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En tiempos donde imperan los tiktokers, los stickers, las stories o los highlights como forma para visualizar fútbol, ser Lucas Vázquez es la mayor penitencia que puede sufrir un jugador de esta disciplina. Es evidente que, en secuencias de quince segundos, prácticamente solo la técnica, el disparo o la velocidad en casos extremos son perceptibles para el ojo humano. Y el “17” del Real Madrid no es ni lo uno, ni lo otro de forma innata. Pero sí es una llave Allen, aquella que ningún influencer compraría para sus mundos de luz y color, pero que todo ferretero recomienda tener en una caja de herramientas adecuada. Porque con ellas es difícil no apañártelas para atornillar cualquier tipo de cilindro, mientras que con un destornillador automático Air Confort Optiflex Plus, hay tornillos que sí se te resisten. Más vale maña que fuerza. Y, el fútbol, como la vida misma, demanda ser útil. Ser bonito está sobrevalorado.

Canterano del equipo blanco, Lucas tuvo que salir en busca de minutos fuera del Santiago Bernabéu. Pero, su entrega, esa misma que le ha mantenido en plantilla durante seis años rodeado de estrellas, fue la que le condujo de nuevo a casa tras una temporada en el Espanyol. Y cuando retornó al lugar donde soñó con trabajar de lunes a domingo, demostró que Zidane no estaba equivocado. “Este Vázquez seguro que tiene fotos comprometidas de la hija de Zizou, si no, no se entiende que siga jugando en el Madrid”, dijeron desafortunadamente algunos visionarios. Pero el tiempo pone a cada uno en su lugar. Resulta que con Solari, Lucas también fue importante.  Y la realidad reside en que el madridismo no ha terminado de digerir bien su última victoria en El Clásico por la lesión del multiusos gallego, mientras que muchos antimadridistas han sonreído viendo como su rival perdía a un futbolista casi irremplazable en este tramo de temporada, dadas las circunstancias. Algo que parecía impensable hace unos meses.

Echemos la vista atrás. El canterano de La Fábrica, ganador de tres Champions, tres Mundial de Clubes, dos ligas, dos supercopas de Europa y una de España con el Real Madrid, sigue siendo más recordado por los memes que hay alrededor de su figura que por sus brillantes actuaciones vestido de corto. Pero lo cierto es que en esos títulos ha tenido un mayor impacto de lo que se apunta en Forocoches, especialmente en escenarios europeos de máxima exigencia.

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Memedeportes

En la undécima Champions, tras hacer unos malabares con el esférico que no se le ocurrirían ni al que asó la manteca, transformó el primer penalti de la tanda que proclamó campeón a su equipo ante el gran rival capitalino. En la duodécima, entró en escena en aquellos cuartos donde el Bayern llevó al Real Madrid hasta una agónica prórroga; y repartió una asistencia en la ida de semifinales, de nuevo frente al Atlético de Madrid. En la decimotercera, le tocó salir con 1-1 en la ida de octavos frente al PSG, en el partido de Lo Celso mediocentro, para terminar ganando 3-1; además de provocar el penalti en el descuento de cuartos, cuando la Juventus amenazaba con llevar al Real Madrid a otra prórroga en un día de desconexión total. Y, antes de que alguien saque a relucir un meme diciendo que es el anti-prórrogas, cabe destacar que en la Supercopa de Europa de 2016 le dio la asistencia a Sergio Ramos en la última jugada del partido, con el equipo blanco perdiendo 2-1, para acabar imponiéndose por 3-2 al Sevilla en el extra time. Un jugador que le costó un millón de euros al Real Madrid y que no ha puesto ni una mala cara siendo suplente todos estos años.

Es evidente que su fútbol no entra por los ojos, pero también que, a compromiso, fe y trabajo, no muchos le ganan en el Real Madrid más exitoso de la historia reciente. Aquello de Zidanes y Pavones, representa a la perfección lo que él y Nacho Fernández han sido en una de las etapas más gloriosas del club. Y también lo que son ahora en la fase de declive del Real Madrid. En una temporada sin fichajes, Lucas Vázquez suma 30 titularidades –récord personal– bien sea como extremo, carrilero o como lateral desde, casualmente, el partido de la primera vuelta frente al FC Barcelona, donde salió para frenar la sangría que estaba provocando Jordi Alba. Y, aunque lo hizo primero como recurso, acabó siendo discurso.

Su ídolo es Luis Figo. Por supuesto, Lucas no es un regateador comparable al luso, sus armas como extremo eran otras. En parado, la de enseñarle el balón al defensor y, cuando este picaba, jugar con su estímulo para regatearle. Eso, y aparecer por sorpresa haciendo gala de su explosividad, gestionar bien los espacios y repetir esfuerzos para marcar diferencias desde lo físico, desde la persistencia. Un futbolista que, además, supera contantemente las expectativas en las grandes citas. Pero llegó un día donde se convirtió en previsible, los defensas ya conocían sus intenciones, sus fortalezas.

Pensándolo fríamente, su reconversión a lateral, siguiendo los pasos de Jesús Navas, tenía todo el sentido del mundo. Y, además de ser solvente en defensa y de aportar con sus proyecciones ofensivas, sorprendió con otro recurso más difícil de vislumbrar. Porque, a pesar de sus irregularidades técnicas, en un Real Madrid que juega al ajedrez con los laterales muchas veces por dentro en salida de balón, Lucas también venía sumando mucho en esa labor. A estas alturas de la película, habrá quien siga preguntándose qué pintaba Lucas Vázquez de lateral, pisando zonas que, teóricamente, no le correspondían. Pero, como bien cita el refranero, «uno no aprende a valorar lo que tiene hasta que lo pierde«.

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Iñaki María Avial
Periodista · 1997 · España | Kaká me enseñó desde San Siro que en el fútbol la magia importa, Gerrard se fue a Estambul a confirmarme que la mentalidad prevalece. También soy `Chiellinista´. Delante de un micrófono, como dijo Michael Robinson, "estoy muy ocupado, pero no siento que esté trabajando".

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