HISTORIAL
¿CÓMO CLASIFICÓ?
ANÁLISIS
El camino mundialista de Irán no pudo haber sido más caótico: o, mejor dicho, los últimos meses. No por mal rendimiento, dado que es la selección asiática con mejor puntuación (25 de 30 puntos posibles) de todo el clasificatorio. Pero nada más concluir este, su entrenador, Dragan Skočić, fue destituido. Los rumores pusieron el foco en un motín de parte del vestuario, liderado presuntamente por Mehdi Taremi y Alireza Jahanbakhsh. Sardar Azmoun, otro de sus capitanes, abogó públicamente por la vía conservadora, pidiendo su continuidad en nombre de la plantilla hasta después del Mundial. Y entonces fue cuando Taremi sí hizo públicos los rumores, alegando que el comunicado de Azmoun solo representaba a unos pocos.
Tal era la tensión que, tanto el presidente interino de la Federación Iraní de Fútbol, Mirshad Majedi, como el Ministro de Deportes, Hamid Sajjadi, tuvieron que intervenir. Y la resolución, sorprendentemente, fue la readmisión del seleccionador croata menos de una semana después para, posteriormente, volver a cesarlo a dos meses y medio del Mundial. Algo surrealista teniendo en cuenta que es el entrenador que, habiendo dirigido más de diez partidos (18) a la selección, contaba con el mayor porcentaje de victorias en la historia del país. Finalmente, será un viejo conocido como Carlos Queiroz quien se hará cargo del banquillo con tan solo dos amistosos preparatorios a sus espaldas.
Por si no tuviesen suficiente, este mes de septiembre estalló una revuelta popular en el país. Mahsa Amini, una joven ciudadana, fue asesinada a manos de la policía por no portar el velo (hiyab) de forma reglamentaria, lo cual la convirtió en un símbolo feminista que desembocó en numerosas revueltas en Irán. Y esto, como no podía ser de otra forma, también repercutió en el fútbol, hasta el punto de poner en duda su participación en Qatar 2022. Un numeroso grupo de jugadores reivindicó en sus redes sociales lo que estaba ocurriendo, en favor de la revuelta popular (imagen). De la misma forma, se tapó con un abrigo la indumentaria mientras sonaba el himno antes del partido ante Uruguay. Algo prohibido por las autoridades, que, por ahora, no ha terminado teniendo consecuencias contra la plantilla. Pero la televisión nacional de Irán sí ha censurado retransmisiones futbolísticas donde se apoya el símbolo de Mahsa Amini. Y Ali Daei, mito del deporte iraní y segundo máximo goleador en toda la historia del fútbol de selecciones, fue detenido por el régimen y se encuentra en paradero desconocido, en un acto de fuerza que demuestra que habrá represalias para todo aquel que traspase unos límites contradiciendo al poder establecido. La censura estuvo cerca de extenderse a la lista de Queiroz, quien, extrañamente, aplazó unas horas la convocatoria. Los rumores indicaron que Azmoun iba a ser vetado por las autoridades, pero, finalmente, el técnico luso lo incluyó entre los 26 elegidos.
Dejando de un lado estos conflictos políticos e internos, que evidentemente no se pueden obviar y repercutirán en lo que veamos sobre el campo, Irán es una selección con bastante identidad, que sabe hacerse fuerte desde la disciplina y su capacidad para atacar en transición. Sus principales figuras posibilitan que, viviendo lejos de la portería rival, encuentren rutas para llegar al gol. Los Azmoun (es duda por lesión), Taremi, Alireza Jahanbakhsh o Ali Gholizadeh representan bien el papel de esos futbolistas que transforman el agua en vino, acostumbrados a sacar mucho rédito a los balones largos sin superioridad que les llegan. Los dos primeros, desde su capacidad para ganar duelos o dejar descargas y prolongaciones –fortaleza, pero con el riesgo de abusar de esa vía tan directa de ataque–, alternando roles donde uno va al choque y otro ataca el espacio en profundidad. Dos jugadores acostumbrados a actuar en doble punta a nivel de clubes, su mejor contexto, pero que con la llegada de Queiroz, todo apunta a que uno partirá desde la banda. Y quien desempeñó ese rol tanto en estos amistosos con el técnico luso, además de ya actuar ahí en Rusia 2018, es Taremi. Una ventaja interesante para poder ser más efectivo en los duelos, por su superioridad física respecto a la gran mayoría de laterales que se vaya a encontrar. Los mencionados extremos, por su parte, marcan diferencias por su determinación y buen control de pelota en conducción.
Irán es una selección que vive esencialmente de la verticalidad, y se estima que adoptará en Qatar 2022 un papel reactivo con total certeza y pasando mucho tiempo sin el balón en su poder. Pero lo cierto es que, en la eliminatoria, ha dejado una grata impresión a través de sus primeros pases para provocar al adversario, hacer que este se estire, dé un paso en falso y después lanzar en largo a los delanteros. Cierto que fue ante rivales no tan trabajados a nivel táctico, aunque dejando también secuencias donde sortea bloques altos del oponente con un buen escalonamiento y combinaciones alrededor de su mediocentro, Saeid Ezatolahi. Este es el pilar fundamental para mejorar las posesiones en la base de la jugada y, sobre todo, para conectar con jugadores lejanos con bastante precisión. Un desconocido a nivel mediático, pero que promete sorprender como ya lo hizo siendo titular en el pasado Mundial a sus 21 años. El contexto donde peor se desenvuelven es, claramente, teniendo que llevar la iniciativa ante rivales que le esperen. Ahí es previsible y bastante limitada más allá de sus centros laterales, delanteros con buen remate en área y alguno que otro pase por dentro conectando con Saman Ghoddos, interior de tercera altura en el 4-1-4-1 que llega sin protagonismo en el Brentford.
