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Hablar de Chivas en épocas contemporáneas es complejo para todos debido a que el club ha estado en una situación que es atípica para los equipos grandes. El Rebaño ha experimentado un sube y baja continuo a través del tiempo, con más malas que buenas. Es un equipo que no sabe a dónde va. Solo basta echar una mirada a todos los técnicos y dirigentes que han desfilado por el equipo para darse cuenta de eso.

Los aficionados están acostumbrados a los ciclos efímeros, sin esperanza alguna de que haya un proyecto estable que ayude al equipo a ser competitivo de manera continua y sostenida. Con Matías Almeyda, parecía que se veía una luz al final del túnel, pero todo lo que se había construido se terminó con las decisiones y los egos. Todo esto deja un mal sabor de boca, un contexto en que pareciera que la desorganización y la derrota fueran inherentes a Chivas.

Tras la muerte de Jorge Vergara, su hijo Amaury Vergara tomó las riendas del club, quizás un poco antes de lo previsto. El joven dirigente comenzó a reestructurar al club, trayendo gente nueva y con distintas formas de trabajar. Entre la gente nueva llegó un viejo conocido del balompié mexicano, Ricardo Peláez. El Director Deportivo llegó como una de las piezas fundamentales de la nueva Directiva y empezó a tomar decisiones insólitas desde el primer día. La más conocida fue armar un plantel sin tener definido al nuevo entrenador. Algo que es ilógico, sucedió en Chivas; se hicieron las cosas al revés. Sin embargo, teniendo un plantel ya hecho, lo mínimo que se podía esperar era un entrenador ad hoc a las exigencias tácticas del equipo, pero sucedió todo lo contrario (de nuevo). Se ratificó a Luis Fernando Tena como director técnico, quien venía de ser bombero del equipo tras la destitución de Tomás Boy.

Como era de esperarse, las Chivas de Tena eran un equipo que competía gracias a las individualidades y no tanto por los planes colectivos de juego. Poco a poco, el equipo sufría una involución evidente, y eso provocó que Peláez decidiera despedir a su entrenador. Así llegó Víctor Manuel Vucetich al Guadalajara, en la quinta fecha del Guard1anes 2020. El Rey Midas venía de triunfar con Querétaro, y era la gran apuesta de la Dirección Deportiva para establecer un proyecto. Sin embargo, las discrepancias entre perfil de entrenador y diseño de plantilla eran las mismas. Vuce es un estratega que gusta más de atacar en transiciones, buscando los espacios, pero en Verde Valle hay un contexto diferente.

El concepto de «grandes espacios» no figura en el diccionario de este club, pues en la mayoría de los partidos es el propio Rebaño quien debe crearlos a través de un ataque posicional coherente, encontrando a jugadores libres a espaldas de las líneas rivales, creando superioridades por dentro y por fuera, utilizando el pase como mayor arma. Los bloques bajos son un mal habitual al que el equipo se enfrenta constantemente y que rara vez se superan. Vucetich tuvo buenos momentos en ataque posicional con Gallos, pero con muchos matices. El principal es que ahí, generalmente, se encontraban con bloques medios-altos, con planes más proactivos que reactivos.

Ya han pasado prácticamente seis meses desde que llegó Víctor Manuel Vucetich, un tiempo en que el equipo ha tenido una nula mejoría. Salvo algunos partidos con contextos diferentes a lo habitual, el colectivo no es muy distinto a lo que era con Tena. Decisiones como Calderón de nueve o interior, Beltrán como enganche, Antuna recibiendo al pie en izquierda, doble pivote en partidos que no se necesita, Vega por dentro y un sinfín de roles que se le han otorgado al equipo nos dan claras señales que el cuerpo técnico no conoce a su equipo y que no hay rutas que permitan mejorar.

Y es que no sólo es a nivel micro, en tanto los roles y las zonas que cada jugador. También sucede que, a nivel macro y de estructura, las intenciones son confusas, cayendo en la improvisación, lo que refleja a un Cuerpo Técnico confundido en la búsqueda por armar el rompecabezas. Cada juego es una versión distinta del Rebaño, pero estos cambios no siempre tienen sentido; suelen ser inoperantes y cada vez perjudican más al funcionamiento del equipo.

Confiar en Chivas siempre es una ruleta rusa donde el cargador siempre esta lleno. Con Vucetich y la Directiva actual, es difícil llegar a al título o a un proyecto sostenible. Se necesita a otro entrenador que pueda potenciar al equipo y paliar las necesidades tácticas. Además, traer personal capacitado a distintas áreas del club sería de mucha ayuda, aunque sean, irónicamente, los más desaprovechados en la estructura deportiva o, incluso, ajenos a la institución. Es la crónica de una muerte anunciada y éste será un ciclo efímero más en la historia del Club Deportivo Guadalajara.

Por: Daniel Amezcua

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Editorial Puskas
Proyecto periodístico dedicado al fútbol. Análisis, historias y entrevistas.

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