Manchester City 2-1 Borussia Dortmund: La bombilla que parpadea

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Despierta algo interesante en el Manchester City cuando la superioridad que impone de forma recurrente no se manifiesta con naturalidad. Es una reiteración del viejo ‘runrún’, la posibilidad de que exista un modo de equilibrar fuerzas con la obra de Pep, que suele controlar tiempos y espacios de forma artística y funcional. Es en esos días, en los que el cómo no dota de un significado tan aplastante al qué, cuando la inspiración de los muy buenos emerge como halo de luz, efímero pero destellante, para iluminar estadios completos y conceder ventajas incluso en Copa de Europa.

Ante todo, cabe hacer referencia al buen planteamiento inicial del Borussia Dortmund a partir de un 4-5-1 sin balón en altura media, con los saltos justos y necesarios para no conceder espacios a espaldas de presión, la especialidad de su rival a la hora de avanzar. En ese sentido, el Manchester City trabajó para limpiarle siempre las recepciones a sus extremos: Cancelo, como segundo pivote al costado izquierdo de Rodri, atraía el salto del extremo rival y Gündogan (un escalón por delante, en el mismo lado) hacía lo propio con el interior, en este caso Bellingham. Por ese sector, la recepción de Foden en amplitud le permitía no solo encontrar situaciones de 1vs1 con Morey, quien sufrió al inglés durante todo el encuentro, sino que también liberaba el posterior movimiento sin balón de Gündogan: romper al espacio el intervalo central-lateral u ofrecerse en corto para dar continuidad.

Por otra parte, sin balón, el Manchester City arrancó con una presión alta sobre la fase de inicio rival que partía del 4-2-3-1: el movimiento circular de los extremos, que saltaban de laterales a centrales, servía para orientar a éstos últimos a jugar por dentro; el salto de Bernardo Silva, de central a central, impedía que éstos dos pudieran relacionarse entre ellos. No obstante, con De Bruyne pendiente de la primera vía de salida interior rival, generalmente Emre Can, tanto Rodri como Gündogan quedaban emparejados por el sistema con los interiores rivales, aunque sin marcar de forma individual a éstos por el acierto que encontró el Borussia Dortmund a espaldas y costados del doble pivote rival: si ambos se dejaban llevar por sus marcas, el movimiento de Reus y Haaland (excepcional en apoyo) machacaban el espacio entre líneas; por el contrario, si liberaban a los interiores, éstos recibían con libertad y la presión alta invitaba al posterior retroceso.

En ese tira y afloja constante se encontró el Manchester City durante buena parte del encuentro, sufriendo también en la trayectoria de los extremos en sus saltos sobre centrales, que muchas veces (sobre todo Mahrez) perdía toda su lógica porque seguían liberando al lateral (cuando, de hecho, la esencia de ese salto era impedir la asociación entre central y lateral). Así, en el segundo tiempo, Guardiola modificaría la forma de saltar sobre la primera línea y, permitiendo algo más la salida (que no progresión) rival, los extremos dejaron de saltar bajo esa trayectoria (ahora saltaban frontalmente sobre laterales) y De Bruyne, en lugar de permanecer junto a Can, saltaba también de forma lineal acompañando a Gabriel Jesús (todo ello tratando de tapar línea de pase con el pivote).

En todo caso, en una actuación ciertamente tibia del Manchester City con balón y sufriendo por tramos en transición defensiva, con algunos problemas adicionales en su presión alta, los skyblues terminaron por imponerse a partir de la siempre determinante figura de De Bruyne, espectacular protagonista en ambos goles, y el mayor talento inglés de los últimos años: Phil Foden. El primero generando por instinto, al contragolpe más que en ataque posicional, con la brutal variedad de recursos que le permite dominar el juego en su totalidad; el segundo, como un martillo sobre Morey, anotando el exitoso tanto del 2-1 sobre la bocina. La bombilla, acostumbrada a brillar, parpadeó pero dio luz igualmente en la noche que más focos suele acumular.

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Manu Escuder
Periodista, analista y scout. Formando y formándome. También escribo en Revista Panenka.

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