Bayern Múnich 1-2 Inter Milán: abrir la puerta

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La victoria del Inter de Milán en Múnich es una prueba de que hay que contar siempre con el equipo menos goleado de un torneo (3 en 11 juegos). La Champions League premia como ninguna otra al conjunto que aprovecha sus momentos. Y en el Allianz Arena este fue el conjunto de Inzaghi.

A pesar de las ausencias notables de Neuer, Upamecano, Davies y la más reciente de Musiala (reemplazado por Raphaël Guerreiro como segundo punta), lo cierto es que los bávaros de Vincent Kompany dispusieron de más y mejores ocasiones (2,65-0,91 xG). Y aunque Müller entró para creer y derribar el valladar nerazzurro, Frattesi acabó por aprovechar de nuevo que el Bayern abría la puerta en los momentos de presión alta.

«[En la jugada que lleva al 2-1] Sommer pudo haber esperado, pero en cambio no perdimos la fe. Hablamos de arrebatarle la posesión al Bayern con personalidad, de no perder el balón, necesitábamos personalidad y la tuvimos», Simone Inzaghi, entrenador del Inter de Milán.

Lo que puede ser una fortaleza, también puede ser debilidad. El atrevimiento de cada vez más equipos a la hora de buscar robar alto, incluso con persecuciones individuales por todo el campo y desprotegiendo tu propia mitad, puede llevar a recuperar en campo rival como a abrir la puerta al adversario. Y eso conlleva dos posibles escenarios: ocasiones de gol a favor… o en contra. Al Bayern en la ida de los cuartos de final, le salió cruz.

Porque el Inter no hizo partido para anotar dos tantos, pues la idea de Inzaghi era un partido de mínimos. De hecho, el 0-1 en el 38′ es el primer disparo entre los tres palos. Hasta entonces, los centrales del Bayern ya habían tenido que bloquear un par de disparos y Carlos Augusto había estrellado un balón en el lateral de la red tras otro gran gesto de Barella y carrera de Bastoni. Pero del joven Urbig solo se sabía su buen golpeo.

En cambio, a la media hora, el Bayern ya había estrellado un balón al palo (Kane), aparte de apuntarse otros remates de Guerreiro, de Olise y del propio inglés. A veces tras presionar arriba y otras culminado ante el bloque bajo interista (5+3+2). Si bien Olise volvió a mostrar un buen nivel partiendo desde la banda derecha, ninguno de los atacantes tuvo el acierto necesario para eludir la cantidad de piernas que defendían el carril central interista (3+3) y las manos de Sommer.

Pero en el inicio, con toda la energía, las persecuciones del Bayern habían impedido al Inter estar del todo cómodo. Los constantes desdoblamientos de los interistas, por ejemplo entre Darmian y Pavard o entre Barella y cualquier compañero no parecían agotar las carreras alemanas. Tampoco parecía importar que el trío Barella-Çalhanoğlu-Mkhitaryan fuesen creando triángulos aquí y allá. Ni que Darmian dibujase una línea de cuatro atrás en los primeros pases (4+3+3), con Carlos Augusto de extremo y Bastoni de lateral por la izquierda dispuesto a correr conduciendo. Porque a Stanisić también se atrevía a saltar más arriba y, luego, ningún jugador del Bayern renunciaba al esfuerzo en campo propio.

Si acaso, la finura del tridente de centrocampistas que aparecían en cualquier rincón y los apoyos de Thuram -ante Dier- y, sobre todo, de Lautaro -que pudo siempre con Kim y que acabó por ser un duelo clave en el partido- permitieron avanzar a los milaneses en ocasiones. Pero todo de manera fatigosa. El Bayern estaba tan encima que exigía una pulcritud que no siempre ni para todos era posible.

