HISTORIAL
¿CÓMO CLASIFICÓ?
ANÁLISIS
Bajo el carismático apelativo de Los Leones de Teranga, la Senegal fraguada a fuego lento por Aliou Cissé no solo puede presumir de tener varias de las individualidades más potentes del continente, sino que también fue capaz de demostrarlo hace algo menos de un año, levantando la Copa Africana de Naciones. Lo hizo, eso sí, capitaneada por un Sadio Mané que terminó siendo elegido MVP y que, trágicamente, no estará en esta Copa del Mundo por una lesión de última hora. Un éxito aquella CAN que se le resistía históricamente, uno de los pocos. Porque, incluso, es la única selección en los Mundiales que puede contar que no accedió a los octavos de final de Rusia 2018 por haber calcado los números de Japón en fase de grupos, pero recibiendo más tarjetas, que es el séptimo y último criterio de desempate. Por eso se quedó fuera.
Con ganas, por tanto, de eliminar esa sensación agridulce, los africanos presentan su candidatura a cuadro revelación después de solo haber perdido un partido oficial desde julio de 2019. Fue reciente: en marzo, frente a la Egipto de Salah, aunque también anecdótico, dado que en la vuelta remontaron para sellar así su clasificación a este Mundial. La parte que no quedó en una anécdota y que preocupa de cara a Qatar 2022, fue el hecho de que, en dicha eliminatoria a todo o nada, una infinidad de aficionados introdujo punteros láser verdes que imposibilitaban una práctica normal del partido. Imágenes más propias de locales de fiesta que de estadios de fútbol.
Senegal llega como un combinado nacional no solo intimidatorio por contar con figuras como Kalidou Koulibaly o Edouard Mendy, sino también por tratarse de una selección bien compensada en cuanto a los nombres de todas sus líneas y con un físico verdaderamente preponderante. Quizá, en mediocampo es donde falte más calidad para cambiar el ritmo de un partido. Y, todo ello, pese a que cuentan con futbolistas con recorrido en Europa. Desde un Nampalys Mendy con más protagonismo en selección que en el Leicester City, que es el mediocentro encargado de limpiar ataques con su sensibilidad pasadora; hasta Idrissa Gueye, la otra figura gracias a su capacidad para multiplicarse, recuperar balones, compensar movimientos y lucir una de sus cualidades más difíciles de sustituir: el pase filtrado para activar en ventaja a la siguiente línea. Ambos son los, a priori, titulares y encargados de mejorar las circulaciones de un plantel que acostumbra a ser favorito y tiene que llevar, por ende, el peso del partido. En este Mundial, sin embargo, puede adoptar un papel diferente, más reactivo.
Como más daño hace, con mucha diferencia, es en un contexto de transiciones y no tanto con un fútbol de control. Porque más allá de las mencionadas cualidades con balón de Gueye y Mendy, es un mediocampo que adolece de una asociación para dominar partidos a este nivel. Ni siquiera ellos cuentan con fantasía, creatividad en la frontal, agilidad corporal y técnica para sortear presiones individuales, o con conducciones que marquen diferencias para romper líneas, aun recibiendo de frente al marco rival. Y ese es el motivo por el cual Sadio Mané actuaba por dentro, como mediapunta del 4-2-3-1 o en un 4-1-4-1 asimétrico, donde el incisivo Saliou Ciss –no convocado por no tener equipo y llegar sin rodaje– aportaba la energía y recorrido desde el lateral izquierdo para compensar que el delantero del Bayern. Este, a su vez, partía como extremo por esa banda y se enfocaba más en recibir entre líneas para sembrar el caos con su disparo, conducción, último pase y asociación corta o larga a ritmos altos. La mala noticia es que Senegal es demasiado dependiente de él en partidos cerrados, el talento y la mentalidad realmente ganadora. Rara vez no encontraba alguna ocasión de gol que naciese de sus botas o de su cerebro. Ni se escondía, ni pasaba desapercibido casi nunca. Su ausencia, probablemente la más dura de todo el Mundial, es rotundamente insustituible.
En contextos donde le valga el resultado, es capaz de dominar desde un repliegue más bajo y con transiciones que hagan brillar a delanteros veloces y bastante resolutivos al contragolpe, como Ismaïla Sarr o un Boulaye Dia que ha comenzado la temporada enchufado en la Salernitana. Todo lo contrario a Bamba Dieng, que ha pagado no contar para el Olympique Marseille después de no pasar su reconocimiento médico con el OGC Nice el último día de mercado y quedarse tirado. A pesar de ello, podría ser el recambio de Sadio. Otra baja sensible, por lesión, será la de Bouna Sarr. Fuese como lateral derecho o como volante por delante de un lateral más enérgico como Sabaly, el veterano jugador del Bayern aportaba apoyos para combinar y conducción para asentar los ataques en campo contrario. Sin él, Senegal ganará desborde en carrera o solidez con un tercer mediocampista para el 4-1-4-1, pero perderá un activo importante para jugar a ritmos más pausados y también un buen centrador dentro de un equipo que no sobresale en esa faceta. En cualquier caso no tiene «9s» de perfil killer en área.
