Sobre el amor, Francesco Petrarca decía que, por más duro que fuera, había que obedecerlo. Giovanni Boccaccio opinaba parecido en la Cuarta Jornada del Decameron, pues lo ponía como el motor principal del comportamiento de la gente, aunque el desenlace muchas veces fuera una tragedia. En un contexto bélico, hemos leído cómo el amor ha sido una de las causas de las caídas de grandes ejércitos o ciudades, teniendo en Troya una de las historias más populares. Así fue el amor de Paris y Helena, que desencadenó una guerra que terminó con los aqueos saqueando y destruyendo Troya.
En el Calcio de la década pasada, se vivió un capítulo más sobre cómo un amor puede causar la caída de un imperio. Esta vez fue en el fútbol, con un equipo que pasó de dominar Europa por más de 20 años a caer en un abismo del que apenas empieza a salir. Ese fue el Milan.
En el verano del 2006, los rossoneri vendieron a Andriy Shevchenko al Chelsea, en pleno escándalo del Calciopoli, pero no importaba mucho porque, dirigidos por Carlo Ancelotti, levantaron su séptima Champions League en Atenas al siguiente año. Después de eso, ya con más calma, fueron a buscar a alguien que pudiera llenar el hueco que había dejado el ucraniano con su marcha a Londres.
El elegido estaba en Porto Alegre. Su nombre era Alexandre Pato, quien acababa de ganar el Mundial de Clubes con el Internacional teniendo apenas 17 años y siendo titular en la final contra el Barcelona de Frank Rijkaard, leyenda del Milan en los ochenta. Sin embargo, no debutó hasta el 2008, cuando alcanzó la mayoría de edad. Lo hizo con el pie derecho contra el Napoli en San Siro, marcando un gol en ese partido.
Tres años después de Sheva, Kaka salió al Real Madrid, dejándole a Pato la responsabilidad de ser la figura del Milan. Su rendimiento fue alto, cumplía las expectativas, pero las lesiones comenzaban a aparecer en su carrera. Después llegaron Massimiliano Allegri, Zlatan Ibrahimovic y el décimo octavo Scudetto, con el brasileño siendo importante cuando estaba sano.
Tras un mal inicio en la siguiente temporada, el Milan se sumó a la lucha por el título en octubre, luego de una victoria en la jornada 10 contra la Roma en el Stadio Olimpico. Pero la alegría duró poco. Al finalizar el partido, Antonio Cassano tuvo problemas para hablar y moverse, por lo que fue ingresado a urgencias del Policlinico di Milano al llegar a la capital lombarda.
Los estudios arrojaron que se trataba de un daño isquémico cerebral ocasionado por una malformación en el corazón. Afortunadamente, no tuvo secuelas neurológicas, la intervención médica fue un éxito y Talentino iba a poder volver a jugar algún día, pero al Milan le quedaba un problema enorme. Cassano probablemente no volvería a jugar en toda la temporada, Pato salía de una lesión para entrar a otra e Inzaghi estaba prácticamente retirado. Allegri sólo contaba con Ibrahimovic, Robinho y un El Shaarawy de 19 años.
En enero, Adriano Galliani, el rockstar del Calciomercato, aprovechando la mala relación entre Carlos Tévez y Roberto Mancini, entonces entrenador del Manchester City, se acercó a los cityzens y al entorno del argentino para darle otra arma al Milan, que en ese momento ya era puntero del campeonato y favorito para levantar el Scudetto. Una foto del Cóndor Galliani cenando con el ex Manchester United dio a entender que el fichaje estaba próximo a caer, solamente que el Milan pasaba por momentos complicados en lo económico y necesitaba concretar una venta para poder cerrar el fichaje del nacido en el barrio Fuerte Apache.
Para entender el contexto financiero del Milan, hay que recordar que Silvio Berlusconi, el propietario en esos años, había renunciado a ser primer ministro de Italia unos meses atrás y la Ley Alfano había sido rechazada. Dicha norma fue propuesta suya, y suspendía cualquier tipo de procedimiento penal contra los altos mandos del gobierno italiano, por lo que los casos Mills, Mediaset, Mediatrade y el de los senadores lo agobiaban, además de que el Rubygate comenzaba a conocerse. A Il Cavaliere no le importaba el equipo en ese momento, por lo que su hija, Barbara, empezaba a tomar peso en el club.
Regresando al mercado invernal del Milan en el 2012, el PSG, dirigido entonces por Carlo Ancelotti, se fijó en Pato para reforzar su delantera. Era la situación ideal para Galliani. Vendía al brasileño, fichaba al argentino y el segundo Scudetto al hilo, que significaba un buen respiro financiero, estaba más cerca.
Sin embargo, a pesar de sus lesiones, Pato era intransferible en ese momento y el fichaje de Tévez se cayó. Alexandre era pareja de Barbara Berlusconi, la mujer más poderosa del club, y aunque el brasileño declaró después que su salida a París fue frenada por Silvio, su novia siempre estuvo detrás de todo. Tras el fallido fichaje, Adriano Galliani fue por otro argentino, Maxi López, muy lejos del nivel de Tévez. Sólo estuvo seis meses en el club y después salió a la Sampdoria, donde coincidió con Mauro Icardi, pero esa ya es otra historia. Al final, el Milan perdió la liga y tuvo que vender a Zlatan y Thiago Silva al PSG para sanear sus finanzas. La Juventus, por su parte, conquistó la primera Serie A de nueve que ganaría al hilo.
Pato, por lesiones, no marcó más en esa Serie A y apenas jugó 128 minutos más. Un año más tarde fue vendido al Corinthians por la mitad de lo que ofrecía el PSG. Después del Timao, pasó por varios equipos sin pena ni gloria. Hoy se encuentra en la MLS. Tévez, año y medio después, llegó a la Juventus y los llevó a la final de la Champions League, dirigido por Allegri, curiosamente.
Los protagonistas de la crisis suelen culpar a Paolo Tagliavento por no dar por bueno un gol de Sulley Muntari contra la Juventus, que claramente rebasó la línea y hubiera puesto sobre la mesa el Scudetto para el Milan, pero la realidad es que la ausencia de Silvio Berlusconi esos años, las malas decisiones y el conflicto entre Barbara y Galliani pesaron más. Silvio Berlusconi llegó a ser el presidente más ganador de la historia del fútbol, sus últimos años San Siro le exigían vender al club por la crisis que ocasionó un fallido amor. Este fin de semana, se enfrentan en el Allianz Stadium de Turín, el club que resurgió y el que se hundió en aquel 2012, cuando la Juventus de Allegri reciba al Milan de Stefano Pioli.
Texto escrito por @Gutila5ta.