Uno de los mayores retos del ser humano radica en valorar lo que se tiene antes de perderlo. Por todos es sabido que Kroos y Modrić no serán eternos y que la pareja de interiores más influyente del globo terráqueo en la última década ya no está para jugar partidos de ida y vuelta. De hecho, su fuerte nunca estuvo ahí. Pero, en la era de las presiones y de los mediocampistas físicos, de transiciones y de llegada, sigue habiendo un mundo paralelo –que siempre estuvo ahí– en donde importa más la velocidad y el sentido con el que corre la pelota, que la explosividad que tengan los integrantes en la sala de máquinas.
Y ese lugar no es imaginario. Ese lugar es real y se llama Santiago Bernabéu. El Real Madrid de Ancelotti no comenzó la temporada con buen pie, era un equipo inconsecuente con las cualidades de muchos de sus caudillos, pero poco a poco está evidenciando que hay un contexto donde se siente muy cómodo y donde puede hacer que sus interiores, respaldados por quienes les rodean, sigan dejando boquiabierto al planeta fútbol. La buena noticia para ellos es que ese contexto lo estamos viendo en cada partido. La mala, que para ello necesitan ponerse por delante en el marcador. Y la regular, que esto no siempre sucederá, pero sí con más frecuencia que lo estipulado, porque el equipo ya no depende tanto de Karim para ver puerta.
La primera impresión del Real Madrid 2.0. de Carletto fue una continuación de lo que ya había con Zinedine Zidane, aunque con sus matices. Un equipo que pretendía adelantar líneas para dificultar o ralentizar las salidas de balón del rival, que se instalaba en campo contrario cuando podía o cuando no le quedaba más remedio, que trataba de aglutinar muchos pases por izquierda para luego girar el juego hacia la otra banda y encarar ahí. Lo de siempre, dijeron muchos, a los que costaba quitarles la razón. Para aquel plan, no tenía un mediocampo que fuese capaz de impedir que el equipo se partiera cuando trataba de defender en campo contrario, tampoco contaba con el arquitecto sobre el que edificar salidas de balón limpias ordenando al equipo desde la izquierda, sus centrales quedaban demasiado expuestos para dominar, y los laterales titulares que con Zizou ya eran un tanto peculiares por su falta de lateralidad, qué paradoja, estaban ultimando su vuelta a los terrenos de juego. A quienes nunca les ha importado el contexto es a Karim Benzema, a Thibaut Courtois y a Vinicius Junior; las tres individualidades más constantes y sobresalientes del plantel este curso.
Visto lo visto y dado que Ancelotti no es un técnico de ideas fijas, el estratega italiano pegó un volantazo. Y lo primero que escuchó fueron las críticas que conlleva pasar a un planteamiento tan especulativo como coherente, teniendo antes a un equipo que regalaba más partidos divertidos que buenos. Atacaba con muchos futbolistas por delante de la línea del balón, permutaba, jugaba a la ruleta rusa –con sustituciones muy osadas– a partir del minuto 60 cuando el resultado no era favorable y convertía sus partidos en puro highlight para el disfrute del espectador neutral. Entonces asumió que no tenía piernas para presionar y retornar. Y vislumbró que sí las tenía para contragolpear. La moraleja que sacó, de Perogrullo, fue que perdiendo 20 o 30 metros de dominio territorial, ganaría dominio en el partido. Porque esto no siempre va de la mano. Y esta es una de las excepciones, salvo en aquellas ocasiones donde jugar arropados les lleva a jugar distensionados, descuidando especialmente las “zonas intermedias” a los lados de Casemiro.
- En la 14/15, segunda temporada de Ancelotti en su primera etapa, el Real Madrid ganó 22 partidos consecutivos entre el 16 de septiembre y el 20 de diciembre. No se terminó llevando ni La Liga, ni la Copa del Rey, ni la Champions.
- Este curso, desde el 19 de octubre hasta hoy, suma 12 victorias y un empate.