Consciente de ello, Aliou Cissé montó el parque de atracciones en torno a su “10”, pero a sabiendas de que eso no siempre sería suficiente. Una de las citas más célebres de Klopp, precisamente, pudo servir como inspiración para el seleccionador senegalés: “La presión es el mejor mediapunta”. Y ahí es donde cobra una importancia categórica tener centrales rápidos para defender y corregir a campo abierto, como son Diallo y, especialmente, Koulibaly. Es una de las poquísimas selecciones africanas que acostumbran a presionar con energía y pizarra, tanto tras pérdida, gracias a la facilidad para repetir esfuerzos de sus jugadores y su zancada; como en los inicios de juego rival. En estos casos, suelen dibujar un 4-4-2 en el que los dos jugadores más adelantados se hagan estrechos y tapen así líneas de pase entre centrales rivales y su mediocentro. Muchas veces consiguen ensuciar posesiones en situaciones de inferioridad numérica de tres contra dos. Y, de paso, la defensa se adelanta para hacer más corto al equipo.
Es ahí y en la defensa del área donde más diferencia existe entre Koulibaly y Diallo, dado que el del Chelsea cuenta con mayor jerarquía. Con balón, ambos son muy buenos pasadores –al igual que Edouard Mendy más allá de algunas malas interpretaciones—, capaces de activar a los centrocampistas para salir en corto, pero no es un equipo que pretenda atraer mucho al rival y asumir riesgos con pelota en campo propio. Prefiere involucrar a Nampalys en salida con los centrales, hacer que los laterales ganen altura y asentar las posesiones en campo contrario, además de cambiar bastante la orientación del juego para descongestionarlo y para poner a los extremos en uno contra uno. Dentro de la libertad posicional de Sadio en centro izquierda, la conexión Koulibaly-Mané resultaba muy fructífera en ocasiones para encontrar al jugador que pone a jugar al resto de forma más rápida y sin riesgo de perder la posesión en zonas comprometidas. Es otra ruta, por tanto, que perderá la pizarra de Aliou Cissé. El país pierde a su centro neurálgico y a un ejemplo más allá del balón.
🇸🇳“Para qué quiero diez Ferrari's, 20 relojes de oro y dos aviones. Puedo mejor ayudar a la gente. Prefiero construir escuelas, dar comida y ropa a la gente pobre”.https://t.co/LuC19gwCSb
— Iñaki María Avial ⚽ (@mariaavial) November 17, 2022
Trágicamente, Sadio Mané se queda sin Mundial. Y Senegal, rota dentro y fuera del fútbol. pic.twitter.com/X4bvZI8cL7
XI TIPO
FIGURA: KALIDOU KOULIBALY
El defensa del Chelsea está llamado a heredar galones. Un central de lo más exuberante en lo físico, de los que pueden dar verdaderos dolores de cabeza a los delanteros rivales. Por lo pegajoso que resulta saliendo de zona para perseguir a su par, anticipar en esas mismas acciones, impedir que el oponente se pueda girar y, evidentemente, también por ganar duelos: especialmente, aéreos. Ahí se impone con suma jerarquía, impidiendo muchas veces que jugar en largo sea la solución para el otro equipo. Y, de la misma forma, resulta una amenaza en área contraria a balón parado. Puede resultar algo más impetuoso de la cuenta en algunas acciones, aunque la carrocería –zancada, velocidad y resistencia– le convierte en un gran apagafuegos. Con el esférico en su poder, es aseado y ciertamente atrevido, luciendo, sobre todo, el mencionado desplazamiento en largo. Eso sí, no ha comenzado con el mejor pie posible la 22/23, cambiando el Napoli ocho temporadas después por el Chelsea.
PROMESA: KRÉPIN DIATTA
Al futbolista de 23 años del AS Monaco le ha costado asentarse en la Ligue 1, pero viene ganando protagonismo este curso. Probablemente, sea el sustituto de Sadio Mané en el once, aunque también están las alternativas de otros dos jóvenes como Bamba Dieng (22) o Nicolas Jackson (21). Un perfil muy polivalente desde sus tiempos en el Club Brugge, que ya ha jugado en ambas bandas como extremo, volante o carrilero. E, incluso, puntualmente por dentro. Buen manejo de la pelota en conducción, capaz de desequilibrar y dar profundidad al equipo. La falta de consistencia y últimos gestos son sus dos principales hándicaps. Hace justo un año que se rompió el ligamento cruzado anterior, lo cual le privó de ser uno de los artífices en la consecución de la CAN. Reapareció a principio de temporada.
ENTRENADOR: ALIOU CISSÉ
Un One Club Man. O, mejor dicho, un National Team Man. El exfutbolista senegalés, internacional en 33 ocasiones y capitán de la selección en el histórico Mundial de 2002 donde vencieron a la Francia vigente campeona en el 98´ y donde alcanzaron los cuartos de final –ningún africano ha llegado más lejos, sólo Ghana y Camerún igualaron ese hito–, ha desarrollado toda su carrera como entrenador ligado al combinado nacional de su país. En total son ya diez años formando parte del staff, desde que en 2012 asumió el cargo de ayudante de Amara Traoré primero, Joseph Koto después y Alain Giresse finalmente, para terminar siendo seleccionador de la sub 23 en 2013 y de la absoluta en 2015. Desde entonces, han sido 77 las ocasiones donde ha dirigido a la selección, convirtiéndose en el técnico más longevo de Senegal. Tal es la confianza en él, que esta semana ha renovado su contrato hasta 2024. En estos más de siete años no solo ha conseguido clasificarse para dos de las tres fases finales mundialistas, sino que, al ganar la primera Copa Africana de Naciones del país, también se ha quitado la espina clavada que tenía por haber fallado el último penalti de la tanda en la final del mismo año 2002 frente a Camerún.