Bajo esta premisa, evidentemente, es una selección de poca presión, pero que no por ello deja jugar cómodo al contrario. Excepto en los saques de puerta rivales, donde sí aprieta algo más las salidas de balón, el bloque medio o medio-bajo es predominante. Se mueve como un acordeón y que responde a pocos estímulos, no cae fácilmente en las trampas que le ponen. La Egipto de Queiroz ya se caracterizó por proponer partidos cerrados, con muy poco ritmo –buscaba y conseguía ralentizarlos–, pero con eficiencia en transición y desesperante por lo ordenado que resultaba defendiendo en campo propio. Todo ello, aderezado por partidos jugados con toda la paciencia del mundo y ni un ápice de precipitación, guardando revulsivos capaces de hacerse fuertes en los segundos tiempos o en alguna de las muchas prórrogas que disputó el cuadro norteafricano. Un sistema de coberturas trabajado y muy acompasado que está replicando en estos amistosos, con jugadores que solo abandonan su zona para ir sobre el poseedor y centrales agresivos anticipando cuando reciban los rivales entre líneas o a los costados de Ezatolahi, que es la principal debilidad del sistema 4-1-4-1 con esta forma de defender.
El punta suele ser el único jugador descolgado, que se limita a tapar líneas de pase para que el adversario comience a construir por las rutas menos peligrosas o tratando de que sea mediante la pierna débil del central con menor habilidad con balón. Los extremos desempeñan otro papel llamativo por lo sacrificado que resulta, garantizando retornos para que los laterales estén arropados y no sufran situaciones de dos contra uno. Con este entramado defensivo, es evidente que vivirán tramos de bastante sufrimiento, donde será fundamental la presencia de Hossein Kanaani: líder de la zaga, central titular ya en la anterior etapa de Queiroz y bastante jerárquico cuando puede defender de cara o repeler balones dentro del área. Él es un fiel reflejo de lo que supone Irán a nivel colectivo, un combinado nacional que se podría definir desde el lema de “disfrutar, sufriendo”.
XI TIPO
FIGURA: ALIREZA JAHANBAKHSH
Al igual que Haji Safi o Ansarifard, el actual jugador del Feyenoord es uno de los futbolistas que conforman el núcleo duro de la selección de Queiroz desde Brasil 2014. Un extremo vertical, de gran determinación, especialista en trazar conducciones diagonales de fuera hacia dentro –especialmente partiendo a pie cambiado desde la izquierda– y poner a prueba a los porteros rivales con su buen disparo de media distancia. Una pieza bastante autosuficiente, ideal para los escenarios de transición que dibuja y dibujará presumiblemente esta Irán. Explotó la 17/18 marcando 21 goles en 33 partidos de Eredivisie con el AZ Alkmaar y, tras un paso no muy exitoso por el Brighton, ha vuelto a la Eredivisie, donde no es indiscutible para Arne Slot, pero sí tiene bastantes minutos. En clave selección, ha sido el que más diferencias ha marcado el último año en lo que a generación de ocasiones se refiere, lo cual no quiere decir que a nivel global sea un futbolista superior a Azmoun o a un Taremi que viene de cuajar una gran Champions liderando al FC Porto.
PROMESA: VACANTE
*** Es una de las selecciones más veteranas del Mundial. Su media de edad en plantilla es de 28,8 años, donde 15 de 26 integrantes de la última lista sobrepasan la barrera de los 29 y no hay un solo jugador menor de 24.
ENTRENADOR: CARLOS QUEIROZ
La historia reciente de Carlos Queiroz es de lo más rocambolesca, habiendo entrenado hasta a tres selecciones de tres continentes diferentes en los dos últimos años. Comenzando este ciclo mundialista con Colombia, haciéndose cargo después de Egipto y, ahora, tras ser destituido de los anteriores proyectos con la sensación de que tácticamente los hizo competitivos, ha vuelto a asumir las riendas de una Irán que le idolatra. Básicamente, porque ya ocupó el cargo entre 2011-19 y, en ese tiempo, fue el artífice de dos de las cinco fases finales de un Mundial que ha disputado el país. Incluso, en Rusia 2018 llegó a quedarse a solo un gol de meterse en octavos y de dejar fuera a su Portugal natal, a la que ya también dirigió en Sudáfrica 2010. A sus 69 años y con un bagaje de 40 años como entrenador, ha pasado por banquillos importantes a nivel de clubes como los del Real Madrid, Sporting Lisboa o formado parte del staff de Sir Alex Ferguson en el Manchester United. Pero, sobre todo, es un técnico especializado en fútbol de selecciones. En total han sido nueve las veces que ha sido nombrado seleccionador y este será el cuarto Mundial que dirija, el tercero consecutivo representando a Irán.