Aparte de ser el hijo de una farmacéutica y un jerarca de una empresa química, tiene el aspecto de un universitario bueno, aplicado y de buenos modales. Ha reconocido que se le dan bien las matemáticas y que lee libros sobre economía. Solo la magra anatomía, la cara barbilampiña y su juvenil peinado con los laterales degradados rebajan las señas de veterano que muestra en el campo. Ademanes que no corresponden con la edad que marca su DNI.
Viéndole jugar se podría patrocinar el eslogan de que el estilo de Marc Casadó Torras (14/09/03) es el de un «viejoven» hecho futbolista. Que se trata de un veterano jugando como en un cuerpo de adolescente. Como si llevara mucho más que tres meses jugando partidos de Champions League o de titular en todo un FC Barcelona. Pero no, hace un semestre estaba jugando partidos del tercer escalón del fútbol español porque no tenía hueco en las alineaciones de Xavi Hernández.
Empero, el catalán, a sus 21 años, ha mostrado un poso que impresiona a todo el mundo desde el primer minuto. «El nivel que está dando Marc es superlativo, nos ha sorprendido mucho. No pierde el balón, siempre elige bien y es solidario», elogió el pasado mes de noviembre Sergio Busquets, el ídolo reconocido de Casadó. Es cierto que poco después de esas autorizadas palabras, que coincidieron con el buen debut de Casadó con España y que venían tras sus grandes actuaciones en el Bernabéu (0-4) o en la victoria ante el Bayern, vino la paupérrima racha en liga del Barça de Flick.
Maquillada únicamente con victorias en Champions, la ausencia de alegrías en el campeonato doméstico vino acompañada de actuaciones de Casadó en general positivas, pero muy marcadas por decisiones equivocadas y graves. Entre ellas, la doble tarjeta amarilla en Vigo (agravado porque el Barça pasó del 0-2 al 2-2 en su ausencia), o dos errores que provocaron una gran ocasión de Pablo Barrios y el taconazo que sirvió de asistencia a De Paul en el principio de la remontada en el último encuentro del 2024 ante el Atlético de Madrid.

Casos puntuales que, entre la juventud, carácter, personalidad y su entendimiento del juego, deberían quedar en anécdota en unos años. «Lo primero que quiero decir es que Casadó es un jugador ejemplar y con una actitud irreprochable. Marc es un centrocampista muy disciplinado, con un carácter muy competitivo. Coincide que, además de estar ante un jugador con talento y mucha implicación, hay que valorar que su inteligencia es excepcional, y ello le permite ser una prolongación del entrenador en el campo», confirma su entrenador en su etapa en el Juvenil A blaugrana Óscar López.
Casadó: «Hablo mucho de táctica con los entrenadores. Siempre he dicho que lo más importante es que en el campo el equipo esté cómodo. Y hay momentos que los equipos rivales también juegan. Te hacen cosas que no te esperas y hay que ajustarlo tanto con el entrenador como con el resto de jugadores. Con Flick hablo muchas veces para saber qué cree que hay que cambiar o qué necesitamos para buscar esa comodidad. Me pide sobre todo que esté bien colocado, que sea intenso y que organice un poco el equipo».
Desde el Vallés hasta el Camp Nou.
Y eso ha hecho el natural de Sant Pere de Vilamajor, en la provincia de Barcelona, en sus primeros meses con dorsal del primer equipo del Barcelona. Criado en el pueblo del Vallés Oriental, al piedemonte del macizo de Montseny, Casadó fue pasito a pasito hasa conocer a Flick. De los familiares CF Vilamajor, el equipo del pueblo de al lado (Sant Antoni de Vilamajor), y FC Sant Celoni, población cercana y ligeramente más extensa, al decano de la capital de la comarca vallesana, el EC Granollers. Al acabar su etapa alevín, dio el salto a la gran ciudad catalana. Pero no fue el FC Barcelona quien apostó por Marc, sino el CF Damm. Su primer año de infantil lo aprovechó en la gran escuela de futbolistas vinculada a la empresa cervecera Estrella Damm a través de su Fundación.
