HISTORIAL
¿CÓMO CLASIFICÓ?
ANÁLISIS
Por sexta vez, y tercera consecutiva, la Costa Rica dirigida desde junio del 2021 por Luis Fernando Suárez estará en un Mundial. Antes de comenzar la eliminatoria, parecía extremadamente veterana para clasificar y, a mitad del octagonal final, resultaba igual de improbable verla en Qatar 2022 que al Real Madrid levantando la última Champions o a Nadal el Grand Slam de Australia. Pero el deporte es bonito por su capacidad para sorprender. Una proeza de dimensiones paranormales, no tanto por nivel, sino por la forma en que remontó. Tras 7 de 14 jornadas, era penúltima con solo una victoria en su casillero y tres empates; mientras que, al final de la última fecha, sumaba 19 puntos. Es decir, que en la segunda vuelta sumó más de la mitad de puntos que en la primera, enfrentándose a exactamente los mismos rivales. Fue cuarta en la eliminatoria y accedió vía repesca, superando 1-0 a Nueva Zelanda tras ganar a todos los rivales de CONCACAF, exceptuando un 0-0 visitando México. Además, mantuvo cinco de siete porterías en cero –ni Canadá, Estados Unidos o la propia Selección Mexicana le hicieron gol— y llegará al Mundial habiendo perdido solo un partido de Nations League en el último año.
Números y épica a un lado, se trata de un plantel muy limitado, con futbolistas a los que conviene dosificar por sus recurrentes lesiones y/o por no poder mantenerlos físicamente a tope los 90 minutos. De hecho, Luis Fernando Suárez no repitió un solo once en todo la eliminatoria, por lo que puede ser algo impredecible en cuanto a nombres, aunque no en lo que a propuesta se refiere. Un estilo de lo más pragmático, con muchísimas opciones de terminar la Copa del Mundo con menos posesión que nadie y replegándose la mayor parte del tiempo muy cerca de su portería. No tiene la velocidad, lectura, ni la resistencia para presionar; es algo que no ha sucedido por regla general ni ante planteles de nivel similar. Un plan de mínimos, en bloque medio-bajo permanente, que entraña mucho riesgo porque no cuenta, ni mucho menos, con centrales que sean especialistas blindando el área.
Que apenas haya recibido goles habla de la falta de calidad de sus rivales en Norte y Centroamérica para desarbolar entramados muy hundidos y disciplinados como el suyo. Costa Rica prioriza aglutinar muchos centrocampistas en carril central y busca limitar en tiempo y espacio al poseedor –con saltos coordinados como un acordeón sobre los portadores de la pelota–, cerrar el espacio entre sus líneas o conseguir ser ancha para no sufrir cuando le giran el juego de un lado a otro, así como no dar facilidades a los centradores rivales. Es una defensa muy coral partiendo del 4-1-4-1 o 4-4-2, aunque defendiendo en ocasiones con línea de cinco o incluso seis, con extremos que, defensivamente, sean laterales. Y la gestión de campo a medida que avanzan los minutos, en parte por haberse visto en ventaja en casi todos los partidos recientes, se basa en incrustar un tercer central en muchos casos para terminar defendiendo por acumulación. Será una buena prueba de algodón para España, Alemania o Japón, pues es una selección que las obligará a llevar todo el peso del partido, ser pacientes y lucir mecanismos para abrir su bloque. Pueden sufrir en duelos, pero al juntarse en pocos metros, el sistema de coberturas ayuda a paliar el déficit de calidad defensiva individual.
Es muy evidente que, en este tipo de escenarios, su ataque también resulta de lo más rudimentario. Ahí cobra un valor incalculable la figura de Joel Campbell, uno de los que vienen comandando a Costa Rica desde 2014, edición donde fue la gran matagigantes liderando un grupo con Uruguay, Italia e Inglaterra, y quedándose a una tanda de penaltis de haberse metido en semifinales. El ex delantero del Arsenal comenzó el clasificatorio partiendo de banda, pero una de las grandes claves en la mejora tica fue su presencia como punta en partidos posteriores para ganar disputas en largo, pivotear y retener balones que den tiempo para que sus compañeros puedan salir al contraataque. Es un futbolista superior al usar el cuerpo magistralmente, posicionarse y lucir recursos técnicos. Y aunque sus números no son demoledores, resulta, sobradamente, el jugador con mayor impacto en el juego de Costa Rica. Otro veterano que puede poner la pausa en tres cuartos de campo, técnica, visión y conducción para iniciar transiciones, es su capitán Bryan Ruiz. Aunque también es el caso más visible de que la gasolina solo le dura un rato y, a sus 37 años, no acostumbra a ser titular. No por una cuestión de nivel o encaje, sino porque el técnico prioriza tenerlo para los segundos 45 minutos, ya sea para descansar con balón si va ganando o para lucir su asociación y buen pie en caso de tener que atacar.
