Bélgica 1-0 Portugal: Control, miedo y Eden

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El primer gran partido de la Eurocopa, teniendo en cuenta selecciones, jugadores y ronda de la competición, se disputó en La Cartuja de Sevilla y no decepcionó aunque le costara encontrar ritmo. Portugal y Bélgica salieron con muchísimo respeto mutuo y con una consigna clara, nunca permitir ataques fáciles al rival. Tenía que ser una jugada aislada la que abriera el marcador, como así fue, antes de que la segunda parte desatara una tormenta de fútbol. Portugal al fin juntó a la mayor parte de sus estrellas y jugó sus mejores minutos del torneo. Bélgica resistió gracias a imponentes actuaciones defensivas y Eden Hazard siempre se encargó de ofrecer salidas.

Como hemos comentado antes, la primera parte del partido se caracterizó por la búsqueda del control, no en el sentido de tener la posesión, sino en el de tener la certeza que las cosas están bajo tu control. Teniendo esto en cuenta, Roberto Martínez volvió a usar ese elemento sorpresa que, de tantas veces que ya lo ha usado, ha perdido la sorpresa; Lukaku caído a la banda derecha, con Kevin de Bruyne como falso 9. Por su parte, Fernando Santos repitió a Moutinho y Renato como titulares dejando a Bruno Fernandes en el banquillo tras el buen resultado que tuvo eso ante Francia, pero además le dio la titularidad a Joao Palhinha tras sus buenos minutos en ese partido, dejando fuera del equipo a Danilo Pereira.

«No permitir ataques fáciles al rival, el late motiv de la primera parte»

Bélgica buscaba tapar a Palhinha con De Bruyne, mientras Lukaku y Hazard iban a los centrales aunque sus presiones nunca fueron muy agresivas, temerosos de la amenaza lusa en transición. En Portugal, volvió a ser Renato Sanches el gran nombre, permitiendo avances con salidas en conducción, atrayendo rivales y soltando a un compañero en ventaja. Para sorpresa, era el centrocampista del Lille el encargado de auxiliar a Palhinha en la base, con Joao Moutinho fijando por delante. Nos quedaremos con la duda de saber qué habría pasado con ellos dos cambiándose los roles, dando mayor altura a las recepciones de Renato.

Bélgica tenía muchas dificultades para construir, con Witsel encargado del primer pase y Tielemans por delante, que volvió a cuajar una gran actuación ofreciendo soluciones a los suyos. Los centrales exteriores, Alderweireld y Vertonghen, apenas dividían en conducción pese a que tenían espacio para ello, pero es que la orden de Roberto Martínez era clara: cero riesgos. El ritmo del partido bajo; las oportunidades, escasas. Se necesitaba una chispa que avivara el incendio, y ocurrió con un disparo de Thorgan Hazard desde la frontal ante el que Rui Patricio se quedó clavado. Le tocaba a Portugal mover piezas.

«Los minutos de Joao Félix, un argumento más para los que pedían una mayor presencia suya»

Enfrentándose al abismo, Portugal empezó a quemar sus naves y dar rienda suelta al talento, con Joao Félix y Bruno Fernandes siendo los primeros cambios. La propia inercia de la situación llevaba a Portugal a embotellar al rival en área propia, y es ahí donde surgió el gran héroe inesperado de la noche. Thomas Vermaelen, con 35 primaveras a sus espaldas, exiliado en Japón desde hace años, enfrentó el reto de medirse a Cristiano Ronaldo, el rematador más voraz de cuántos ha producido el fútbol, y salió ganador. Su actuación, junto a las de Vertonghen y Alderweireld, Courtois bajo palos y Meunier defendiendo el segundo palo, un muro ante el que se estrelló Portugal.

La calidad de Joao Félix en espacios reducidos, el golpeo de Bruno y el juego exterior fueron los argumentos de Portugal en busca del empate, logrando cierta fluidez en sus progresiones y encerrando al rival, con un parcial de 16-2 en remates en ese segundo tiempo. Quizás, empezaron a jugar demasiado tarde, y entonces las miradas de culpa deberían recaer sobre un Fernando Santos que se ha vuelto a quedar corto entrenando y gestionando esta brillante generación portuguesa. La Eurocopa de 2016 será un triunfo inmortal en la historia del país, pero el último lustro de Santos al frente de la selección se ha quedado realmente corto. El tema no es caer eliminado, que puede pasar por mil factores diferentes, sino quedarse con la sensación de que el grupo de jugadores nunca fue exprimido al máximo. Con los últimos años de Cristiano por delante, Portugal no se puede permitir mayor margen de error si quiere labrar un palmarés a la altura de la que ha sido su máxima leyenda.

Nos queda hablar, por supuesto, de Eden Hazard. Su actuación fue preciosa, por lo que hizo y por lo que transmitió, calcando situaciones de juego de sus actuaciones en el último Mundial, uno donde fue la figura del torneo. Con De Bruyne teniéndose que marchar por lesión, Eden aceptó la responsabilidad y se encargó de aguantar el balón, permitir salidas y oxigenar a los suyos. Una masterclass absoluta de cómo ser útil a 50 metros de la portería rival. Lo suyo, sumado a la sempiterna amenaza de Lukaku a campo abierto, que fue muy superior a Rubén Dias en el duelo individual, daba a Bélgica la capacidad de salir. Estuvieron desacertados concretando los ataques, pero el miedo psicológico y el impacto emocional lo causaron.

Finalmente Bélgica se clasificó y ya suman cuatro torneos internacionales consecutivos alcanzando, mínimo, los cuartos de final. La generación dorada está respondiendo, pero les falta culminar la hazaña.

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Hugo Marugan
Fútbol. Para disfrutarlo, para aprender y para contarlo.

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