El segundo Barça de Ronald Koeman echó a andar con sensaciones similares a las del curso anterior. Un equipo que muestra un fútbol enérgico y ofensivo, al que se le intuye un buen potencial, pero al que logran dañar con facilidad y de diversas formas. Capaz de dominar tramos con mucha contundencia, pero incapaz de completar actuaciones redondas. Que le cuesta hacerse contundente en las áreas y que, por tramos y como consecuencia, tampoco controla el tempo. Pues en los partidos con ventaja el equipo prefiere correr con espacios que dormir con balón (segunda parte contra la Real Sociedad), y porque a veces el rival le hace preguntas que los jugadores no saben responder (presión del Athletic Club).
Todo ello parte de la idea de juego del neerlandés. La idea de SU fútbol. El cómo quiere su equipo que juegue. Siempre distinta a la de cualquier otro colega de profesión. De ahí que un equipo podría jugar de tantas formas como entrenadores existen. No habrá formas mejores o peores, aunque quizás sí más o menos adecuadas en función de la plantilla existente.
Según como entienda el juego, tenderá hacia un fútbol más proactivo o reactivo; más directo o más asociativo. Y a partir de esto, las posibilidades de esa primigenia y básica idea se hacen infinitas. Sean más o menos numerosas los «principios» del juego desarrollados en los entrenamientos de la pretemporada y evolucionadas, matizadas o corregidas durante la temporada, todas quedan encuadradas en lo que se conoce como modelo de juego. Una hoja de ruta, una guía de estilo que ayuda al grupo y al individuo a saber cómo, dónde y cuándo pero, sobre todo, qué es preferible o qué no lo es en cada momento del juego. Todo ello, intentando conjuntar al colectivo para potenciar al individuo.
Si el entrenador es quien pone la idea, son los jugadores quienes la interpretan. En función de sus aptitudes y experiencias, con mayor o menor acierto. De ahí, que un entrenador elija a un jugador por encima de otro compañero. No es necesario que el elegido sea mejor que el descartado (aunque habría que preguntarse ¿mejor para/en qué?), sino que el técnico valora que esta pieza optimiza más al conjunto que otra para ese momento o para ese periodo.
Por diferentes motivos, Sergi Roberto está sumando minutos como interior
Esto se ejemplifica, de manera clara, con el perfil de interior que gusta a Koeman. Por cómo juega el equipo, se requieren de interiores enérgicos, errantes, sacrificados, de motor diésel. Quizás Miralem Pjanic, con todas sus virtudes, es la antítesis perfecta de lo que busca Koeman. Incluso, para ser el mediocentro. ¿Y, por ejemplo, cuántas carreras de 70m a máxima intensidad es capaz de hacer Puig? ¿Y Collado? Es por ello que, después de años en plantilla, parece que Sergi Roberto tendrá más protagonismo en la zona desde donde llegó al primer equipo, pero en la que nunca se logró afianzar.
Tras la no llegada de Georginio Wijnaldum u otro fichaje, la presencia de Dest y Emerson como opciones para el lateral derecho, el conflicto del club con Ilaix Moriba y teniendo en cuenta el ostracismo en el que viven Miralem, Riqui y al que se presume que se sumará Collado, ya se ha comprobado cómo Sergi Roberto va por delante en la rotación de los interiores. Y si no lo cambian los últimos días de mercado, parece que solo el juvenil Gavi o Nico González tienen realmente opciones de reemplazar a la pareja de interiores (muy) titulares.
Si ante la Real, Roberto entró por Frenkie de Jong ocupando el puesto de interior derecho (aquel que el año pasado estaba más enfocado en ganar altura en zonas de finalización en momentos de ataque), ante el Athletic el reemplazado fue Pedri. En esta ocasión, también ocupó la zona del interior derecho, desplazando a Frenkie más hacia la izquierda.
Con De Jong como gran transportador del juego, cual cartero omnipresente; con los atacantes recibiendo siempre por dentro y mayoritariamente al pie; con los laterales intentando dar amplitud y profundidad, se necesita de alguna pieza que rompa la monotonía del balón al pie y la pida también al espacio. De hecho, al mismo tiempo que entraba Roberto, abandonaba el campo Braithwaite, quien desde la delantera estaba aportando esos desmarques de ruptura a espalda del rival.
Se podría debatir si «el fútbol de Koeman» es el preferido por la mayoría de los culés, que polemizan con la teoría de que cuando se quiere conservar un resultado, Ronald sume centrales y que cuando se debe remontar, se sumen delanteros (pero nunca centrocampistas). También sobre si este fútbol es el más adecuado al contexto del club. E incluso si conecta del todo con la filosofía y el trabajo de La Masia. Pues aunque la escuela holandesa y del Barça tienen puntos de unión, son diferentes.
De todos modos, como Koeman es el técnico del Barcelona, no tendría sentido que el de Zaandam fuese opuesto a su idea de fútbol. Una idea en la que Sergi Roberto encaja mucho mejor que otros centrocampistas de la plantilla.