España lleva desde 2012 en un bucle infinito. Se puede ver como, desde la goleada ante Italia en la final de la Eurocopa, sus eliminaciones en torneos internaciones se cortan por un patrón similar. Es una selección con miedo a arriesgar, a que las cosas puedan escapar de su control, porque saben que fue cuando controlaron eso que se hicieron eternos. Pero los años pasaron y la generación dorada del fútbol español se fue apagando, mientras los torneos pasan y la agonía crece. En La Cartuja, ante Polonia, el equipo de Luis Enrique sumó su segundo empate consecutivo y se presentará en la última jornada con una posible eliminación a la vista.
El único cambio que Luis Enrique introdujo respecto a lo visto ante Suecia no acabó de funcionar. Y no es un tema de rendimiento individual, de hecho los noventa minutos de Gerard Moreno son más positivos que los de Ferrán Torres el otro día, pero la presencia del atacante del Villarreal entorpeció los circuitos asociativos de la selección. Por derecha, lado que el otro día funcionó como un reloj, la presencia mucho más interior de Gerard respecto a Ferrán, no dejó ver tanto los movimientos de lateralización de Koke y de rupturas por dentro de Llorente, claves el otro día. España circuló peor el balón, por lo tanto la perdió peor y sufrió más en la presión tras pérdida, aspecto que el otro día funcionó a las mil maravillas.
La presencia de Rodri Hernández como mediocentro aporta en ese sentido, en el de presionar e imponerse en las segundas jugadas para limitar las salidas del rival, pero la presencia de un perfil como Thiago Alcántara les iría mucho mejor de cara a dar ritmo y fluidez a las posesiones, un aspecto en el que España dejó a deber ante Polonia.
Los dirigidos por Paulo Sousa se plantaron en un bloque medio en 5-3-2, lanzando presiones ocasionales con Zielinski saltando sobre Rodri mientras Moder iba con Koke y Klich con Pedri. El central Bereszynski, que en su club actúa de lateral, fue quien más sufrió dentro de un bloque que se mantuvo relativamente sólido, aunque el rival nunca les exigió moviéndoles de lado a lado con rapidez. Tampoco sumaron los polacos salidas con continuidad, pese a que Lewandowski ganó con claridad a Laporte en la mayoría de duelos, pero la falta de velocidad para amenazar a campo abierto les jugó en contra.
Los minutos pasaban y España se iba desinflando, ante una selección rival que decidió protegerse mejor en 5-4-1 tras la entrada de Frankowski para cerrar por fuera, dejando sin ideas a una España que mantuvo el orden en todo momento, no dejando nunca que el partido se rompiera, pero que no tuvo creatividad para mover al rival. En el banquillo parece haber jugadores para superar eso, pero será decisión de Luis Enrique saber si el riesgo que puede suponer ponerlos compensa.
