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El triunfo del Bayern de Múnich en casa del Bayer Leverkusen fue un puñetazo sobre la mesa. No solamente por la rotundidad del resultado tras 45 minutos para el recuerdo (0-5), sino por la superioridad futbolística mostrada sobre el terreno de juego. El partido duró 35 minutos, pero pudo acabar incluso antes. El equipo de Julian Nagelsmann, que ha heredado muchas cosas de su predecesor pero que ya puede se puede asociar sin reparo a su actual técnico, jugó probablemente los mejores minutos de la temporada y transmitió una sensación más propia de la primavera que de la época otoñal en la que estamos. El ‘Oktoberfest’ se trasladó a Leverkusen.

La tarde empezó sonriendo a los bávaros, que se pusieron por delante muy pronto fruto de una jugada de estrategia a balón parado. Ello conllevó que los locales tuvieran que llevar la iniciativa en los minutos posteriores, pero lo cierto es que los de Gerardo Seoane tardaron en encontrar debilidades al bloque defensivo del Bayern. Como es habitual, los bávaros situaron la línea defensiva muy adelantada y presionaron en 4-4-2 con un bloque medio-alto muy bien engrasado. Lewandowski y Müller evitaban el 3×2 de centrales y Demirbay, Sané y Gnabry saltaban a laterales de dentro hacia fuera, Goretzka tapaba a Demirbay cuando la doble punta presionaba a centrales y Kimmich quedaba siempre compensando en el medio. Con este contexto, los locales tuvieron muchas dificultades para progresar, pues no pudieron conectar con Florian Wirtz entre líneas, sumaron pérdidas en zonas vulnerables y se encontraron con un buen arranque de Upamecano saliendo de zona y anticipando a Patrik Schick.

Tras el 0-1, el Leverkusen tuvo muchas dificultades para progresar ante el buen bloque medio-alto del Bayern y apenas salió de su campo.

Pero aparte del buen inicio sin balón, el Bayern dominó sobre todo a través de la pelota. Y una de las claves de ese dominio fue la superioridad que Nagelsmann otorgó a sus hombres desde la pizarra. El Bayern fluyó muchísimo con balón. Como viene siendo habitual, la estructura de los muniqueses fue un 3-2-4-1, con Kimmich como el primer apoyo por dentro y Goretzka generando muchas veces superioridad numérica una línea por delante. Con Davies y Gnabry ensanchando el campo y Lewandowski fijando a centrales, Sané, Goretzka y Müller –delicioso partido jugando de espaldas- se dieron un festín por dentro contra Amiri y Demirbay, que estuvieron muy expuestos a nivel defensivo. Y a esto, cómo no, se le sumó una actuación individual brutal de Joshua Kimmich gestionando la base y dirigiendo las rutas del equipo. La primera parte del alemán, con y sin balón, estuvo al alcance de muy pocos mediocentros en Europa. 

Pero cuando de verdad el Bayern le hizo un destrozo al Leverkusen fue en el momento de la presión. Los locales fueron mano a mano arriba, con Diaby sobre Lucas Hernández, Schick sobre Upamecano, Paulinho con Süle –que quedaba bajo en salida- y Wirtz tapando a Kimmich, dejando así a Manuel Neuer como hombre libre. Ahí, el Bayern, con Neuer aprovechando su condición de libre, generó constantes superioridades numéricas que le permitieron superar la presión y poder atacar viajando junto y con mucho espacio en el horizonte. El papel de Leon Goretzka, más relacionado con la aceleración que con la contención, fue clave para tener la superioridad por dentro y machacar al Leverkusen en transición. El 0-2 dejó a los locales mentalmente en la lona y en los minutos posteriores a ese gol, el Bayern demostró una voracidad de la que pocos colectivos pueden presumir ahora mismo. En 7 minutos se pasó del 0-1 al 0-5.

La primera parte del Bayern con balón fue de un dominio absoluto, tanto cuando el Leverkusen le presionó como cuando le esperó.

Pese al ‘shock’, el Leverkusen tenía la oportunidad de lavar su imagen en el segundo tiempo, y podemos decir que en el primer cuarto de hora lo consiguió. Seoane sustituyó a Paulinho, que junto a Bakker había generado ciertas dudas a Süle y Gnabry antes de la lluvia de goles, para dar entrada a Tapsoba, pasando así a una defensa de cinco (5-2-3) con la que igualar el esquema bávaro y minimizar riesgos. Con el Bayern quitando el pie del acelerador y pensando en la Champions League (la sustitución de Davies por Stanisic a los 40 minutos de partido fue paradigmática), el Leverkusen encontró más a menudo a Wirtz como nexo entre Demirbay y Schick y pudo amenazar la portería de Neuer con más asiduidad. Pero una vez los bávaros fueron ganando terreno fruto de la amplitud que le regalaba la nueva estructura rival, volvieron a meter al Leverkusen en su campo y el partido acabó en un contexto similar al del primer tiempo.

El Bayern de Nagelsmann ya empieza a asustar en Alemania.

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