Sin necesidad de hacer un partido soberbio, puede que ni siquiera un gran partido, el Real Madrid volvió a ganar al FC Barcelona (1-2). Sin grandes aspavientos, los blancos volvieron a llevarse los puntos del Camp Nou. La intención de que pasaran pocas cosas fue clara desde el principio, pero más a partir del tanto de Alaba a la media hora. Aprovechándose de los mejores estaban de su lado, un Madrid más bien contemplativo se limitó a esperar que el Barça cometiese errores, perdiese energía y no estuviese inspirado. Porque lo normal es que la genialidad, por estados de forma y por el nivel de unos y otros, es que cayese del lado madridista.
El plan de Ancelotti en defensa pasaba por un bloque medio, en actitud más pasiva que proactiva. Solo en una ocasión realizaron una presión alta a una salida del Barça (todos marcando a su par y Mendy saltando a por Mingueza) y las consecuencias pudieron ser desastrosas: aquel disparo alto de Sergiño Dest tras quedar emparejados atrás Vázquez con Ansu, Militao con Memphis (que consiguió controlar y mirar hacia portería tras el golpeo de ter Stegen) y de Dest con Alaba, que tuvo que desatender la marca porque el peligro más inminente estaba en el punto de penalti con Fati.
Para entonces, curiosamente, el Madrid ya había pasado la pequeña tormenta inicial. Quizás, sus peores minutos coincidieron con los inicios de cada parte. Ahí, con los culés descansados, en bloque alto y un marcaje agresivo, los blaugranas ponían en problemas a las primeras líneas madridistas. Sin embargo, Koeman modificó su forma de presionar. Si esta temporada estamos viendo un marcaje individual a todo campo (10c10), ante los blancos prefirió evitar que atrás hubiese paridad. Dejando atado a Jordi Alba y Mingueza (laterales) con Rodrygo y Vinícius (extremos), Koeman se aseguraba que Eric García no viviese solo ante Benzema, teniendo siempre la ayuda del «líbero» Piqué.
A cambio, el peaje resultaba en que uno de los jugadores de primera línea del Madrid quedaban libres. En la primera parte (imagen superior), con el Barça en 1-4-3-3 y emparejando a los extremos con los laterales blancos, era uno de los centrales (casi siempre Alaba por la tendencia de Memphis/Ansu de pisar zonas izquierdas más próximas a Militao) quien iniciaba siendo hombre libre. En la segunda mitad, con la entrada de Coutinho como mediocampista ofensivo y el trasvase al 1-4-2-3-1 (imagen inferior), se formuló de tal manera que sería Lucas Vázquez el hombre libre en cada reinicio.
Sin embargo, en ninguno de estos tramos el Madrid tuvo fallos con valor gol. El Barça recuperaba rápido, el Madrid sumaba pérdidas, pero no ponían en riesgo a Courtois. En ambas mitades, al Madrid le costó unos minutos calmar al Barça, entender que el Barça dejaba siempre un hombre libre en zona de inicio y que con determinados movimientos de arrastre, el jugador de cara con balón tendría espacio o hueco.
Los más que más rédito le dieron fueron los desdoblamientos de Modric y Kroos hasta la línea de defensas y el arrastre de Mendy sobre Dest. Con el francés limpiando su zona de culés, colocándose casi de interior izquierdo, el Madrid encontraba una autopista por la banda derecha con la que llegar hacia Vinícius y Benzema, palabras mayores en la estructura ofensiva blanca. Por eso, aparte de en contraataques (los goles llegaron así), los madridistas tenías claro que su partido con balón pasaba por salir de la primera presión del Barça y que los Alaba, Kroos, Modric o Benzema sumaran pases y movimientos para inutilizar las persecuciones del rival.
Koeman, por su parte, intentó que el Barça no fuese un equipo tan llevado a la izquierda, teniendo en cuenta la amplitud de Dest en la derecha y que Eric García, en el perfil derecho de la zaga, fuese quien sumara pases. Sin embargo, el bajo estado de varios jugadores, el poco juego interior colectivo en la primera parte (demasiado pase por fuera sin encontrar a nadie por dentro, sin girar a la zaga madridista), y la ausencia de amplitud en la segunda mitad (Memphis, Coutinho o Gavi fueron los «extremos» en el 1-4-2-3-1, obligando a los laterales a ser extremos pero a la vez vigilando a los atacantes de banda blancos), ya con el resultado en contra y el Madrid cómodo defendiendo en su campo, el Barça terminó por recurrir al juego directo con dos y hasta tres puntas (Luuk, Kun y Piqué).
Y si bien el Barça tuvo alguna ocasión de empatar, el cuadro blaugrana no creyó que lo pudiera hacer. Porque el Barça lleva demasiados partidos sin creer que puede contra un grande. Porque a los jóvenes estos partidos les llega pronto para que no les pille tiernos, los maduros no dan el paso adelante (Frenkie, Memphis, Cou) y los veteranos no pueden con todo. Igual que Lucas Vázquez creyó más que Eric García (buen partido, aunque con ese lunar), Memphis no quiso arriesgar en la jugada precedente y Coutinho no supo conectar el remate. Porque con poco juego y sin mucho acierto, lo normal es que pierdas.