Si a estas alturas de la temporada el Lille es líder de la Ligue 1, es porque, además del magnífico trabajo de Christophe Galtier, hay ciertos jugadores que están teniendo un impacto muy alto dentro del engranaje colectivo. El caso de Sven Botman es paradigmático. No sólo se debe a que su rendimiento individual lo está situando como uno de los mejores defensas de Europa, sino también por cómo la dirección deportiva de los Dogos está eligiendo a sus refuerzos.
El neerlandés llegó el pasado mercado estival procedente del Ajax de Ámsterdam. Tras no obtener oportunidades con los de ten Hag después de un gran curso cedido en el Heerenveen de Johnny Jansen, decidió poner rumbo a Francia. Salido de la cantera ajacied, Botman es un central estereotipo. Como Dailey Blind, Thomas Vermaelen, Niklas Moisander o Jan Vertonghen, Sven es zurdo, con buena salida de balón, técnica depurada y tácticamente inteligente. No es casualidad que en los Hijos de los dioses haya un molde para este perfil de central.
Pero, a diferencia de algunos de los anteriormente citados, el actual central del Lille destaca también por su poderío físico. Su 1.93 de estatura, junto a una gran complexión atlética, han conseguido romper con el mito de que con tal envergadura no se puede ser coordinado y hábil con la pelota. Es físico y talentoso, y porque mezcla ambas, entre otras virtudes, se explica su gran irrupción en un campeonato complejo para los defensas nuevos. Está dominando su posición y mostrando gran personalidad para comandar la zaga del equipo líder en Francia.
Tras la salida de Gabriel Magalhaes, el Lille necesitaba una pareja para José Fonte. La apuesta por el ex Ajax era tan arriesgada como interesante por el posible encaje en el modelo de juego de Christophe Galtier. El Lille, que se acomoda en un 4-4-2 clásico, necesitaba un central que diera soluciones con balón en la primera línea. En la construcción del juego, Botman ha recogido el testigo de Gabriel, siendo uno de los principales iniciadores de la fase ofensiva. Su gran pie izquierdo le da múltiples recursos para conseguir que el equipo pueda salir de campo propio de diferentes maneras.
La intención es salir con balón controlado, pero no se rehúye a saltar presiones rivales más intensas con desplazamientos en largo que activen los ataques sin necesidad de una posesión más elaborada. Es aquí donde Sven destaca especialmente por su pulcritud para colocar la pelota en el sitio idóneo al buscar a su compañero más lejano. Y lo hace no sólo por su confianza en estos pases de 40 o 50 metros, sino también porque, mentalmente, es un jugador que tiene muy interiorizado este mecanismo. Levanta la cabeza, ve el movimiento en vertical de uno de los cuatro atacantes y rápidamente pone sobre la mesa este gran recurso. En este comportamiento recuerda mucho a Pau Torres.
La capacidad para asociarse en corto y conducir con pelota controlada son otras de sus grandes virtudes. El doble pivote del conjunto francés tiene la misión de generar posibilidades para que el central tenga el espacio necesario en los primeros pases. André, Xeka o Renato Sanches (principales ocupantes del perfil derecho del doble pivote) lateralizan su posición y generan un espacio donde el neerlandés pueda filtrar balón hacia Ikoné o Bamba. Si, por el contrario decide conducir, su zancada le permite ganar metros, y por ende, que el bloque se coloque más arriba. Sven arranca hacia adelante esperando la llegada de un rival y, justo ahí, suelta el balón encontrando al hombre libre.
No es casualidad que el Lille sea uno de los conjuntos que menos tantos recibe en Ligue 1. Cuando se adelanta en el marcador, buscan el repliegue bajo y limitan mucho los espacios a la espalda de su zaga. En esta defensa del área, el central zurdo se está erigiendo como un baluarte de nivel altísimo gracias a su juego aéreo, capacidad para dominar la zona gracias al uso de su cuerpo y timing a la hora de salir al corte. Su estatura le permite neutralizar los centros laterales, salir ganador en el juego directo contra los delanteros y convertirse en un muro por arriba. Cuando consiguen girar la estructura defensiva, aparecen los espacios y aquí es donde mide a bastante bien cómo y cuándo saltar a por el contrario.
A sus 21 años, lo tiene todo para convertirse en uno de los mejores centrales de Europa en un plazo corto. Es difícil no ilusionarse con él porque jugadores de su perfil escasean en el fútbol actual y la sensación que transmite es que ha llegado a la máxima élite para quedarse. Habrá que verle dar el salto.