Lejos quedan ya esos seis años y medio en los que el fútbol en Glasgow se decoraba a base tréboles. Aquella larga sequía entre marzo de 2012 y diciembre de 2018, donde el Rangers no fue capaz de vencer al máximo rival de su ciudad en la Scottish Premiership. Algo que ya dejamos atrás desde la visita de Steven Gerrard a la capital de Escocia, un técnico que le acabó cogiendo el gusto a eso de ganar los Old Firm y terminó quedándose para amenazar la hegemonía del segundo equipo más laureado del país. Porque, a pesar de que el Celtic lleve nueve títulos consecutivos en la competición, el Rangers aún cuenta con tres trofeos ligueros más en sus vitrinas y confía en seguir liderando el duopolio de Glasgow en el campeonato doméstico escocés. Tras 11 jornadas –con un partido más–, ya aventaja en cuatro puntos al Celtic.
De hecho, tal es la convicción y el cambio de chip que vivió el equipo desde aquel 1-0 acontecido un 29 de diciembre de 2018 que, desde entonces, el balance es de 3/6 triunfos para cada equipo. Una racha que continúa in crescendo porque, los dos últimos duelos disputados, se cuentan por victorias del Rangers en Celtic Park. La última de ellas llegó este mismo fin de semana y lo hizo dejando un dato alentador para The Teddy Bears. Y es que, los locales no fueron capaces de disparar entre palos a lo largo de los 90 minutos.
Una estadística que revela lo bien trabajado que está el Rangers de Gerrard, un plantel capaz de dominar los partidos con o sin balón, y de competir ante adversarios más fuertes sobre el papel, como ya demostró en la pasada Europa League. Porque más allá de compartir el 4-3-3 de Klopp, se vislumbran ciertas similitudes entre sendos conjuntos. La más llamativa de todas probablemente sea el de unos interiores agresivos en los duelos y muy inteligentes a la hora de ocupar los espacios, escalonándose en fase de ataque posicional –con lateralizaciones incluso– e interpretando cómo cerrar el espacio entre líneas.
Plan que les resulta fácil de llevar a cabo por la sinergia colectiva de un equipo que trabaja en todas sus líneas para no partirse, que juega con la zaga del oponente gracias a la movilidad de Morelos, que proyecta muy bien a Tavernier y especialmente a Barišić desde los laterales, y que libera a Kent por ese mismo sector izquierdo para que el ex del Liverpool haga sus diabluras entre líneas mientras Brandon Barker aguarda su momento en amplitud escorado a la derecha. Todo eso, junto a la ausencia de un Ianis Hagi que no disputó ni un minuto, se vio en un partido extraño ante el Celtic, lo cual confirma que Gerrard es fiel a un plan y que no se casa con nadie para salvaguardar las premisas de su pizarra. Incluso Ryan Jack, otra pieza importante en la 19/20, partió como suplente e ingresó para transformar el 4-3-3 de partida en un 4-4-2 que ayudó a que el equipo durmiese el encuentro en los últimos minutos.
El partido no tuvo muchas ocasiones, pero sí un alto ritmo de juego, contexto donde el Rangers se siente cómodo y con el que ahogó a su máximo rival histórico. Viendo su incapacidad para girar la defensa visitante –con determinación y sin recular, siempre defendiendo hacia delante–, equipo el anfitrión tuvo que jugar sus cartas buscando el juego directo sin Odsonne Edouard, su goleador y buque insignia del proyecto de Neil Lennon.
Y ahí también sobresalió el trabajo de la dupla de centrales conformada por Connor Goldson y Filip Helander, quienes ganaron 7/12 duelos aéreos, sirviendo uno de ellos para que el inglés hiciese el 1-0 en un centro lateral, misma forma y mismo autor que en el 2-0, aunque en este caso no fue con la testa. Un derbi de menos vértigo y más control por parte del Rangers, que de igual modo lució su ejercicio de coberturas a partir de un bloque medio muy junto. Sin una presión tan alta como otros días, pero donde el «plan Gerrard» sobresalió en términos de eficacia.