Lejos quedan ya los tiempos del tiki-taka desde el 4-3-3 o 4-2-3-1 en España. Hace una década, en la era álgida de La Roja, hacer lo contrario o tratar de priorizar que el adversario no luciese sus virtudes, estaba mal visto. En La Liga, se contaban con los dedos de una mano los equipos cuyo plan A residiese en una propuesta defensiva o una variante de tres centrales; algo que en Italia era lo más normal del mundo, pero que por aquel entonces parecía incluso un signo distintivo del Calcio por la escasez de alternativas desarrolladas en otros países. Sin embargo, la década terminó con una novedad importante respecto al fútbol de antaño: la presión alta. Un aspecto que cada vez cobra más importancia y que hace que muchos scouts vean un partido solo para comprobar cómo un equipo desarrolla un plan basado en ahogar al rival y que este decida responder mediante una salida de balón elaborada. Y, en ese contexto, uno de los mejores encuentros que se pueden ver a día de hoy, si no el mejor, es un Hellas Verona – Sassuolo. Casualmente o no, también en Italia; esa liga que, recientemente, parece ir un paso por delante del resto en cuanto a ideas.
En estos momentos, La Liga, cada vez más poseída por los sistemas –aunque en absoluto por el estilo– de la Eredivisie neerlandesa, sigue mostrándose muy reacia a deshacer sus esquemas de dos centrales y laterales. Incluso, reticente a flexibilizarlos. Pero sí se distinguen varias vertientes que parten del mismo dibujo: el 4-4-2. De los 20 equipos de La Liga, solo dos han disputado más partidos con línea de tres centrales y carrileros, de los que lo han hecho con dos centrales y laterales. Ellos son Atlético de Madrid y Elche, dos planteles tremendamente diferentes entre sí en lo que a recursos se refiere. Porque, mientras Simeone lo ha asentado –comenzó la temporada de la mano del 4-4-2– para ser más dominador que nunca a través de la posesión, Jorge Almirón se agarra a él para defender por acumulación. Y, de los otros 18 equipos que priorizan y rara vez escapan de la línea de cuatro, diez plantean un prácticamente inamovible 4-4-2. Quizá el Athletic podría ser uno de los que estuviese en duda porque con Garitano primaba el 4-2-3-1, pero, desde la llegada de Marcelino, también se ha unido al dibujo por antonomasia en España.
«18 de los 20 equipos de La Liga, priorizan y rara vez escapan de la línea de cuatro. De ellos, diez plantean un prácticamente inamovible 4-4-2. Y, del noveno hasta el decimonoveno clasificado, solo Celta y el mencionado Elche rehuyen de ese sistema».Por si estas cifras no fuesen suficientemente reveladoras, vamos con el dato en mayúsculas: terminada la primera vuelta, del tercer al octavo clasificado, solo el Villarreal es uno de los que partió con ese dibujo base en la mayor parte de sus partidos. Y, del noveno hasta el decimonoveno, solo la variedad del Celta y el mencionado Elche, escapan del 4-4-2. Demoledor. Prácticamente toda la clase media de la categoría de oro del fútbol español sigue esa misma línea en cuanto a dibujo, aunque en él existen tres grandes vertientes entre sí.
Por una parte, entendiendo que la mitad de La Liga apuesta por este esquema táctico, los que deciden ejercer una presión alta siguiendo el modelo italiano, lo tienen mucho más fácil. Lo más sencillo para emparejar hombre a hombre a sus rivales, para que los jugadores tengan claro quién debe cubrir a quién, es implantar el denominado “dibujo espejo”, es decir, igualar el posicionamiento del adversario. Y, además, este sistema plantea una cuestión interesante, porque a través de una doble punta que cierre líneas de pase por dentro, obligas al oponente a salir por fuera –situación menos dañina porque requiere de un camino más largo hasta llegar a la portería– o a lanzar balones largos buscando en juego directo al “9”. A esta lista pertenecen el Eibar de Mendilibar, Getafe de Bordalás, o un Osasuna de Arrasate que esta temporada lo pone en práctica de manera algo más tímida que la pasada.
Desde la otra cara de la moneda, con el Cádiz de Álvaro Cervera como máximo exponente, están quienes lo hacen para minimizar riesgos y tratar que los partidos resulten lo más cerrados posible. Alavés, Valencia o, en menor medida Valladolid, son ejemplos de esta segunda vertiente partidaria de implantar un bloque medio-bajo. Algo que, en los tiempos que corren, como sucedía en su día con los sistemas de tres centrales, está mal visto. Y, en la tercera, aparece “el club de los propositivos” residente en la Comunidad Valenciana. Levante o Villarreal son equipos que se posicionan con ese esquema en fase defensiva, pero que a la hora de atacar muestran bastantes permutas para desorientar a los mencionados rivales que parten desde el 4-4-2 para poder emparejar mejor las vigilancias. No obstante, algunos comparten rasgos comunes de otras vertientes. Por ejemplo, Osasuna y Valladolid no están lejos de tener una propuesta similar.
«La Liga es la única que mantiene a siete equipos en competiciones europeas sin que estos hayan caído eliminados en la previa o la fase de grupos de Champions o Europa League».
En el manual de estilo futbolístico no aparece reflejado que ningún sistema esté por encima de otros y tampoco que una idea sea menos válida que otra. En todo caso, puede ser menos vistosa; pero en el fútbol, todo vale hasta que el reglamento diga lo contrario. Sin ir más lejos, el mencionado Cádiz ha tumbado así, con todo merecimiento, a Real Madrid y FC Barcelona. Lo que está claro es que la primera mitad de competición en España, a diferencia del resto de ligas con un coeficiente UEFA similar, y con la Bundesliga como antítesis, estaba influenciada por el orden. Todo ello, acentuado porque el fútbol inglés cuenta con mayor capacidad económica para reclutar más talento que nunca; y que, en la mayor parte del resto de ligas, pocos técnicos no contemplan la palabra «innovar».
No es que su nivel de La Liga sea tan bajo o que el de Italia o Alemania sea tan alto, las pruebas están ahí: La Liga es la única que mantiene a siete equipos en competiciones europeas sin que estos hayan caído eliminados en la previa o la fase de grupos de Champions o Europa League. Lo que realmente ocurre es que su juego está quedando anticuado respecto al estilo foráneo. Mientras algunos países se están enriqueciendo tácticamente de la mano de un fútbol abierto y marcado por las presiones, España ha caído en un exceso de rigor que impide sacar a relucir el talento individual en favor del orden de la comunidad. El fútbol español está dejando de sorprendernos, cada ver se está volviendo más previsible. De ahí que los “ideólogos” del 4-4-2 lineal, véase el caso de Bordalás o Simeone, estén tratando de escapar notoriamente de la rutina.