Debajo de la incesante lluvia parisina, el Manchester City de Guardiola confirmó -de nuevo- que vive el curso más complicado de los precedentes. En un partido en el que ingleses y franceses precisaban los puntos a efectos clasificatorios más de lo esperado, los diez minutos locos de la segunda parte acabaron por favorecer al Paris SG, capaz de igualar un 0-2 no muy consecuente con lo que se había visto tan rápido a como lo había encajado.
Porque el City estuvo incómodo hasta con la doble ventaja. La energía mental, aquella que hace persistir y afrontar un reto con seguridad y optimismo, permitió al conjunto de Luis Enrique no bajar los brazos. La energía física, a su vez, de los jóvenes valores del PSG le llevaron a competir siempre mejor que su agotado rival. Y no se trata de físico. O no solo. El trío João Neves-Vitinha-Fabián pudo con el Kovacic-Bernardo-De Bruyne.
Y porque resumir 90′ de fútbol es un duelo individual es una osadía, pero la diferencia entre ambos conjuntos se puede ver en la comparativa entre las actuaciones de Vitinha y Kovačić. Y no solo en cuanto a datos estadísticos.
Luis Enrique: «Yo creo que mi equipo tiene muchas cosas, os las llevo diciendo mucho tiempo, pero que tiene fe es evidente. Solamente pensamos en marcar, en presionar y en defender. Cuando íbamos 0-2, pensé que el fútbol es un deporte maravilloso, pero injusto. Y a partir de ahí, yo creo que la fe del equipo es inquebrantable. Este resultado nos refuerza esta idea y esa mentalidad».
El PSG se estructuró en 3-2-5, con esa posición de Nuno Mendes a la altura de centrales (dispuesto a descolgarse como en la jugada del gol anulado si veía a un medio colocarse a la izquierda de Pacho) y una altísima movilidad de intercambiarse del resto de componentes. Tanto las alturas y pasillos como las posiciones. Y no solo entre el tridente ofensivo, sin también en los tres medios, rebosantes de vitalidad y dinamismo de los medios del PSG. Si bien a priori era Vitinha el mediocentro único, el desdoblamiento ofensivo con los interiores fue mucho más que recurrente.
Para atacar, el City quiso interiorizar a Foden, formando un cuadrado con los tres medios y haciendo dudar en ocasiones a Nuno Mendes en acosarle o no. Matheus en la derecha tendría más metros por delante, pero a diferencia de su homólogo en el PSG (Hakimi) no tuvo tanta impronta en el juego de ataque. Al menos hasta el descanso. Tampoco fue un City que pudiese asentarse en campo rival.
Presiones provocadoras
Como el técnico asturiano reconoció en la rueda de prensa, ambos conjuntos se buscaron arriba. De hecho, por esa apetencia por los bloques altos, cuanto más daño se hicieron en la primera parte fue cuando consiguieron encontrarse la espalda de los expuestos zagueros ya fuese por pases profundos o por construcciones eludiendo presiones.
Para los reinicios, el PSG asignó marcas más fijas a los medios (Fabián con Bernardo; Vitinha con Kevin y Neves con Kovacic) en un persistente marcaje individual, aun a riesgo de quedarse en paridad en la última línea. Muy pocas veces el City lo aprovechó. En cambio, Guardiola no emparejó a De Bruyne con un medio, sino con un central. La cuestión es que el PSG reiniciaba con línea de tres atrás, y Foden también saltaba a por Nuno que hacía línea de tres como un central. Y aquí sobrevino un problema.
Porque implicó que por detrás de Foden-De Bruyne-Haaland, la pareja de mediocentros Bernardo y Kovačić estuviera en inferioridad, a no ser que ese 2×3 se iguale con el salto continuo de zaguero sobre el medio rival que está solo. Pero las fijaciones que hacían los 3 puntas del PSG a los 4 zagueros del City, complicaban las cosas. Así que el PSG encontró varias recepciones limpias en la zona izquierda media, pues entre Foden y el lateral Matheus existía un gran espacio. Además, ni Bernardo saltando siempre adelante, ni un lento Kovacic acertaban a elegir al jugador más nocivo en cada caso. Para colmo, ni Haaland y De Bruyne ayudaban en el retroceso una vez que eran superados.
