El Manchester City selló su pase a los cuartos de final de la UEFA Champions League tras manipular todo el sistema defensivo del Borussia M’Gladbach y doblegarlo bajo un global de 4-0. Los ingleses, que mantienen su dulce momento futbolístico, volvieron a dar un clinic de cómo explotar unos espacios provocados por ellos mismos, sobre todo ante un rival cuyos errores en la ida sirvieron de valioso precedente para la vuelta.
El Manchester City volvió a explotar las espaldas de aquella primera línea del Borussia M’Gladbach sin balón, ya deteriorada en el partido de ida, cuando Kramer se veía obligado a saltar sobre Rodri y Gabriel Jesús hacía daño aprovechando el espacio que dejaba el medio centro rival en cada salto. En esta ocasión, no obstante, el sistema sin balón de los germanos partiría de un 4-2-3-1 y no del 4-3-3 de aquel día; pero la extraña decisión de Pep Guardiola de sentar a Agüero y Gabriel Jesús cobró sentido a los pocos minutos de encuentro, cuando los skyblues volvieron a jugar con las referencias defensivas de su rival. Bernardo Silva, en su rol de falso 9, sería el hombre más potenciado del sistema.
En el primer avance que pudiera encontrar el Manchester City con balón, Stindl (MP rival) permanecía siempre más pendiente de Rodri que de Cancelo, y el portugués era quien generaba la primera superioridad numérica en carril central (de nuevo, acompañando al pivote por dentro). Bernardo Silva era quien ofrecía la segunda ventaja a espaldas del mediapunta alemán: con los interiores del Manchester City abriéndose constantemente, los pivotes rivales tenían que aumentar su alerta en el salto, especialmente porque los laterales no podían saltar de ninguna forma (fijados por Foden y Mahrez, ambos como extremos en amplitud). Así, Silva pasó a ser un ente flotante a lo largo y ancho del campo, sin una referencia defensiva rival específica.
El castigo, ante tanta ventaja sobre el campo, no tardaría en plasmarse también en el marcador. A los 12’, De Bruyne pondría el primero con un zapatazo desde la frontal. En el 17’, el Manchester City ponía el 4-0 en el global de la eliminatoria con una recepción, giro y conducción fantástica de Phil Foden desde la teórica zona de Bernardo Silva (espalda de Stindl) hasta aprovechar la pésima protección entre líneas de su rival y dar sentido a una nueva llegada de Gündogan al área contraria.
A partir de estos 17 minutos infernales, los alemanes se encontraron con un lapso de tranquilidad que venía dado por la paciencia que se le conseguía dotar a cada fase de inicio, aunque la defensa alta del Manchester City orientada al desplazamiento largo impedía casi cualquier avance elaborado. Los mecanismos con balón de los citizen seguían activándose uno tras otro, aunque a partir del 2-0 se empezaría a sacrificar ese desmarque del interior hacia línea de banda en pro de impedir que los ingleses siguieran activando a ese hombre siempre liberado en carril central. Y, aunque las filtraciones seguían dándose de vez en cuando por la calidad pasadora de las primeras líneas, el impacto que el receptor entre líneas pudiera imprimirle a cada intervención se logró minimizar un tanto.