En una primera parte de ritmo lento por parte de ambas selecciones, Lionel Messi pudo marcar la diferencia como lo lleva haciendo un millar de partidos. En la segunda, con el partido más abierto y el cambio de sistema de Scaloni en el 50′, Argentina disfrutó de un buen tramo. Australia, empero, volvería a meterse en el encuentro cuando menos lo esperaba. Los socceroos tuvieron incluso la última, evidenciando por qué había dejado en el camino a Perú (repesca), Dinamarca o Túnez. Pero sin demasiado peso en área rival, con el error-gol del 2-0 y con Messi inspirado, lo normal es que acabes eliminado.
El juego empezó con posesión argentina. Con Enzo Fernández retrocediendo a la altura de primera línea, situándose esta en mitad de campo sin oposición. También retrocedían a menudo De Paul y, en menor número, Messi, situándose por delante de todo el equipo australiano. Imagino que intentando atraer rivales para que quienes estuvieran por delante (Mac Allister, Julián, el Papu, los laterales o el propio Messi o De Paul) pudieran encontrarse más sueltos. Sin embargo, el ritmo demasiado lento de circulación, los pases -casi- en su totalidad al pie (que buscaban mantener y mover, pero no agredir), salpicado ello con unas distancias de relación demasiado amplias, hicieron más sencillas las basculaciones australianas. Aparte, solo una vez Julián Álvarez buscó un desmarque a la espalda de la defensa. El ritmo bajo se reproducía cuando la movía el conjunto de Graham Arnold, quienes, en salida, modificaban a estructura en 1-4-3-3 con Mooy haciendo de mediocentro, Irvine de interior izquierdo y Baccus derecho.
Sin balón, ambos equipos fueron contemplativos en primeros cuartos de campo. Solo activaban una presión por pares más agresiva si el balón era retrocedido por el rival hacia primer cuarto de campo. Australia, por un lado, se mantenía un 1-4-4-2 en bloque medio y muy amplio para que volantes de banda taparan al poseedor en banda (para mantener línea de cuatro en carril central). Sus mediocentros, Mooy y Baccus (pues Irvine jugó como segundo punta), tapaban de forma activa al interior de lado activo. Argentina, por más que tuviese el bloque algo más alto y hubiese trabajado bien las parejas verticales a la hora de presionar (ejemplos: cuando extremo salta a lateral, lateral propio salta con el volante de banda rival; y cuando punta/interior busca central, mediocentro/central ganan altura), se contentaba con orientar la presión y tapar progresión. Pero, entre la capacidad de Mooy para aparecer libre y el pase largo de Souttar al lado débil, los oceánicos representantes de la confederación asiática pudieron incluso tener tramos de posesión.
Fue durante ese tramo alrededor del 25′ en el que Australia la tenía (tampoco como para incomodar a Emiliano Martínez), cuando el Papu Gómez se cambió al costado derecho por Julián Álvarez. El Pau había sido el único futbolista que había disfrutado de una ocasión de disparar (marchándose desviado), gracias a una de las pocas veces en las que Argentina consiguió meter la pelota por dentro (Messi y Enzo) para sacarla hacia fuera. Con el Papu en derecha y las recepciones abajo de De Paul, Argentina sí empezó a encontrar al Papu Gómez en el intervalo entre Mooy (mediocentro izquierdo) y McGree, que jugó en la banda izquierda.
Fue así como Argentina llegó pasado el minuto 30 al costado derecho, donde pudo forzar un saque de banda (presión de Messi a Behich tras pérdida). Este sobrevino en una falta lateral, con Behich, enojado con Messi tras la acción anterior, regalando una falta sobre el Papu. Y en esa falta, el 10 lo hizo casi todo. La centró (Souttar despejó), recibió la abertura del Papu de nuevo en la banda, conectó en la frontal con Mac Allister antes de introducirse en el área. Mientras, MacAllister filtró al área. Demasiado fuerte para que Otamendi pudiese controlar, pero sí para dejársela de fábula a Messi que llegaba lanzado. Un tercer hombre no intencionado que Messi, con su magnífica sutileza, hizo eterno. Control en carrera y búsqueda del palo lejano por bajo y con caño incluido a Souttar, quien pensó en hacerse grande con tal de tapar el disparo. No pudo.
A los 5′ de la reanudación, Scaloni realizó el primer cambio. El Papu -gran baza para progresar a través de sus recepciones o conducciones en banda derecha- dejó su puesto a Lisandro Martínez. Argentina pasó al 1-5-3-2 con Lisandro de central izquierdo que permitió progresar mejor. Los laterales, Enzo (centro de operaciones; quien más la tocó y pases bien dio -92 de 100-) y al propio De Paul poder vivir iniciar más arriba. Además, complicaba la vida a los australianos que tenían que replantear su presión: había demasiada inferioridad numérica para la pareja de puntas entre los tres centrales y Enzo, pues los carrileros debían fijar más atrás a los volantes de banda australianos.
También desde el gol, influidos por la energía y la necesidad, tanto albicelestes como australianos habían dado un paso adelante, presionaban con más ahínco; generándose problemas mutuos. Quien lo aprovechó no fue Duke, sino Álvarez. Con Argentina habiendo «acabado jugada», Ryan sacó de mano hacia Behich. Rodrigo de Paul, desde lejos, no cesó de correr hasta que el balón, debido a su presión, regresó hasta Ryan pasando entre medias por Rowles. Sin líneas de pase próximas por su orientación, con Mooy tapado por Messi y De Paul oscuriendo a central y lateral a la vez, el portero intentó un autopase ante De Paul, que significó en la recuperación y disparo a gol del punta Julián Álvarez.
Entre el golpe anímico para ambos, la necesidad australiana de querer quitar el balón al rival y el nuevo sistema argentino, Argentina vivió el mejor momento de la noche. Solo faltó ser coronada con la marodoniana (o messiánica) acción del 10; que solo Degenek dentro del área pudo parar. Sin embargo, como para recordar que no hay partido fácil en un Mundial, la intranquilidad volvería a aparecer con el autogol de Enzo Fernández (77′). Centro desde la izquierda de Behich, que había superado a Nahuel Molina con un cambio de ritmo, y rechace de Otamendi a la frontal. El zurdo Goodwin no se lo piensa y el chut rebota en Enzo (que estaba como central derecho por hacerle el desdoblamiento defensivo a Romero, que había salido a banda para tapar a Behich). Emiliano Martínez la esperaba en otro lugar. 2-1 y faltaban 13 minutos más descuento.
El equipo de Scaloni -que dio entrada a Montiel y Palacios por Molina y Mac Allister- aguantó bien el arreón final australiano. Soportando bien el juego directo, pero, sobre todo, escondiendo la pelota con Messi como líder. Incluso, hasta en cuatro ocasiones pudo anotar Lautaro Martínez dentro del área (una realmente clara tras robo de Palacios, atracción de cuatro australianos de Messi y disparo a las nubes cataríes). Sin embargo, fueron los otros dos Martínez, Lisandro y Emiliano, quienes sostuvieron el 2-1. Dos intervenciones, Lisandro tapando el disparo de Behich,que por un momento se vistió con la 10 para dejar por el camino a cuatro albicelestes, y la atajada del Dibu ante el último suspiro (97′), de Kuol, a la media vuelta. El milagro australiano estuvo cerca, con Souttar sumando centímetros en área rival en el descuento, pero la bicampeona resistió. «De la mano de Leo Messi, en cuartos vamos a estar»…