Por contra, con balón, los alemanes tenían en el preciso golpeo de su arquero Urbig la mejor arma para superar la presión alta interista. Además, ante el bloque medio-alto, el retroceso de uno de los mediocentros a la altura de los centrales (Kimmich, por la izquierda; Goretzka, por derecha) evitaba la paridad ante puntas y saltaba la primera línea lombarda. En es bloque medio, el interior interista no saltaba tan alto como en bloque alto. Así, el 3+1 del Bayern podía con la pareja de puntas.

Una vez en campo rival, el bloque medio-bajo nerazzurro en 5-3-2 invitaba a los roten a buscar la basculación y así encontrar espacios al costado del interior interista del lado débil. Aquí ganaba relevancia el papel de los laterales de Kompany.

Con los extremos (Sané y Olise) sujetando bien abiertos a los carrileros interistas (Darmian y Carlos Augusto), debían ser Laimer y Stanišić quienes incordiasen a Pavard y Bastoni para que los puntas muniqueses (Kane y Guerreiro) se encontrasen cerca del área en paridad numérica. Por la izquierda, Stanišić ganaba mucha altura para sujetar a Pavard (central derecho). En cambio, Laimer buscaba ser el elemento en tierra de nadie para provocar el salto de Bastoni (central izquierdo) y que se abriese un hueco entre Acerbi y Carlos Augusto.

El Bayern daba sensación de dominar por el número de tiros y recuperaciones en campo rival, pero el 0-0 seguía vigente cuando la energía empezó a menguar. Así, los interistas empezaron a crecer a la media hora. Habiendo salido indemne del temporal, el Inter alargó posesiones, buscando más protegerse, pausar que apresurar, esconder que rifar.

Antes del gol, de hecho, la posesión señala un igualado pero superior 53% para los visitantes. Pero el 0-1 ejemplifica qué desea Inzaghi de su equipo: más de dos minutos de posesión y hasta 35 pases desde la recuperación de Mkhitaryan. La hermosa ejecución de Lautaro Martínez (exterior del pie derecho) fue el enésimo gesto técnico dentro de una jugada plagada de gestos de alto calibre, en la que al Inter no le quemó el balón.

Ni tuvo prisa por ir y regresar, ni de bascular por izquierda o derecha, hasta el momento del pase largo de Sommer que permitió a los puntas conectar entre sí. Lautaro en vez de lanzar a Carlos, decidió abrir a Bastoni que eludió con clase a Olise y, ahora sí, avanzó hacia el carrilero izquierdo. El centro del zurdo y el posterior taconazo de Thuram fue el preludio del primer disparo entre los tres palos del Inter. Pero para qué más si se culmina con tanto arte una jugada para enmarcar…

El gol noqueó al Bayern, a quien en la segunda parte también le costó acelerar. Fue justo otra ocasión de Lautaro (parada de Urbig) en el 55′ lo que hizo «enfadar» y despertar al Bayern. Al Inter le empezó a costar esconder tanto la pelota y se fue encerrando cada vez más tiempo en ese bloque bajo tan hermético.

El balón era muy alemán (69% en la segunda parte), pero tampoco Sommer tampoco necesitaba hacer demasiados milagros. En parte porque ya estaban Bastoni, Çalhanoğlu, Darmian o Acerbi (fundido y tumbado en la camilla al descanso como llegó a comentar Inzaghi en el post-partido) para evitar las atajadas del suizo. Además, ni Kane, ni Sané ni el resto estaban tan finos como los rivales.

Efecto Müller

Kompany movió el banquillo faltando un cuarto de hora. A la vez que Gnabry reemplazaba a Sané en la izquierda y Boey oxigenaba la banda derecha y de paso evitaba la segunda amarilla a Kim (Stanišić se colocó de central y Laimer pasó al lateral izquierdo), también entró Thomas Müller. El alemán, que ha vivido decenas de momentos de necesidad con el escudo bávaro, entró sabiendo la receta.

En la segunda parte, el Inter apenas pisó campo rival. En el descuento, con 1-2, Zalewski reforzó la medular por la banda izquierda entrando por Lautaro para dibujar un 5-4-1 estable.

