Argentina 2-0 México: Messi y el poder de un gol

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Lo mucho que había en juego marcó el guion del Argentina – México. Sabiendo que solo valía ganar, Argentina entró al campo agarrotada y nerviosa, pareciendo una selección completamente distinta a la que era antes de la derrota ante Arabia Saudita. Mexico, por su parte, buscó un ritmo bajo y que pasaran pocas cosas, pues todo lo que no fuese perder les dejaba vivos en la última jornada. Al final, tuvo que ser Lionel Messi, con un gol en el 63’, quien apareciese para desencallar el encuentro a favor de Argentina, dándole a su país una bombona de oxígeno emocional para lo que viene. Antes de la última jornada, Argentina depende de sí misma ante Polonia para pasar, pero México lo tiene muy complicado (se enfrenta a Arabia Saudita), pues es última de grupo con una diferencia de -2.

México empezó el partido con las ideas más claras y mucho más valiente que Argentina. Los dirigidos por el Tata Martino salieron a presionar a Argentina en su campo a través de un 5-3-2, siendo eficaces cerrando las vías de progresión por abajo del rival y obligándoles a lanzar en largo. Alexis Vega e Hirving Lozano tapaban las conexiones centrales, orientando la salida hacia fuera, y ahí Andrés Guardado (sustituido por lesión en el 40’) y Luis Chávez, los interiores, saltaban sobre Gonzalo Montiel y Marcos Acuña, mientras Hector Herrera les hacía la cobertura. México volcó su defensa en bloque alto sobre la banda de Montiel y, en ese sector, Argentina no tuvo como salir jugando. Di María, que empezó en banda derecha, buscó dar opciones viniendo a pedir la pelota muy abajo, pero Gallardo (carrilero) le perseguía hasta muy arriba y no le dejaba girarse. Además, cada vez que Argentina conseguía generar una mínima ventaja mediante una individualidad y existía la posiblidad de correr, México interrumpía con faltas para que que no tuviesen continuidad y así poder reorganizar el bloque. 

Pasado el tramo inicial del partido, en el que México dominó desde su bloque alto, el Tri dio un pasito hacia atrás y le cedió terreno a Argentina. En este nuevo escenario, con una Argentina falta de ideas y presa de la ansiedad, Guido Rodríguez se incrustó entre centrales para generar superioridad ante la doble punta mexicana y poder encontrar soluciones con balón. Pero no fue así. El equipo no conectaba por dentro con Messi, que siempre tenía un mexicano encima cuando recibía, y el balón no llegaba a Montiel y Acuña en situación de ventaja para centrar. De Paul asumía demasiada responsabilidad en la organización, participando muy abajo y escorado, Di María elimanaba a algún rival en conducción pero no concretaba en nada y Lautaro Martínez vivía muy aislado del juego. El único argentino que sí entendió lo que demandaba el partido fue Alexis Mac Allister, que con la base vacía (sin Guido), tuvo más opciones de participar y girar a México con sus intervenciones. Absorbía juego, atraía rivales y cambiaba el ritmo. 

El segundo tiempo empezó con el mismo guion: Argentina perdida emocionalmente, cometiendo errores que denotaban ansiedad y frustración, y México defendiendo más abajo y sin prisas, sabiendo que el reloj corría a su favor. Fue entonces cuando Lionel Scaloni empezó agitar el banquillo, dando entrada a Enzo Fernández (por Guido) y a Julián Álvarez (por Lautaro), dos chicos que podían aportar la frescura y rebeldía que estaba faltando. Pero lo que cambiaría el partido de primeras no serían los cambios. Como siempre en estos situaciones, fue el gol. México cada vez estaba defendiendo más cerca de Guillermo Ochoa y en una de las veces que descuidó la frontal, un error grave teniendo en cuenta lo que tenía enfrente, Di María lo percibió y Leo Messi no perdonó. El astro argentino, con un zarpazo pegado al poste, marcó el gol que puede cambiar el rumbo del equipo en esta Copa del Mundo. 

No fueron los cambios, el gol de Messi fue el mejor entrenador de Argentina. Después del 1-0, se vio a un equipo completamente distinto al que se había visto antes. Cierto que los ingresos influyeron a  la hora de mantener la inercia generada, pues Enzo aportó pases que Guido no tiene (sumó mucho lanzando en transiciones) y Julián estuvo muy vivo atacando el espacio, pero todo cambió a partir del gol de Leo. Por otra parte, México no tuvo respuesta al golpe emocional. Martino introdujo de golpe a Raul Jiménez y a Uriel Antuna para tener más amenaza ofensiva, y más tarde a Roberto Alvarado para enganchar por dentro, pero el colectivo se paralizó después del gol. A todo esto, para cerrar el partido, Lionel Scaloni organizó a su equipo en 5-3-2, dando entrada a Cristian Romero para sellar la defensa, a Nahuel Molina de carrilero y a Exequiel Palacios para seguir repitiendo esfuerzos en el medio sin que la intensidad bajase. Leo Messi se quedó en punta con Julián y Argentina bien podría haber sentenciado el partido mucho antes. Para ellos, el broche final lo puso Enzo Fernández, corroborando su gran cameo con un golazo, regateando a Erick Gutiérrez y poniendo el balón en la escuadra. Argentina salvó el ‘match-ball’. 

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