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«Debes tener un estilo de fútbol reconocible. Tan reconocible que, incluso en un mal día, la gente sea capaz de reconocer el estilo de fútbol que queremos desarrollar».

Ralf Rangnick

Por tercera vez en siete años, el Manchester United ha estado contra las cuerdas cuando de decidir su futuro se ha tratado. Puede parecer una afirmación catastrofista, pero es un hecho que, para uno de los cinco clubes más grandes del planeta, es demasiado desoladora. El despido de Ole Gunnar Solskjaer la remarcó y, ahora, cuando se debe elegir un camino, vuelve a aparecer.

El famoso United Way del que tanto tiró el ex entrenador y al que muchos aficionados se refieren mirando al pasado no podía ser más abstracto, banal y replicable sin el mayor fondo. Es decir, el club no tiene una identidad definida. Ese es, al final, el mayor de todos sus problemas -como si sus propios dueños no fueran uno suficientemente grande-. Para atenderlo, en un acto de autocrítica y aparente conciencia de la realidad, el club ha dado un volantazo inesperado y muy importante al traer a un hombre que no podría distar más del que guió todo desde diciembre de 2018. Ese es Ralf Rangnick, el nuevo entrenador interino cuyo trabajo será mucho más que eso.

En un primer momento, el hecho de que el propio Ed Woodward -CEO del club- fuese quien presionara por buscar al legendario entrenador germano habla de las razones por las que despedir a Solskjaer y dar un paso al frente era urgente y necesario. Una comitiva más interesada en saquear que en construir ha sentido que sus motivaciones corrían serios peligros, y eso es lo que la ha hecho una dar un giro radical. La identidad es el bien más precioso para conservar lo que les mueve, pero, en lo deportivo, donde todo aquello se hace posible, es lo que puede marcar la pauta para conseguir los éxitos que un gigante europeo demanda. Y eso, en ocho años, ha sido lo último que ha tenido.

«Estoy 100% seguro de que puedes planificar el desarrollo o el rendimiento en una institución de fútbol. No me atrevería a decir que puedes planificar el éxito, pero sí influir indirectamente con la planificación de desarrollo e incremento del nivel de rendimiento».

Ralf Rangnick

Con Ralf Rangnick, la primera cosa que el Manchester United ficha es un camino para construir su propia identidad, la capacidad de mirarse al espejo y reconocerse en las victorias, pero, sobre todo, en las derrotas. Como lo segundo ha sido mucho más habitual que lo primero desde el adiós de Sir Alex Ferguson, con cada tropiezo sumando una duda más a la cuenta, han salido a buscarla en la figura del alemán. En esencia, es quien pondrá la primera piedra de lo que el club quiera ser, con los estándares y los criterios que una institución de élite debe tener a largo plazo si quiere competir y estar más cerca de la victoria. Metodología de entrenamiento definida, forma de las sesiones bien estructurada, recursos tecnológicos y roles innovadores son todo aquello que se podría pedir.

«Tenemos cámaras en todo el campo. Podemos ver cada unidad de entrenamiento desde cualquier perspectiva. Tenemos videonalistas, que también hacen asesorías individuales. El videonálisis es una de las principales herramientas, para mejorar a los jugadores.»

Ralf Rangnick

El alemán será el pionero del verdadero United Way. A Old Trafford llega un entrenador que más bien será un ideólogo. Y no será cualquiera, sino el padre de los estrategas alemanes contemporáneos, el que desciende de Arrigo Sacchi y Valeri Lobanovski y ha sido la gran influencia de Jürgen Klopp, Thomas Tuchel o Julian Nagelsmann. O, puesto desde otra perspectiva, el artífice del meteórico ascenso del Hoffenheim de mediados y finales de los 2000, de la resurrección del Schalke 04 a inicio de los 2010 o el cerebro de todo lo que hoy comprende la estructura de Red Bull.

Sin embargo, en ese entendido, vienen las peculiaridades. Si bien Rangnick llega a imprimir su sello para competir y buscar victorias urgentes hasta el final de la temporada, ese mismo no será necesariamente el que distinga al United a largo plazo. Pero, primero, hay que repasar los retos con los que se topará en el banquillo.

“El mayor potencial sin explotar está en el cerebro del futbolista”.

Ralf Rangnick

El primer gran reto a superar es encontrar la forma de potenciar a una plantilla con asteriscos gigantescos y nombres en una terrible condición de sub entrenamiento a los que deberá perfeccionar para implementar su modelo de juego en tiempo récord. Ya no sólo se trata de tener jugadores con severos déficits técnicos en distintos registros, sino de este último rubro que el propio Rangnick señaló: hombres cuya práctica pocas veces -por no decir que ninguna- en los últimos tres años ha salido de su zona de confort para responder de manera adecuada a las exigencias de un contexto tan complejo. Es un paso trascendental que quizá no recoja sus frutos en junio, cuando pase a ser el principal consultor deportivo de la institución.

«Nos gusta presionar alto, con una contrapresión muy intensa. Cuando tenemos el balón, no nos gustan los pases cuadrados ni hacia atrás. Es un [estilo de] fútbol rápido, proactivo, de ataque, de contraataque, de contrapresión, emocionante y entretenido».

