Fútbol canadiense, un auge racional y meteórico

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Una de las primeras cosas que te enseñan en la carrera de Periodismo, que tampoco suelen ser muchas en la mayoría de los casos, es que redactando se debe evitar emplear el mismo término dos o más veces. «Para eso se inventaron los sinónimos», deja caer algún que otro profesor con ganas de orientar al alumno, que tampoco sobran. Lo que no nos dijeron es que, para referirnos al fútbol en Canadá, es incorrecto hacerlo hablando del “deporte rey”. En América del Norte, se consideran deportes predilectos el hockey sobre hielo, el baloncesto y el fútbol americano o canadiense –similares entre sí–. Tanto es así, que la Canadian Premier League, su liga profesional de fútbol, se fundó en 2019, consta de solo ocho equipos que no descienden, y en 2017 solo existía uno de ellos, el FC Edmonton.

¿Significa eso que el fútbol profesional no existía allí antes? En absoluto, la selección canadiense ya ganó la Copa Oro del 2000, se clasificó para la fase final del Mundial de México 86´  por delante de Costa Rica y Honduras –aunque perdió todos los particos de la fase de grupos sin marcar un solo gol– y fue semifinalista en la categoría femenina en 2003, además de albergar el Mundial de 2015. Lo que realmente ocurría con el fútbol canadiense, es que este participaba en el sistema de competición estadounidense, algo que también sucede en baloncesto. Concretamente, 3/27 equipos de la Major League Soccer (MLS) estadounidense tienen su sede en Canadá. Es el caso de los únicos representantes del país norteño en la Concachampions (Champions League centro-norteamericana); Toronto FC (8), CF Montreal –antes conocido como Montreal Impact– (5) y Vancouver Whitecaps (1). Un billete que se obtenía al ganar el Campeonato Canadiense de Fútbol, que aunque no fuese una liga en sí, servía para dirimir al campeón nacional cada año. Los tres clubes mencionados, pertenecen a la categoría de oro del fútbol estadounidense. Y los dos primeros, saben lo que es disputar una final continental (Concachampions), en 2018 y 2015, respectivamente.

Por ahora, lo que sabemos es que al albergar la Copa del Mundo de 2026 junto a México, estará en ese Mundial como anfitrión. Y, salvo hecatombe, también lo hará en el de 2022, en lo que serían cuatro años donde acumularían dos participaciones en la competición de selecciones más prestigiosa del mundo, un hito que no ha sucedido en toda la historia del deporte rey –según en donde–. Además, su estilo no solo está muy marcado, sino que, además, sus futbolistas están potenciados y se complementan a las mil maravillas gracias a la idea de su seleccionador, un John Herdman que comenzó su andadura en los banquillos dirigiendo al combinado nacional femenino de Nueva Zelanda (2006 – 2011) y que se curtió en el propio fútbol femenino canadiense (2011- 2018), antes de dirigir a la sección masculina. Su propuesta se basa en el físico, dominando partidos que se desarrollan a ritmos altos, con muchas transiciones rápidas y bajo la premisa de defender hacia delante, con una presión adelantada capaz de empequeñecer a México y EE.UU., las dos superpotencias continentales.

Es evidente que su fútbol está creciendo. En gran parte, porque se le está dando más importancia dentro de sus límites geográficos. Entre 38 millones de habitantes, siendo el país de CONCACAF con el 3er mayor censo, era lógico que saliesen buenas generaciones futbolísticas. Y si a eso le sumamos que es una de las naciones que más inmigración acoge –más de la mitad de la columna vertebral de la selección nació o desciende de padres extranjeros–, nos queda un cóctel de lo más afable. Solo había que contribuir a ello para su desarrollo. Y el clima era un impedimento por las abundantes lluvias, frío y nieve en muchas regiones.

De haber sucedido antes, quizá Toronto FC (en 2007), Vancouver Whitecaps (en 2011) y CF Montreal (en 2012) no hubiesen tenido que emigrar en términos competitivos. Lo que está claro, porque los cálculos temporales salen fácilmente, es que gracias a ese salto, la selección está empezando a competir de tú a tú frente a México y Estados Unidos. No es casualidad que esto suceda ahora. Y tampoco es casualidad que en la absoluta no haya ningún futbolista que juegue la Canadian Soccer League, aunque llegarán pronto y probablemente con ello aumente, más todavía, la competitividad futbolística del país.

Ese vértigo es su faceta más visible, pero lo cierto es que, técnicamente, el nivel tampoco está lejos de los gigantes de CONCACAF. El más reconocible por su desempeño a nivel de clubes, un Alphonso Davies (2000) que no tiene posición fija, sino que se va adaptando en función de dónde Herdman crea que puede sacarle más jugo. En parte, porque no hay un sistema fijo –fija es la idea–, sino que Canadá cuenta con una flexibilidad táctica y con varios futbolistas polivalentes para terminar completando un plantel imprevisible en cuanto a posicionamiento, más allá del desparpajo de sus piezas. El del Bayern viene actuando recientemente como segunda punta junto a Jonathan David (2000 | Lille OSC), independientemente de si el esquema se estructura con tres centrales o línea de cuatro, pero también ha jugado recientemente en su habitual flanco zurdo que tanto éxito le está dando en Múnich.

Es indudable la prioridad por aglutinar a los cabezas de proyecto en la parcela ofensiva, donde hay que añadir a Cyle Larin (1995 | Beşiktaş J. K.) y a Tajon Buchanan (1999 | New England Revolution), dos piezas también polifuncionales, pero que comparten el mismo lenguaje de fútbol agresivo, vertical e incisivo. Y el gran desconocido, por vivir su día a día fuera de la MLS y del foco mediático de las competiciones europeas, es un Stephen Eustáquio (1996 | FC Paços de Ferreira) que a sus 24 años se postula ya como un gran director de orquesta, con techo para ser el mejor mediocentro de origen centro-norteamericano, si no lo es ya.

Estos son los principales motivos por los que el balompié canadiense está creciendo a nivel de atractivo y competitividad, dos cuestiones que van muy ligadas. Poca especulación, un fútbol muy europeo, pero con el componente atlético de Norteamérica. Por velocidad de piernas ya han demostrado que nadie les gana en CONCACAF. Y van camino de que, por agilidad mental, esto tampoco suceda. Identidad muy marcada. Difíciles de maniatar, porque si les dejas que te presionen, te asfixiarán; y si les metes en su propio campo, te aniquilarán contragolpeando. Lo de la hoja de maple va muy en serio. Y pinta a que los Canadian Boys han llegado a la élite para quedarse.

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Iñaki María Avial
Periodista · 1997 · España | Kaká me enseñó desde San Siro que en el fútbol la magia importa, Gerrard se fue a Estambul a confirmarme que la mentalidad prevalece. También soy `Chiellinista´. Delante de un micrófono, como dijo Michael Robinson, "estoy muy ocupado, pero no siento que esté trabajando".

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