Esta copa va por tí, Vichai, estamos en ello

Comparte esta historia:

Facebook
LinkedIn
Twitter
Pinterest
Email
WhatsApp

Desde muy pequeños nos enseñan las reglas mnemotécnicas para facilitar el aprendizaje y, no solo cosa de los memes, hay quienes se aprenden los nombres de literatos posicionándolos en un rectángulo de juego. Machado bajo palos, Dickens líbero, Oscar Wilde y Franz Kafka en el doble pivote, Dostoyevski abierto en banda y William Shakespeare como entrenador. Una técnica casi infalible, aunque nunca más fácil de recitar de memoria que el “XI” tipo de Ranieri en la 15/16: Schmeichel; Simpson, Morgan, Huth, Fuchs; Drinkwater, Kanté; Mahrez, Albrighton; Okazaki y Vardy. Pero, para que esto sucediese, es necesario retroceder un lustro más, hasta el año 2010. Porque fue entonces cuando «Khun» Vichai, un millonario tailandés de apellido impronunciable, cuyo legado al fútbol ya es imborrable, quien aterrizó en Leicester decidido a cambiar para siempre la historia de los Foxes.

Y, al igual que en muchas ocasiones empleamos los vocablos “arribó” o “desembarcó” como sinónimos de llegar, lo correcto en este caso es hablar de aterrizar. Uno de los rasgos característicos del empresario asiático «Khun» Vichai Srivaddhanaprabha, propietario desde los años 80´ de la entidad King Power –la cual cuenta con el monopolio del duty free en el aeropuerto de Bangkok, que sirvió para pagar la deuda que tenía el Leicester City–, era el hecho de llegar al estadio que tiene el nombre de su compañía, en helicóptero. Pero, lejos de ser este un motivo para alardear de su fortuna, el magnate confesó que esto era solo una cuestión de comodidad logística.

Prueba de ello es que, a diferencia de la gran mayoría de los multimillonarios que deciden comprar un club, él era de los pocos que acudían casi en la totalidad de encuentros que su Leicester disputaba. E, incluso, de los que bajaban al vestuario para hablar “de todo o nada” con su portero tras el calentamiento, de los que paseaban por las gradas para ver qué decía su gente y convidarles a un pedazo de tarta el día de su cumpleaños. Quizá aquella estrategia de Claudio Ranieri, cuando decidió invitar a sus pupilos a cenar pizza después de cada partido sin encajar un gol, estaba motivada por el propietario más cercano a su afición de toda la Premier League.

Paradójicamente, la política de fichajes de un club financiado con capital extranjero, a diferencia de la de varios recién ascendidos como Fulham, Wolverhampton o Leeds United –que invirtieron más de 100M€ nada más ascender sin apenar recaudar en ventas–, era tremendamente austera dada la inflación preponderante en el fútbol inglés. En los ocho años que Vichai estuvo al frente, ningún balance (ingresos – costes) fue inferior a 40M gastados. Y su inversión más cuantiosa antes de ganar aquella liga, no superior a los 11M de Shinji Okazaki. La juventud importa (más de 50 incorporaciones U23 entre 2010 y 2016), la cantera se tiene en cuenta (Chillwell, Schlupp o Andy King antes de 2016; Choudhury, Harvey Barnes o Luke Thomas en el presente), y por qué no mirar en segundas divisiones para adquirir diamantes en bruto como Mahrez (Le Havre) antes aquel mágico curso o Maddison (Norwich City) actualmente. Gastar poco e ingresar mucho, pero vendiendo solo de vez en cuando. Así es como se ha cimentado un proyecto que, por primera vez en su historia, viene de conquistar su primera FA Cup.

En tiempos de “We want our Arsenal back, we want Kroenke out”, de “Spirit of shanks, not seedy yanks”, o del cada vez más famoso lema “Glazersout”, algunos ciudadanos de Leicester deben estar preguntándose por qué el resto de aficiones valora tan negativamente eso de que una empresa extranjera adquiera la mayor parte de las acciones de un club. Pero, lo cierto, es que aquí “los diferentes” eran Vichai y su hijo Aiyawatt –más conocido como “Top”–, actual máximo mandatario siguiendo la estela de su padre. El hombre que rescató al equipo pagando su deuda. Que presidió el ascenso un año después de aquel penalti detenido por Almunia a Knockaert en el descuento, con su sucesivo gol de Troy Deeney al contragolpe de esa misma acción, cuando el Leicester llevaba nueve años sin pisar la Premier League por primera vez. La persona que contribuyó al bienestar social de la cuidad, donando parte de su patrimonio a hospitales y otras sociedades sin ánimo de lucro. El gran artífice de que los niños de hoy en día sepan que, en ocasiones, por remotas que sean, David puede mirar por encima del hombro a Goliat. Como significa en tailandés ese impronunciable apellido suyo, “la luz de la gloria es progresiva”. Y el Leicester está en ello, luchando de lunes a domingo por cambiar el proceso. Intentemos aprendérnosle, que no es tan difícil. Estamos en ello, querido Khun Vichai.

Picture of Iñaki María Avial
Iñaki María Avial
Periodista · 1997 · España | Kaká me enseñó desde San Siro que en el fútbol la magia importa, Gerrard se fue a Estambul a confirmarme que la mentalidad prevalece. También soy `Chiellinista´. Delante de un micrófono, como dijo Michael Robinson, "estoy muy ocupado, pero no siento que esté trabajando".

También lee: