El Sevilla de Julen Lopetegui no pudo remontar el resultado adverso que traía de la ida (2-3) y acabó empatando a dos contra el Borussia Dortmund en el Signal Iduna Park, un resultado que permite al conjunto de Edin Terzic clasificarse para los cuartos de final de la Champions League. La noche, como ya sucedió en la ida, la volvió a dominar Erling Braut Haaland, un jugador que parece estar por encima de todo lo que le rodea y que supuso -una vez más- una amenaza demasiado potente para el equipo sevillista. Si el Sevilla no logró la hazaña, fue en gran medida por lo condicionante que es el delantero noruego a día de hoy.
La primera media hora del Sevilla fue realmente buena y acorde a lo que necesitaba en la eliminatoria. A sabiendas de que tenía que marcar como mínimo dos goles, el conjunto hispalense le inyectó un ritmo muy alto al partido desde el primer minuto. La circulación de balón fue muy vertical, conquistó zonas laterales interesantes para centrar y cargar el área, y además consiguió que las pérdidas de balón se dieran en zonas muy adelantas, lo que le otorgó el dominio territorial. Además, el Dortmund tenía bajas claves que le dan muchísima seguridad con balón como Guerreiro o Sancho y no encontró la manera de salir de su campo de forma continuada. El papel de Óscar y de Suso atacando los intervalos del 1-4-5-1 de Terzic permitió que el Sevilla pudiera progresar en campo rival y conseguir un volumen de aproximaciones bastante alto. Lo que pasó fue que no acabó de trasladar el dominio en ocasiones claras. La defensa del área del Dortmund tampoco fue excepcional, pero Hummels y Can protegieron bien el punto de penalti y Haaland hizo el 1-0 en la primera que cazó, que supuso un golpe emocional muy duro para el Sevilla.
Tras la reanudación llegó el festival de Haaland. El noruego, a pesar de estar muchas veces en inferioridad contra Jules Koundé y Diego Carlos, le ganó la batalla física, técnica y mental durante toda la noche. Cada vez que el delantero del Dortmund pudo encarar la defensa del Sevilla en transición, el pánico cundió en las gradas vacías del Signal Iduna Park. Lo del noruego fue un clínic de cómo gestionar transiciones a campo abierto durante todo el segundo tiempo, haciendo exactamente lo que pedía la jugada en cada intervención y siendo una amenaza constante. El 2-0, marcado de penalti por Haaland después de un compendio de decisiones arbitrales cuyo efecto psicológico en el Sevilla tampoco puede negarse, abrió un panorama muy favorable para el equipo alemán.
La primera dirección de campo de Lopetegui tuvo lugar a media hora del final. El técnico español dio entrada a De Jong y al ‘Papu’ Gómez en detrimento de Ocampos y Joan Jordán y colocó a Suso, que fue uno de los mejores jugadores del Sevilla, directamente por dentro, con En-Nesyri de extremo derecho cargando área y Jesús Navas ganando altura por fuera. De este modo, en uno de los muchos centros que el Sevilla puso durante todo el partido, Emre Can cometió un error imperdonable que le regaló una vida extra al Sevilla a falta de 20 minutos para marcar dos goles y forzar la prórroga.
El partido finalizó con el Dortmund defendiendo muy cerca de la portería de Marvin Hitz y protegiendo tanto el área como la frontal por acumulación. Así le fue suficiente para defenderse de la única manera que tenía el Sevilla de generar peligro: el centro lateral. Al final, pese al 2-2 de En-Nesyri en los últimos minutos y que el Dortmund acabó pidiendo la hora, al Sevilla no le bastó para llegar a la orilla. Haaland fue el elemento diferencial de la eliminatoria y su techo deberá ser comprobado en el siguiente reto que le plantee la competición.