Un único curso en la Damm le sirve al Barça para apostar definitivamente por el menudo centrocampista. A finales del verano de 2016, Casadó empieza a entrenarse en Sant Joan Despí. La flamante Masia es su nuevo hogar deportivo, aunque a poco más de 60 km de su domicilio, no hace falta que se hospede. Siguiendo las directrices desde donde se han educado y formado tantos centrocampistas que llegaron a la élite, entre ellos el propio Busquets, el vilamajorenc empieza a empaparse del llamado «ADN Barça».
Al ser infantil de segundo año, pues ese septiembre sopla las 13 velas, le encuadran en el Infantil A. Ocho cursos después, ya forma parte de la primera plantilla. Ocho años con muchos buenos momentos, pero siempre con la gran incógnita de si podría llegar y quedarse en el primer equipo. Si se compara con otros nuevos valores del primer equipo culé, puede parecer ¿¡tarde!? que Casadó se asiente en la plantilla con 21 años. Pero tiene más sentido esa trayectoria que la de un juvenil disputando minutos contra profesionales.
«Parece que ya con 17 o 18 años tienes que estar debutando, pero mi proceso ha sido más lento, quemando etapas poco a poco y también me ha servido para estar más preparado al debutar», esgrimió Casadó.
De todos modos, el vallesano estuvo cerca de no subirse al tren. O de cogerlo para apearse en otra estación. Parecía no valer el haber sido el capitán del Juvenil A que triunfó en la liga de División de Honor y en la Copa de Campeones nacional de 2022 con Fermín López, Ilias Akhomach o Chadi Riad como compañeros. Ni haber completado dos temporadas siendo indiscutible para Rafa Márquez en el Barça Atlètic que peleó por el ascenso Segunda División hasta los play-off en ambas temporadas. «Es el líder del equipo, con quien nos sentimos cómodos. Cuando está Casadó es un equipo; cuando no, es otro», había dicho el mexicano en septiembre de 2023, cuando Xavi le empezaba a llamar de forma asidua para el primer equipo.
Sin oportunidades con los grandes
Pero los entrenamientos y las convocatorias con los «mayores» no se transformaban en minutos. Hasta en 48 partidos Casadó fue convocado por Xavi. Solo en cinco se vistió de corto. Desde su debut en Pilsen (fase de grupos de Champions), en octubre de 2022, hasta su siguiente partido pasaron casi doce meses (1 de noviembre de 2023, también en Champions ante el Shakhtar). Su estreno en liga no ocurrió hasta el 17 de marzo de 2024, año y medio después de ese partido en Chequia. Media hora con cinco minutos jugó en la 23/24 repartidos en cuatro choques. Datos demoledores para, no se olvide, un veinteañero.
«Soy una persona muy ambiciosa y eso a veces te pasa una mala jugada. Te pones nervioso cuando ves que no estás teniendo la oportunidad», confesó el vilamajorenc. Buscar profesionales para trabajar esto creo que me ha ido muy bien —se sinceró Casadó—. Sobre todo al principio, cuando veía que no tenía las oportunidades que quería. En mi cabeza decía que si no estaba teniendo la oportunidad era porque realmente no lo estaba dando todo. Y sí lo estaba dando todo, pero pensar que podía dar más para intentar jugar algo me frustraba bastante. Al trabajar con gente profesional en ello, pude estar más tranquilo. A veces no todo depende de ti. Puedes estar dando el máximo y el entrenador no confiar en ti, no alinearte. Entonces es cuando tienes que estar tranquilo con tu trabajo y seguir haciendo lo mismo».
Acabada la temporada pasada, Casadó debía tomar decisiones. A punto de cumplir los 21, con el segundo equipo con plaza en la 1ª RFEF (el tercer escalón), estuvo «pendiente» para renovar o irse cedido. Tampoco desde la Federación contaban con él, pues desde la sub-17, en unos cuantos amistosos antes de la pandemia, no iba convocado. Sin embargo, la llegada de Hans-Dieter Flick cambió todo. El nuevo entrenador quería verle en pretemporada pero, a priori, contaba con el vilamajorenc. Y lo que vio, le gustó.
Flick le dio dorsal del primer equipo y fue titular en la jornada inaugural de la liga. Aquel día, en Mestalla, Casadó no hizo la función donde se asentaría después en el once titular (mediocentro derecho), sino que fue interior izquierdo (el Barça empezó con 4-3-3) y pasó a ser el mediocentro izquierdo, dentro del 4-2-3-1 asimétrico al que pasó el técnico alemán a la media hora.
Antes de proseguir, es necesario un pequeño inciso sobre la forma de disponerse del Barça de Flick. En la estructura del alemán, el mediocentro derecho es el encargado de aportar equilibrio y permanecer más veces en la zona por delante de los centrales, mientras que el mediocentro izquierdo sí tiene mayor rango de desplazamientos hacia campo rival y último tercio. Y aquel día, quien sujetaba era Marc Bernal y quien se soltaba más era Casadó.
De hecho, en la segunda jornada (victoria ante el Athletic), Casadó no juega, pues Pedri ya puede completar todo el partido. Bernal vuelve a ser el titular en ese mediocentro derecho, como también lo es ante el Rayo Vallecano en la tercera jornada. Con las opciones de Frenkie o Christensen en la enfermería, había sido su tocayo Bernal el primer elegido para el puesto de mediocentro, que parece la posición idónea para el vilamajorenc.
Un mediocentro viejoven
No es que fuese un problema de posición. Como él mismo reconoce, se siente «cómodo de 6, de 8, de 10, o, incluso, de lateral». Óscar López también contaba que en su juvenil también jugó «incluso de central». Pero lo cierto es que la irrupción de Bernal podría haberle dado un rol de reparto en la medular de Flick. Porque sus virtudes (y sus asignaturas pendientes) están más asociadas al campo propio que al contrario. O, al menos, al segundo tercio del campo. Pero entonces, a poco del final del encuentro en Vallecas, Marc Bernal se rompe por completo.
La oportunidad, entonces, la aprovechó. Enseguida se hizo con el puesto de mediocentro sostén y no le pesó la responsabilidad. Casadó empezó a demostrar sus habilidades con y sin balón, pues es tan capaz de darle fluidez a la jugada, como de perseguir o tapar líneas de pase rivales como los mejores pivotes defensivos. No llega a ser un pasador hipervirtuoso, pero sí notable. Sorprende, por venir de donde viene, su habilidad en el pase largo con el empeine derecho y acaba por ser un enlace más que notable. Un medio que sabe jugar a los toques que requiere la acción. Ni muchos ni pocos; los justos. Economizando. No rehúye su pie izquierdo a la hora del control o del pase corto. Sabe manejar el tiempo y pocas veces se precipita en verticalizar, aunque cuando corresponde busca la filtración de pases a espaldas de medios o hacer grandes cambios de orientación. De hecho, se le cuentan ya cinco asistencias estando casi siempre lejos del borde del área.
Recordó Óscar López que siendo cadete ya mostraba «una buena lectura de juego», además de que era «muy intenso y con gran inteligencia táctica», pero que su juego carecía de un punto de verticalidad. Después de hablarlo con él, «pasaron cuatro o cinco meses hasta que se apreciaron mejoras significativas», pero «su actitud fue impecable y logró plasmar lo que le propuse y su juego se enriqueció con pases más determinantes y profundos». Ahora, Casadó, aunque a la sombra de Pedri, que aglutina mucho peso en la construcción, es un proyecto de muy buen organizador. Un complemento ideal en el segundo escalón entre los defensas y el canario.

Todo parte en aquello que La Masia perfecciona tan bien: entender cuál es el tipo de apoyo que requiere la jugada de mi compañero (dónde está el espacio) y qué hacer antes, durante y después de recibir. Muy pocas veces se equivoca en todo ese proceso. Cuando su compañero está en posesión sabe reconocerse como apoyo de seguridad (por detrás del poseedor), de continuidad (al lado del poseedor), de progresión (de tercer hombre) o, caso de desdoblamiento o porque juegue de interior, de superación (a espaldas de línea de medios). Y todo ello teniendo en cuenta su orientación respecto al resto de elementos y mirando lo que no está a la vista (girando el cuello para observar lo que está a su espalda).
Y cuando le llega el esférico, aboga por lo simple, que no sencillo. Orientar el control, saber si este corresponde a la pierna izquierda o derecha, postergarlo para provocar la falta o eludir al rival, jugar de primeras o segundas, proteger del balón en caso de breve conducción mientras busca una opción de pase, repetir el pase cuando es necesario mover al rival, pero siempre con una intención ulterior, mirar lejos por si acaso es mejor filtrar o jugar en largo…
Todo siendo igual de ahorrador dentro como fuera del campo. Explicaba en una entrevista que para qué iba a pagar 2.000€ por una maleta si otra de 100€ puede realizar la misma función. Con el balón le ocurre lo mismo. Evita los recursos heterodoxos, salvo cuando entiende que es lo mejor para mejorar la secuencia. Incluso en su erróneo taconazo a De Paul, Casadó buscaba que fuese otro compañero quien completase la recuperación pues se encontraba de cara a portería.
