Bélgica no pudo contar para su primer partido en la Eurocopa, ni con Kevin de Bruyne ni Eden Hazard de inicio, y pese a ello presentó en el campo una individualidad que llenó de miedo al entrenador rival condicionando su planteamiento. A Romelu Lukaku eso le dio igual, pues con dos goles contribuyó a la contundente victoria belga en San Petersburgo, una que reafirma su candidatura.
Temiendo a Lukaku, Cherchesov buscó desde el planteamiento tener superioridad numérica ante él, con los dos centrales pendientes del delantero del Inter de Milán. Para permitir esto, el resto del plan defensivo ruso consistía en que fueran los laterales quienes saltaban a las recepciones de Mertens y Carrasco, mientras los extremos iban con los carrileros rivales. El punto débil del plan era la inferioridad asumida de Golovin y Dzyuba ante los tres centrales rivales.
La Bélgica de Roberto Martínez comprendió muy bien este escenario de partido y sacó ventajas de ello. Moviendo lado a lado con rapidez, encontraban a uno de los centrales libre, generalmente Toby Alderweireld, y el del Tottenham estuvo magnífico dividiendo en conducción y filtrando con pases largos. También mención especial a Youri Tielemans que, a la espera de De Bruyne, se hizo con el mando del mediocampo de la selección y aprovechó cada descoordinación rusa saltando en presión para girarles y dejar de cara a los suyos. En campo rival, más allá de las participaciones en apoyo de Lukaku o Mertens, Bélgica también dejó buenas secuencias siendo flexible ocupando los espacios, especialmente por izquierda con Thorgan Hazard y Yannick Carrasco variando mucho sus pasillos de acción.
Tampoco pudo salir Rusia, que buscaba juego directo hacia Artem Dzyuba pero luego no tenía dominio de las segundas jugadas. Bélgica vivía cómoda y aprovechó sendos errores individuales, de Andrey Semenov en el primer gol y de Anton Shunin en el segundo para finiquitar el partido. Tras eso, los diablos rojos sumaron posesiones larguísimas que sacaban de quicio a un rival inoperante ante la situación.
Corrigió Stanislav Cherchesov en el intermedio, pasando a línea de cinco atrás y haciendo mucho más naturales los saltos y las referencias sin balón, pero ya era tarde y la fase ofensiva siguió tan inoperante como hasta el momento. Para redondear la noche, las acciones de Eden Hazard desde su entrada debieron llenar de optimismo al pueblo belga, que sabe que si el jugador del Real Madrid se activa y ofrece una versión mínimamente parecida a la que tuvo en Rusia hace tres veranos, las posibilidades de irse con el trofeo son más que factibles.