Querer abarcar más de lo debido suele ser contraproducente. Nunca se puede estar en todas partes ni hacer todo al mismo tiempo. Tampoco resulta viable conducirse a tope en cada instante, vivir en el desenfreno y dejarse llevar por las más altas revoluciones. De hecho, todo esto supone riesgos que muchas veces acaban por ser irreversibles. Es algo que ocurre en la vida misma, y por supuesto, el futbol no podía quedar exento. Por lo general, aquellos que saben canalizar todo este ímpetu y, además, encuentran la manera de aterrizar en el campo las mil y una ideas que pasan por la mente, terminan marcando la diferencia.
Orbelín Pineda es un futbolista hiperactivo —que no veloz —. Sus propios gestos con y sin balón lo delatan. Desea estar, participar e influir en absolutamente todo lo que su equipo hace. Con casi 25 años, parece ser que ha encontrado la llave para encauzar esta condición a su favor y convertirlo en una de sus principales virtudes, así como en el punto focal de su juego.
Dio sus primeros pasos en Primera División partiendo de un doble pivote: primero en Querétaro y luego en Chivas, donde, en ocasiones, también actuó por delante de dos mediocentros (José Juan Vázquez y Michael Pérez) para encargarse de dinamizar el juego entre líneas. No obstante, quien lo visualizó como lo que hoy es —un mediapunta que parte desde banda hacia el primer carril interior— fue Juan Carlos Osorio, tanto en la accidentada Copa Oro 2017 como en algunos compromisos amistosos.
Si bien su participación y producción en selección mexicana bajo el mando del colombiano no sobresalieron en ningún sentido, la iniciativa dejó pistas que tiempo después recogería Pedro Caixinha. De enero a agosto de 2019 (el tiempo que coincidieron en La Máquina), el portugués fue convenciéndose de la capacidad de Orbe para agitar el juego arrancando desde la izquierda. Robert Dante Siboldi lo replicó, sólo que este último lo utilizó también por derecha, algo que llama aún más la atención dado su perfil diestro.
Hoy en día, el guerrerense atesora una gran baraja de desplazamientos y recursos que le permiten no tener que depender de una diagonal o ser activado de manera específica. Flota en zonas intermedias, ayuda al equipo a juntarse en cierto sector o, si la jugada lo requiere, desciende a la base. Dicho de otra forma, siempre es una vía para que los celestes progresen.
Y, en cuanto el esférico llega a su poder, genera ventajas inmediatas a partir del control orientado para después disponerse a hacer gala de su peculiar —y sorprendente— elasticidad en el regate, que termina complementando con cambios de ritmo y dirección, además de una gran sensibilidad en el pase. Apenas en el Guard1anes 2020, se colocó como el jugador de Cruz Azul que más veces acarreó el balón al último tercio y al área (StatsBomb). También fue uno de los mejores del certamen en la relación entre pases precisos y pérdidas sufridas en el tercio final.
Al revisar la historia reciente del futbol mexicano, cuesta identificar a un elemento con las cualidades de Pineda y, sobre todo, con esa valiosa adaptabilidad, no solo a diferentes posiciones, sino a distintos modelos y sistemas de juego. Pero una evolución como esta no podría comprenderse sin la contribución de los entrenadores que han pasado por su carrera, su propia madurez y el siempre confiable tiempo. Todo eso se ha conjuntado para encontrar la mejor versión de Orbelín.