Ralf Rangnick sobre el Gegenpressing

El segundo será dar con la manera de poner a competir a esta escuadra bajo su idea de fútbol. A priori, existen dudas sobre cómo conseguirá que el bloque termine ejecutando su clásica presión zonal que orienta al rival hacia las bandas y sobrecarga el lado del balón a un ritmo altísimo. Considerando que pocas cosas podrían cambiar a nivel de titulares -Harry Maguire o Aaron Wan-Bissaka en primer lugar-, no será fácil imprimir esa repetición de esfuerzos con hombres de cortísima lectura y comprensión de su entorno, por ya no hablar de sus deficiencias técnicas, en especial si es necesario llevar el bloque mucho más arriba y colocar la línea defensiva a muchos más metros de David De Gea.

Aquí entra Cristiano Ronaldo. Ya en la Juventus 2018-19, Massimiliano Allegri enfrentó una serie de complicaciones derivadas del papel del portugués en una presión de características similares. Por una parte, está la necesidad de dosificarle y, a partir de patrones colectivos diversos, acercarle a las zonas donde se convierte más decisivo. Por otra, está el hecho de que esta es la fase del juego donde su activación -por iniciativa propia después de los 30 años y plan del entrenador- y la cantidad de metros por abarcar suele impactar negativamente en el diseño y la ejecución. Pero esto jamás quiere decir que Cristiano sea un problema.

La clave estará en mezclarle con el bloque y construir la red que permita ponerle donde se le necesite tanto en ese momento como en la contrapresión, que es el signo distintivo de Rangnick. Aquí llega el tercer reto, que es un área de oportunidad que puede devolver en un tiempo al Manchester United a la élite, y es ese momento tras la pérdida. Todos aquellos estrategas alemanes que descienden de la línea del ex Leipzig han aprovechado ese instante de presión como una herramienta de ataque, lo que se traduce en que un robo puede convertirse en ocasión de gol a partir de llegar en menos de 10 segundos al arco rival desde que se gana la posesión.

En una liga que penaliza cada error a partir del talento, el vértigo y la versatilidad, es el momento del juego que más podrá distinguir y dar respaldo a un equipo que lleva tres años en la nada táctica más absoluta. Si hablamos de identidad, es el que, dados los rasgos de todas las piezas, puede fundarla muy bien, aunque sea otra parte que, como otras, recoja sus resultados hasta más adelante. La clave es el tiempo, que apremia y no abunda, aunque el United tiene, por fin, a un entrenador de primerísimo nivel luego de tres años de cosas muy diferentes.

«Mi trabajo, el trabajo, es mejorar a los jugadores. Los jugadores te siguen como entrenador si sienten que los haces mejores. Esa es la motivación más grande y sincera que existe».

Ralf Rangnick

Más allá de estos retos, el Manchester United está asegurándose de tener a un entrenador de élite de ahora a seis meses. Y no sólo eso, sino que está garantizándose una dosis extra de seguridad para tomar la decisión de quién sucederá a Rangnick al tenerlo a él mismo como una fuerte autoridad para elegir. Aquí entra el último gran tema: su rol como consultor o director deportivo.

Entrenar al equipo le dará información aún más rica para que la decisión final sobre el siguiente al mando tenga bases con una profundidad todavía mayor -respaldada por todo un paquete analítico ya probado desde la posición de director de fútbol-. El asunto es que el alemán no sólo demandaba tener este poder de decisión, sino que se lo han otorgado por contrato durante dos años más. Esta es, quizá, la mayor sorpresa de todas dado el control que él exigirá y el que quiere tener la familia Glazer con sus ejecutivos en altas posiciones del club.

A partir de ahora, habiendo traído a una de las mentes más brillantes e influyentes del fútbol del siglo XX, muchas prácticas de las altas cabezas tendrán que cambiar. No podrán prometer dinero ni apoyo a mitad de temporada para quedarse de brazos cruzados, ser inoperantes en las negociaciones para conseguir fichajes o intentar restarle autoridad. Por primera vez después de Alex Ferguson, están en la obligados a respetar a su entrenador y próximo ejecutivo junto con sus decisiones, que también incluirán la última palabra sobre fichajes y contratos, altas y bajas.

Por último, está la elección de su sucesor. Es donde quizá exista mayor mejora porque el club, al fin, no tomará solo la determinación y podrá apegarse a criterios sólidos provistos por el propio Rangnick. El tema central es que lo ganado con él desde el banquillo podría seguir o no necesariamente, y ahí es donde este famoso United Way que el alemán emprenderá termine de formarse con otra cara, pero con bases metodológicas serias y contrastadas. El estilo irá de la mano del tiempo.

Aún falta mucho para ese momento, pero será uno que marque la próxima década del Manchester United. Que Ralf Rangnick cimente las bases operacionales del fútbol del club no implica que su sello se mantenga, y ahí podrán desfilar los nombres que se quiera poner. La clave estará en que el todavía director deportivo del Lokomotiv de Moscú promueva a aquel entrenador que tenga claridad sobre sus influencias, modelo de juego y conceptos para seleccionar perfiles adecuados respecto de ello y desarrollar integralmente al equipo, de tal manera que pueda solventar a largo plazo sus máximas necesidades. Sacar limpiamente el balón desde el arco, abrir bloques bajos y seguir creciendo en el momento de la pérdida serán las guías para volver a competir en la cima en varios años.

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Roberto González
Periodista y analista. Amo el fútbol desde que tengo memoria. Disfruto encontrar y explicar el porqué de las cosas.

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