Celso Borges o Yeltsin Tejeda, los otros dos que se mantienen como núcleo duro desde 2014 junto a Keylor Navas y Óscar Duarte, conforman un doble pivote que se conoce de memoria y que ocupa los espacios de acuerdo a las necesidades de los suyos. Eso sí, ya sin el dinamismo y los pulmones para multiplicarse como antiguamente. Y como defienden muy atrás, cada vez les cuesta más marcar diferencias llegando al área rival, especialmente a un Borges que sí tiene esa virtud. Dado que no son especialmente creativos, la amenaza de Costa Rica se resume en dos vías: la secundaria son esos contragolpes que justifican la presencia del joven Jewison Bennette o de Anthoy Contreras, más que capaces ambos de amenazar a campo abierto por la velocidad y olfato goleador del primero, así como por la incisividad para segundas jugadas, movilidad, desmarques y fe inquebrantable del segundo. Solidaridad al servicio del colectivo, pudiendo ambos actuar en punta o en banda. La fórmula más reciente ha sido la de Bennette en izquierda por lo bien que carga el segundo palo, y la de Contreras como punta que estire al equipo mientras Campbell actúa entre líneas o saca centrales de zona para agrandar intervalos donde puedan romper el resto de atacantes. Alonso Martínez es otra alternativa de banda para buscar movimientos hacia dentro que den profundidad.
Y la vía primaria que más frutos le ha dado a esta Costa Rica para marcar ha sido el centro lateral, especialmente a balón parado. Los centrales marcan ciertas diferencias en este aspecto, pero tampoco son grandes torres para cargar el área. Campbell tiene buen golpeo como lanzador y Gerson Torres una zurda destacada para poner balones que se vayan cerrando desde derecha –mientras el explosivo Keysher Fuller le dobla por fuera—, pero tampoco se podría decir que son unos privilegiados en este aspecto. La clave está en las zonas del área que cargan, pues hay altas dosis de pizarra e instinto de los jugadores. Sobre todo, sacan petróleo centrando, a balón parado o en movimiento, al segundo palo, donde consiguen rematar a espaldas de sus pares o prolongar para que se pierdan referencias y algún llegador marque en la segunda jugada. Sin esta vía habría sido absolutamente imposible ver a Costa Rica en Qatar 2022. Una selección que intimida poco, pero que se le puede atragantar a algún oponente por su estilo. Una escuadra sin nada que perder, que se ha encontrado este Mundial como un premio que no esperaba ni en sus mejores sueños. Será el último baile para la generación dorada del fútbol tico.
XI TIPO
FIGURA: KEYLOR NAVAS
El jugador con mayor impacto en el juego del equipo es indudablemente Joel Campbell por lo ya argumentado, pero el futbolista que más influencia tiene en el resultado, sigue siendo su portero. Reflejos felinos y una habilidad especial para crecerse cuando le llegan mucho y en los momentos en los que su equipo está siendo avasallado en bloque bajo. Característica importante, también, el hecho de que, en este contexto, sea tan valiente en sus salidas, pese a contar con una envergadura muy inferior a la de sus homónimos bajo palos. En una selección a la que la centran tanto, ha respondido con nota a esta faceta de no quedarse debajo del larguero en varios encuentros. Para el recuerdo, su Mundial 2014, siendo el meta menos goleado por partido (0.4 permitidos por juego) y dejando actuaciones heroicas hasta el punto de acabar fichando por el Real Madrid tras la salida de Iker Casillas ese mismo verano. El gran problema es su falta de rodaje; sin haber disputado un solo minuto esta temporada con el PSG, aunque eso no parece que vaya a ser un impedimento para que el once de Luis Fernando Suárez esté conformado por Keylor Navas y diez más.
PROMESA: JEWISON BENNETTE
La gran aparición en este tramo final del proceso mundialista está siendo el extremo que milita en el Sunderland AFC de la segunda división inglesa. Zurdo, acostumbrado a partir a pierna natural. Portentoso físicamente, con cambio de ritmo potente y también un tren superior muy desarrollado para sus 18 años, además de contar con la capacidad para repetir esfuerzos que le permitan ser un elemento muy valioso para presionar, estirar al equipo rival desmarcándose al espacio o asegurar los retornos defensivos. Técnicamente tiene un área de mejora importante, le falta sensibilidad en sus controles o conducciones, al igual que en la toma de decisiones. Tiende a ser algo individualista –sin caer en adornos improductivos–, en parte porque no levanta la cabeza en exceso. En cualquier caso, su perfil discordante respecto a la mayoría de atacantes, le hacen un muy buen complemento. Y viene marcando goles, especialmente al atacar con determinación ese mencionado segundo palo, para aprovechar los centros laterales costarricenses.
ENTRENADOR: LUIS FERNANDO SUÁREZ
Al seleccionador colombiano, además de acompañarle el cartel de “clásico” por su discurso en defensa de la sencillez y la gestión de grupo, se le conoce por ser un especialista en esto de clasificar selecciones humildes a Mundiales. Concretamente, lo logró con Honduras en el 2014 –en una de las tres históricas participaciones del país, además de disputar una semifinal de Copa Oro en 2013– y con Ecuador en el 2006, la segunda vez en la que la Tricolor jugó una Copa del Mundo y en la cual llegó por primera y única vez a la ronda de Octavos de Final tras superar precisamente a Costa Rica en la fase de grupos. A nivel de clubes, siempre ha estado ligado a su Colombia natal, excepto en su paso por el Juan Aurich o Club Universitario de Deportes, ambos en Perú, así como su breve estancia en el fútbol mexicano con los Dorados de Sinaloa. Él mismo se muestra como un admirador de Diego Pablo Simeone y Carlo Ancelotti.