Y todo esto, la base del Juego Barça, es lo que Casadó interpreta tan bien y por lo que ha sido el mediocentro más utilizado en el Barça de Flick durante 2024. Al menos una parte. Porque como otros mediocentros salidos de la cantera blaugrana, es un jugador que carece de capacidad para el dribbling (no confundir con los controles orientados que superan rivales, los desbordes en carrera, los giros sobre el eje o la protección de balón). Tampoco en los desmarques de ruptura a espaldas de línea defensiva (apoyos de finalización) se ha prodigado (cuando ha hecho de interior). Ni tampoco en su colmillo de cara a puerta. Primero porque apenas está pisando área y segundo porque tampoco lo está probando casi nunca desde larga distancia. En las acciones a balón parado tampoco es protagonista, quedando más en zonas de rechace y vigilancias.
«Diría que debo mejorar la llegada a gol. Incluso a veces los compañeros me hacen la broma de que no meto nunca gol», Marc Casadó.
Sin duda, por lo que más puede sorprender este jugador que ha pasado ocho años en la Masia es el hecho de que, siendo más mediocentro que otra cosa, Xavi le pusiese como lateral los minutos que jugó a sus órdenes. Porque si con balón es un seguro que sabes que difícilmente la va a perder, sin él, va a hacer todo lo posible para recuperarlo. Primero por espíritu y ausencia de miedo. El sacrificio, el coraje y el desgaste que muestra en cada partido, no eludir choque alguno.
Y segundo por inteligencia. La buena lectura (observando siempre alrededor) para proteger las zonas, trayectorias (coberturas) o líneas de pase en ambas mitades del campo ayudan en multitud ocasiones a que el rival lo tenga más difícil para avanzar rápido. La rápida activación tras pérdida, su capacidad para la anticipación, para los duelos terráneos o sus prolongadas persecuciones evitando ser superado del todo,hacen de Casadó un mediocentro tan completo con como sin balón.
Tanto como para que uno pase por alto su nulo aporte en el juego aéreo (1.72m), una resistencia que necesita ser mejorada con el paso de os meses o unas carreras largas que no son especialmente rápidas (acuciadas por los dos puntos precedentes). Incluso, algo que de momento es eficiente, puede ser enjuiciado como un abuso: el uso del tackle. Es un jugador que de momento provoca más faltas de las que comete, pero la entrada a ras de suelo, por mucho que se muestre dominante, debe ser más controlada por el riesgo que puede suponer y porque, en todo caso, si no se consigue la recuperación, el jugador queda «fuera» de la siguiente acción.
Si a esto le sumamos lo puramente psicológico, nos encontramos con un competidor nato. El liderazgo del vallesano está fuera de duda. Es un tipo con carácter. No solo a través de los pases un medio puede ordenar a su equipo, sino en las indicaciones a compañeros. En cómo gesticula para dirigir a sus compañeros.
«Es un líder siempre positivo para el grupo, un jugador que ayuda a la plantilla y es muy querido y apreciado por todos los jugadores y técnicos. Hay muy pocos jugadores que sepan gestionar al grupo con su madurez, siempre estaba pendiente de ayudar a sus compañeros, nunca he visto a alguien como él que se preocupa más del bienestar del resto de jugadores antes que pensar en su beneficio propio», Óscar López.
Como hizo en todas las categorías precedentes en el club, a poco que pase tiempo en dinámica de los mayores, el brazalete de la senyera podría acabar portándolo. Y si su viaje en el primer equipo del Barça llegase a su fin, cosa que ahora parece difícil, reúne tantas cualidades como para permanecer en equipos de la élite durante unos cuantos lustros. En esta hora en la que casi cadetes ganan Balones de Oro, Marc Casadó ha llegado «tarde», pero con el fútbol suficiente en la cabeza (aderezada con el corte fade) como para quedarse.