Nico González: jugando a los instintos

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El análisis en el fútbol tiende a reducir la incertidumbre en cada partido. Todo está estudiado antes que el árbitro pite el inicio del choque. A muchos nos gusta tener todo controlado, saber qué pasa y qué pasará. Establecemos relaciones causa-efecto porque necesitamos creer que podemos controlarlas. Prevenirlas, más bien. Pero el deporte es todo lo contrario. No hay certezas, por mucho que se quieran dar. No hay nada que no se pueda salir del guion establecido. En una época en que se busca mecanizar todo tipo de movimientos por parte de los jugadores, hay seres que se niegan a aplicarse el cuento. Individuos que siguen su propio camino, que no entienden de pautas, sino que reducen todo a sus instintos. Y, muchas ocasiones, estos son los mejores. Una especie en extinción en la que convive el protagonista de este texto, Nico González. 

Salido de Argentinos Juniors y ya internacional con la albiceleste, Nicolás González la rompe en el Stuttgart, uno de los equipos más atractivos de la Bundesliga, por cierto. Con tan solo 22 años y 1,80 de altura, el jugador argentino parece tener un techo más alto que su actual equipo. Pero, ¿cómo es el juego de Nico? ¿qué le hace ser tan especial?

El primer aspecto a comentar en el juego de Nico González es que, lo que para muchos sería un defecto, para él es una virtud. Su toma de decisión una vez tiene la pelota en los pies, es alocada. Su jugada le define como a pocos. Recibe el pase de un compañero -generalmente se siente cómodo cuando este viene desde su derecha- y tiene el control con la alejada, su zurdita, muy pillado. Un primer contacto con el esférico, que no siempre es bueno, pero que le sirve. Y no es que tan solo le sirva, sino que le ayuda, porque aquí empieza su juego de amagos con el cuerpo. Tras dar dos o tres contactos más y acomodarse en la acción, inicia su carrera. Aquí viene lo que, para muchos, sería un vicio. Es un jugador que durante su conducción tiende a elegir la salida que menos espera su adversario. Vive en el limbo de la pérdida en la mayoría de conducciones. No importa que el perfil defensivo o el bloque del rival le enseñe una puerta para escapar, sino que él buscará la salida de emergencia. Porque regatea por puro instinto. 

Datos relativos a todas aquellas conducciones asumiendo riesgo y disputas aéreas.

Tiene un sentido de la progresión altísimo. Es uno de esos jugadores que te garantiza continuidad en la mayoría de jugadas. Ese atrevimiento e inventiva para desbordar se suma a una electricidad que, si no supera, la jugada acaba en falta. Porque Nico es esto, es ganar yardas cada vez que entra en contacto con la pelota asumiendo mucho riesgo en cada conducción. Acelera sin importar el carril o altura en la que reciba, es potente en su braceo y posible cuerpeo del rival y los toquecitos que va dando en la conducción le hacen muy potente a campo abierto. Y mientras conduce, siempre mantiene puertas abiertas. Va amenazando con posibles pases cortos hacia compañeros cercanos para amenazar a sus rivales y que la salida que nadie imaginaba, se vaya creando. Va enseñando y escondiendo pases en último tercio hasta que la suelta. Su carrera recuerda al escurridizo Di María de la 2013/14. 

Números que relacionan su actual campaña en Bundesliga con la anterior, en la segunda alemana.

El siguiente punto en su juego es el olfato goleador. Suma goles casi sin querer. Se le cae de los bolsillos. Y esto es debido a la capacidad que tiene para penetrar el área y su obsesión con querer acabar las jugadas. Analicemos por partes. Su juego, cuando no se relaciona -o no quiere relacionarse- con la gestación del peligro, tiene movimientos muy potentes olfateando posibles contextos que se pueden dar a corto plazo. Es uno de esos -pocos- jugadores que empieza su desmarque a partir del penúltimo pase. Empieza a atacar el área y reconocer espacios agrandados en el bloque defensivo rival cuando todos miran el balón. No queda atraído por el valor hipnótico de la pelota, sino que se deja guiar por su instinto. Sabe qué tiene que hacer, pero lo hace casi de manera inconsciente. Para acabar esta cualidad, su remate pocas veces no está a la altura del reconocimiento previo de la ventaja. 

Mapa de calor de la temporada 20/21

Para culminar el análisis del internacional argentino, cabe destacar su inteligencia viviendo fuera del área. Interesante su capacidad para detectar intervalos agrandados que va creando el juego entre la línea de medios rival, reconociendo posibles ventajas. Suma buenos descensos cuando parte de la punta de ataque para, de primeras, descargar de cara y desahogar la presión. Da la sensación de pasarse gran parte del juego pensando y provocando situaciones que permitan al equipo progresar. Asimismo, elige muy bien trayectorias de desmarque para poder pisar área y generarse situaciones claras de remate. 

Nadie sabe hacia dónde evolucionará. Tirado a un costado se me hace difícil pensarlo porque tan solo potenciaría, como mucho, el primer punto que destacamos en este texto. En sistemas con un punta, puede encajar, pero jugando algo más liberado, detrás de una referencia que aglutina rivales y sujeta marcas, puede fluir mucho más su juego y, por ende, explotar sus instintos. Porque, al final, el juego es de los jugadores y, sobre todo, de aquellos que se salen de lo cotidiano. 

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Miquel Villarroya
Estudiante de Periodismo en la UAB. Amante de la táctica y el análisis de fútbol.

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