Fue aquel momento de críticas donde se fueron sumando varias de esas piezas mágicas del puzle, las que tienen muchos colorines y que, aunque no sepas dónde acomodarlas de primeras, sabes que una vez casadas, las de su alrededor se pondrán solas. Y el puzle encajó, en forma del nuevo-viejo 4-3-3. No sucedió de la noche a la mañana, porque la primera impresión fue la de un equipo que, al perder altura, también perdía el dominio del balón. Pero una vez que recuperó a Kroos, al mejor Modrić y a esos laterales-interiores (Carvajal – Mendy) tan peculiares de ZZ, volvió a ser ese equipo que sustenta sus ataques y su defensa en campo propio.
Una defensa directa, con menor distancia entre sus zagueros, con mayor solidez en los duelos y con un imperial Éder Militão que vea los ataques de cara para anticipar fuera del área, interceptar disparos o últimos pases y repeler todo balón que sobrevuele la urbanización de Courtois. Y una defensa indirecta, pero que también es defensa al fin y al cabo, desde la tenencia de la pelota para que no te hieran. Defender menos tiempo también es defender mejor. Porque una vez que Vinicius y Benzema te ponen en ventaja, la ansiedad le entrará al oponente. Si es él quien quiere la pelota, deberá ir a buscarla. Y entonces sufre una tortura que acaba desembocando en una pérdida de oxígeno y convicción paulatina. Hay mucho de psicológico en los mejores partidos recientes del Real Madrid.
Con Carletto se sigue apreciando una salida de balón brillante por fondo, forma y variedad de movimientos. Sincronía telepática. Te esconden el cuero con una facilidad insultante, hacen que no se lo robes y provocan que seas tú el aumente la distancia de relación entre jugadores. Mientras, ellos se mueven al unísono. Y cuando los interiores ven que has picado, te descuartizan con su habilidad e inteligencia táctica. Jugando al ratón y al gato, Kroos y Modrić siempre son Jerry y a ti te convierten en Tom. El croata viene a la frontal y te atrae para que aparezca un hombre libre. Y cuando esto sucede, el equipo de Ancelotti provoca un efecto dominó mediante el cual tú llegas a destiempo a encimar a ese jugador libre y ellos circulan el esférico a pocos toques. Te cantan eso de “cuando tú vas, yo vengo de allí”, mientras se divierten.
Y eso, por no hablar de que Carvajal y Mendy ya no solo aparecen en carriles interiores, sino que directamente pisan zonas de mediapunta con los interiores constituyendo abajo. Cambio de roles llevado al extremo. Indetectables.
PD: En días imprecisos en mcampo puede ser caótico. pic.twitter.com/xCBkKzeG3W
— Iñaki María Avial ⚽ (@mariaavial) December 8, 2021
Y si caes en el anzuelo, ya no hay vuelta atrás, salvo que la precisión en la entrega no acompañe al Real Madrid. Y eso es una utopía. Pasadores de la talla del propio Luka, aderezado con el desplazamiento en largo de Toni o la naturalidad con la que Alaba y Militão activan a la delantera saltándose el mediocampo –muy útil, por sacrilegio que parezca–, desata el disfrute de Vinicius y Benzema en ventaja. No ventaja numérica por el hecho de recibir solos, que en ocasiones ocurre; sino ventaja posicional, porque para Benzema recibir con un segundo de tiempo, aunque sea de espaldas, ya representa una ventaja. Y porque para Vini, recibir con espacio en carrera o en situaciones de uno contra uno, es el regalo que lleva pidiendo varias Navidades. “Cuando yo voy, tú todavía estás aquí”.
Por si fuera poco, cada vez son más frecuentes y naturales las combinaciones entre ambos. El nuevo Vinichus, a diferencia del antiguo Vinicius, es un socio sensacional para Karim. Es la guinda para un Real Madrid donde el dominio viene precedido por una delantera resolutiva que, gracias a ello, tiene cada vez más facilidades para resolver. Un Real Madrid que cuida más a sus centrales, porque estos también le cuidan mejor su balón. Un Real Madrid al que parece que le sobren los laterales, pero que les necesita como agua de mayo para distraer. Un Real Madrid donde, en mediocampo, todo pasa y todo queda, pero lo suyo es pasar. Pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar.