sus piezas se repelían y en el que dotar de un contexto favorable a sus integrantes era dificilísimo. Así, para paliar lo que Suárez y Leo no podían dar, se infrautilizaba a Griezmann pinchado en izquierda, se usaba a Vidal como elemento para la profundidad y se le daba la amplitud a Semedo. Y en todo ello, De Jong como un jugador extraño, tímido y que vio como pasaba de tocar el balón 95 veces por partido a apenas 62. De dar 72 pases a 51. De ser el protagonista a ser un actor de reparto.

La llegada de Ronald Koeman llevaba implícita una especie de rebelión. El ex técnico del combinado neerlandés había asegurado en una entrevista que «De Jong no está jugando en su posición» y el hecho de que cada vez que iba con Países Bajos, Frenkie jugase un muy buen fútbol, hacía creer que, con la llegada de Ronald todo encajaría, como si se tratara de un puzle. Los primeros meses de competición se desenvolvieron con un De Jong jugando en un doble pivote como pivote izquierdo, con libertad para recibir el balón en los primeros pases y conducir para progresar, quedando muchas veces como extremo en banda izquierda.

De Jong como extremo ante el Real Madrid

Pero su fútbol parecía seguir atado a algo que lo mantenía estático, como si jugase con pies de barro, aún lejos de la rebeldía que mostró en Amsterdam. Pero para entender el por qué se debe poner la mirada en el lienzo completo, no solo en la figura de De Jong. El 4-2-3-1 que planteó Koeman la primera parte de la temporada planteaba un problema evidente: Frenkie y Sergio Busquets no brillaban juntos, ni siquiera se entendían. La naturaleza de ambos futbolistas es la de jugadores mandones, que asumen mucho balón en los primeros pases y eso terminó por provocar dos cosas: De Jong era repelido de la base de la jugada y eso generaba que el Barça se partiese mucho. Los ataques del FCB, normalmente de pocos pases y bastante verticales, desnudaban la medular azulgrana que quedaba hecha un solar. Y el otro factor es que De Jong se quedaba en tierra de nadie, dejando en evidencia que lo relevante no es el sistema, sino las relaciones que se establecen entre los futbolistas.

Comparativa entre la pasada temporada y la actual (Vía StatsBomb)

Hasta que un día, todo cambió. El fútbol es imprevisible y se empeña en quitarnos la razón. El mejor Frenkie De Jong en el FC Barcelona ha emergido como un futbolista distinto al del Ajax y al del primer FC Barcelona. En el último mes ha marcado más goles que en toda la 18/19 y más que la pasada temporada. El último mes de Frenkie De Jong es el de un jugador distinto al que habíamos conocido y a la vez, el de la pieza que da sentido al nuevo Barça de Koeman. Como se aprecia en el radar de arriba, Frenkie ha mejorado en prácticamente todas las facetas del juego, destacando de sobremanera las asistencias esperadas x90 y los goles. Toca más balones que la pasada temporada (86 p.p, anteriormente 66 p.p), da más pases clave (1.2 por 0.9 en la pasada) y pierde menos balones. En definitiva, es un mejor jugador.

Esta es la secuencia del gol ante la Real Sociedad en la Supercopa de España. Una secuencia que ejemplifica qué clase de futbolista es el neerlandés. Su capacidad para corregir sin balón es valiosísima para el FC Barcelona, pues desde ese interior derecho le permite a Busquets estar más protegido. Corrige, roba e inmediatamente se lanza hacia el área contraria. Cuando el Barça tiene el balón en el lado izquierdo, es él quien desde el interior de banda contraria carga el área. Su facilidad para repetir esfuerzos nos ha descubierto a un futbolista con capacidad para definir al primer toque, cierta sensibilidad en el remate y una gran lectura para el desmarque en esas zonas. Hay un patrón que se repite: De Jong es agresivo una vez el balón le llega a Messi acostado en izquierda. Es como el pistoletazo de salida, el señuelo que le marca el camino.

