Todos coincidimos en que las distancias entre la Lazio de Inzaghi y el Bayern de Flick, si bien seguían siendo latentes, se habían ido recortando desde que conocimos el emparejamiento hace dos meses. La buena dinámica de los romanos en la Serie A, sumada a las bajas de hombres titulares como Pavard, Müller y Gnabry con las que se presentaba el Bayern al choque y a las dudas crónicas que viene dejando en defensa, así lo hacían pensar. Pero en la Champions League pocas veces importa la teoría, y casi siempre impera la práctica. Al final, el vigente campeón se llevó la victoria (1-4), imponiendo su pegada y demostrando que ambos equipos aún siguen perteneciendo a escalones distintos.
El resultado final no se puede entender sin los errores individuales -en forma de pérdidas en situaciones muy vulnerables- que cometieron Musacchio (sustituido en el 31’) y Patric, pero igualmente el Bayern fue superior desde el inicio. El guion fue el esperado: los muniqueses atacando en posicional ante el 5-3-2 característico de la Lazio y los italianos intentando robar y transitar rápido. Flick salió con un 4-2-3-1 de base y una de las claves del encuentro residió en la superioridad numérica (4 contra 2) que tenían los bávaros en la primera línea de su ataque. Esta obligaba a los interiores rivales, Luis Alberto y Milinkovic-Savic, a saltar a los laterales, Davies y Süle, y de esta manera aumentaban sus distancias respecto a Lucas Leiva. Con los carrileros fijados por Coman y Sané y los interiores altos, los costados del pivote laziale quedaban demasiado desprotegidos, y por ahí aparecieron los apoyos de Lewandowski y, sobre todo, Jamal Musiala, que fue el mediapunta del sistema y supo detectar cómo y cuándo aparecer en los intervalos mencionados, para recibir y aprovechar la ventaja explicada.
Además, el Bayern encontró en sus laterales otra fuente de ventajas para superar líneas en campo rival. La posición de partida de ambos era baja, pero, como prácticamente todo jugador de este Bayern, se iban soltando a medida que progresaba la jugada (incluso Kimmich se dejó ver mucho por el área). A pesar de que el partido de Süle como lateral derecho el fin de semana en Frankfurt no le auguraba mucho recorrido en la posición, el central destacó por su zancada para conducir y su sensibilidad para relacionarse con compañeros cercanos a la hora de avanzar. Y por el otro lado, Davies aprovechó su buen hacer en el regate para seguir inclinando el campo.
La superioridad bávara, en el juego y en el marcador, hizo que a la Lazio le costará mucho agarrarse al partido en el plano anímico. La muestra más clara de ello fue la salida de balón, una de sus señas de identidad y de las fases que más mecanizadas tiene el equipo. Ante la presión alta con vigilancias individuales que planteó Flick –emparejando a los extremos con los centrales exteriores y a Lewandowski con Acerbi-, esta se quedó sin respuesta. Muchas veces la Lazio se desprendía del balón sin ventaja alguna y cometía pérdidas en campo propio, lo que le permitía al Bayern seguir con su dominio territorial.
El único cabo suelto que podía tener el Bayern era el uno contra uno de Lazzari contra Alphonso Davies, pero la Lazio solamente pudo activarlo en ventaja (de forma efectiva) una vez en todo el primer tiempo. Bien porque la coordinación de la línea defensiva del Bayern fue buena (mérito, sobre todo, de David Alaba) o bien porque los lanzadores estuvieron especialmente imprecisos. Como es normal, el Bayern atacó con muchas piezas por delante de balón y la Lazio, en no pocos momentos, pudo atacar la principal debilidad del equipo de Flick, pero no fue hasta el segundo tiempo que los locales, liderados por una mejor versión de Luis Alberto, pudieron explotar más esta fase del juego.
Pese a que en el segundo tiempo la Lazio mejoró -presionando alto, teniendo más balón y pudiendo transitar mejor-, paulatinamente el partido fue cogiendo tintes de trámite y se acabó jugando a un ritmo muy bajo como para fomentar un ambiente de remontada. Aun así, el partido dejó el dato de que la Lazio remató más veces que el Bayern (14 por 13) y siguió sembrando las mismas dudas con el sistema de Flick. El Bayern dio un paso de gigante para estar en la siguiente ronda, pero sobre todo su conclusión de la noche fue un golpe de realidad –para bien y para mal-, contra una Lazio que se quedó corta para un momento en el que habían puestas esperanzas de forma justificada.