Primero por su fe y energía característica. Segundo porque junto a Kane, ya había dos posibles rematadores todo el rato en el área rival cuando el balón estuviese en zona D (el último cuarto de campo). Y tercero porque cuando el Inter conseguía pisar el campo rival (casi siempre porque el Bayern lo retrocedía de forma voluntaria) ya no iba unido a la presión alta que sí quiso mantener en la segunda parte. Las recepciones de Müller y el resto de compañeros por delante y por dentro permitían al Bayern volver rápido a la carga de la embestida definitiva.

Y esta pareció llegar en el 85′, cuando Laimer recogió un centro pasado de Kimmich para de nuevo colgar el balón. Acerbi ya no pudo saltar y Bastoni tampoco pudo regresar (venía de medirse de nuevo con Olise en el pico del área). Quien sí estaba era quien tenía 15 minutos para agrandar su leyenda.

Quien viese el partido en directo imaginó que tras el remate de Müller para el 1-1, el segundo gol era cuestión de tiempo. Y lo fue, pero en dirección contraria. Unos minutos después, Sommer recogió un despeje de cabeza de Çalhanoğlu. Como decía Inzaghi, pudo haber ganado unos cuantos segundos, pero el suizo prefirió encontrar a Barella sacando rápido con la mano. Que hubiese un 3×3 (Boey con Carlos Augusto; Stanišić con Lautaro y Dier con Thuram) en campo rival también invitaba a ello.

El riesgo de la igualdad numérica en la presión alta

Barella, interior izquierdo desde la entrada de Frattesi (por el amonestado Mkhitaryan), muestra su inteligencia en la siguiente doble acción. Deja correr el balón un poco para atraer más a Goretzka hacia él. En el momento oportuno, toca de exterior hacia Lautaro. El argentino se zafa de su marca (Stanišić) con un recorte y devuelve para Barella, ya con Goretzka a su espalda (Imagen 2A). Boey, leyendo el peligro, suelta a Carlos Augusto y salta hacia el italiano. Pero tampoco llega a tiempo. Barella es más rápido y conecta en largo hacia el carrilero zurdo brasileño (Imagen 2b).

Casi sin darse cuenta, el Inter está corriendo a campo abierto. El gran movimiento de Frattesi (irse hacia el segundo palo para después ganarle por delante a Dier) compensa el remate de gemelo ante el potente centro de Carlos Augusto. El brasileño, sin hacer un partido a la altura de sus compañeros, acaba influyendo en los dos goles interistas. En esos 5 minutos, el Inter recuperó fuerza mental y al Bayern no le dio tiempo a prácticamente nada.

«No tenía la sensación de que no pudiéramos marcar, de que no pudiéramos ser peligrosos. Tuvimos nuestras oportunidades hasta el final, pero los resultados no siempre tienen que ser justos», Vincent Kompany, entrenador del Bayern München: .

La mínima ventaja y los amplios recursos del equipo muniqués son suficientes para que una remontada alemana en San Siro no se vea como una proeza. Si el Inter ofrece tan poco en área rival como en Múnich, es complicado que vuelva a salir victorioso, porque también sería raro que el Bayern (y Kane) se vuelva a mostrar tan opaco ante Sommer. Pero hasta el miércoles próximo, cuando San Siro dicte sentencia, quienes sonríen un poco más son los italianos. Pues entre el nivel mostrado por la columna vertebral Sommer-Bastoni-Çalhanoğlu-Barella-Lautaro, lo claro que lo tiene la plantilla de Inzaghi y el 1-2 a favor, todo es posible para los tricampeones de Europa que tienen abierta la puerta a las semifinales.

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Rafa Medel
Rafa Medel es entrenador (UEFA A) y Periodista. Autor de "Fútbol en Blanco y Negro" (Librofutbol, 2022), trilogía que repasa la primera centuria de este maravilloso deporte.

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