Gráfica de disparos en el último año de Frenkie De Jong (Vía Wyscout)

El aprendizaje es siempre una cuestión de reciprocidad. No se puede aprender si el entorno no te lo permite, si no te entiende ni lo más mínimo. Para que un jugador se pueda expresar en el campo, necesita de un escenario mínimamente favorable. Y hay veces que aquello que te beneficia es precisamente lo que pensabas que no lo haría. De Jong declaró en verano que quería marcar más goles. «Sé que puedo hacerlo. Debo mejorar». Sin apenas haber insinuado su disparo ni su llegada al área, parecía una quimera. Pero la personalidad de Frenkie no solo se ha mostrado siempre superior al contexto, sino que esconde un componente enfermizo, caníbal, en el que la mejora no es una opción, sino una obligación.

Es imposible entender al jugador sin mirar al contexto. El Barça ha cambiado distintas cosas desde el mes de octubre, y muchas de ellas tienen que ver con la relación entre las distintas piezas. En salida de balón De Jong ya no se abre a un costado, sino que es el interior de base de la jugada una vez Busquets desciende. Con libertad para asumir mucho balón en esos primeros pases y, desde el centro, activar su portentosa conducción de balón. Ayuda mucho que Dembélé estire desde un costado y Pedri y Messi ofrezcan constantemente apoyos en corto que desahogan la salida y permitan a Frenkie conducir sin que el campo se le coma, sino que con la nueva disposición su conducción es un arma muy útil: Messi y Pedri en corto y Dembélé en largo, dos sociedades que le expanden el terreno a explotar.

De Jong es élite conduciendo el balón. Su nombre se encuentra entre algunos de los mejores de La Liga, la mayoría atacantes (Vía Wyscout)
De Jong es uno de los mejores pasadores de La Liga (Wyscout)

Si atendemos a las tablas nos damos cuenta de la naturaleza salvaje de De Jong. Sus conducciones trasladan el balón de forma potente y segura por el verde. Es un interior relacionado con la tenencia del cuero, pero a la vez es élite pasando el balón. Es decir, conduce como un extremo TOP y pasa como uno de los mejores centrocampistas. Un binomio que permite que el Barça sea un equipo mucho más flexible y dúctil y permeable ante distintos escenarios. Como ante el Huesca, en un partido de pocos espacios, la capacidad de Frenkie para aparecer por sorpresa y dominar desde la conducción le regalaron dos goles al Barça. Ante el Rayo, partido muy abierto, su último pase y su habilidad para conducir abrieron el melón. No hay interior que conjugue ambas acciones con tanta dominancia en la actualidad.

En el fútbol de las presiones adelantadas, se antoja vital tener a un interior con capacidad no solo para cargar el área y jugar en campo contrario, sino sobre todo para sortear presiones desde la conducción. De Jong está sumando registros a su juego, cada vez más poliédrico, como si se obsesionara en coleccionar destellos de muchos de los interiores que nos han alumbrado esta década. Hay quienes preferirían que fuera otro futbolista, pero me parece egoísta y ciertamente erróneo querer que un futbolista sea aquello que no es. De Jong tampoco es hoy el que fue en el Ajax. Tampoco es una versión mejorada del Rakitic de Luis Enrique. Es un jugador nuevo, que ha entendido cómo potenciar al Barça haciendo algo que no hacía. No hay mayor prueba de madurez e inteligencia en el campo que la de adaptar un fútbol tan particular como el suyo, potenciándolo con nuevos matices.

De Jong o el fútbol infinito. Su despertar nos ha pillado dormidos, imaginándonos a un jugador que no podía ser. Su eclosión como centrocampista llegador no puede empañar el peso que tiene en la base de la jugada, la capacidad que tiene para sortear presiones y para dar el último pase. De Jong es un futbolista todavía naciendo, aún entendiendo el potencial que atesora. El techo lo marcará su capacidad para añadir cosas a su juego y su inconformismo para ser aquello que le dicen que no pueda ser.

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Albert Blaya
Periodista. Escribo sobre fútbol y leo mucho.

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