Eso hace que existan más fases de dominio del PSG, aunque sea más territorial que dañino (aparte del gol en fuera de juego antes del descanso y un disparo en la frontal del omnipresente Vitinha). Al menos, el City mejoraba su capacidad de controlar al PSG en el bloque bajo (4-4-2), y los parisinos adolecieron de una figura clarividente en tres cuartos rivales. Más allá del ímpetu de los portugueses del medio y del buen hacer de Doué, lo cierto es que se vio más a Donnarumma que a Ederson en la primera parte, aunque la sensación al descanso es que el PSG mandaba más que el City. Y encima le habían anulado un gol por milímetros.
Esa calidad diferencial Luis Enrique la quiso elevar con la entrada de Dembélé al descanso como delantero centro por Kang-In Lee. El panorama fue otro en los ataques parisinos, aunque el exblaugrana mejoró sus prestaciones como extremo derecho. Doué ya no estaba solo para crear y, además, Barcola se entonó.
Aunque fueron los cambios de Grealish por Savinho y de Rico Lewis por el amonestado Rúben Dias los que antes se dejaron notar. El atacante porque anotó el primero (aunque luego desapareció). Y el segundo porque hizo variar la estructura ofensiva del City: Gvardiol pasó a central izquierdo, siendo Lewis el lateral solo en fase defensiva pues ejerceía de segundo mediocentro con balón para los skyblues. De hecho, Bernardo se abrió en numerosas ocasiones al lateral izquierdo, lo que provocaba que ante una eventual pérdida fuese el portugués o el propio Grealish quien tuviese que cerrar rápido como el cuarto zaguero.
Locura en el Parc
Y lo que no había ocurrido en la primera, llegó de golpe en la segunda. El City pudo atraer al PSG y saltar la presión en dos ocasiones para anotar, con algo de fortuna, los dos primeros goles. Luego, el PSG reaccionó antes de que el City pudiese seguir aprovechando los espacios que, ahora más que antes, iba a acabar teniendo.
El 1-2 de Dembélé, el que se ha dicho que nace del hueco que dejaba el salto de Foden sin el acompañamiento de Akanji sobre Fabián (y en el que Barcola aprovecha el fallo de Matheus), puso en el miedo en el cuerpo. Y el 2-2, tres minutos después tras pérdida de Kovacic con la enésima presión alta parisina, terminó de sepultar al conjunto mancuniano.
El dominio territorial era del PSG y lo siguió siendo. El City no pudo ni explotar ese 3×3 o 4×4 en la última línea que había en cada balón iniciado, ni los jugadores citizens estuvieron tan acertados -dentro de que fue un partido intempestivo tanto por la tormenta como por el ritmo impreso, con Kovačić naufragando cual Robinson Crusoe- como los parisinos.
Guardiola lo intentó poniendo a Foden de enganche (McAtee extremo derecho), sacando a Gündoğan de mediocentro y que fuese Lewis su acompañante, ya fuese partiendo del lateral izquierdo o como lateral derecho con Stones en el campo. Pero el partido estaba guionizado para felicidad del Parc des Princes.
La remontada se culminó a balón parado: Neves de cabeza, de nuevo atacando libre el segundo palo como en una acción similar de la primera parte, a servicio de Vitinha. Enorme partidos de ambos medios lusos. Y se rubricó (4-2) en el descuento presionando como al inicio y provocando un «despeje» que asistió a Gonçalo Ramos. El ariete portugués fue el último punta de los locales, habiendo desplazado a Dembélé a la banda derecha.
Josep Guardiola: «Han sido mejores que nosotros con y sin balón. Hay que aceptarlo. Es imposible jugar bien si no tenemos el balón. En el fútbol todo ocurre en el mediocampo. Y Luis Enrique puso más jugadores en el centro del campo y por eso fue superior el PSG. Ellos, además, tienen un físico que nosotros no tenemos ahora mismo».